Maryland @ Costello Club (Madrid, 30/04/2011)

En una noche de sábado que corría bastante fría incluso para mí, me dispuse a dirigirme en metro hasta el centro de Madrid, en plena Gran Vía, donde a pocas calles de allí, transcurriría el concierto que me tocaba cronizar en el Costello Club, un sitio pequeño pero acogedor y muy retro que se llenó hasta la bandera para recibir a los vigueses Maryland, una de las promesas emergentes del pop-rock gallego en la actualidad, quienes presentaban su nuevo disco Get Cold Feet. Como llegué con bastante antelación a la apertura de puertas, maté el tiempo dando una vuelta y cuando la hora se acercaba, volví al local y di mi nombre en la puerta para que acto seguido se me permitiese el paso mientras saludaba a Arturo, de Ernie Producciones, el responsable de mi acreditación. Y allí me situé en casi primera fila, armado con mi bolígrafo y mi libreta (aunque el impresentable de Kid A insistirá si le preguntáis en que ambas cosas eran suyas, pero miente descaradamente) para tomar nota de todo lo que allí sucediese.

Según se iban acercando las 22:00, el local estaba ya repletito de fans acérrimos de la banda que colocaban una jirafa de peluche y una foto de El Duque para que el cantante los viese. Supongo que sería una broma interna entre ellos (que parece ser que eran familia), pero así como la foto no molestaba en absoluto, la jirafa de marras me impedía casi de lleno verle la cara al cantante de la banda, lo que en un primer momento no me hizo ninguna gracia pero como tampoco era cuestión de crear un conflicto, decidí ir a lo mío y ponerme manos a la obra… Pero el tiempo iba pasando y la banda no salía al escenario, hasta que por fin, con aproximadamente un cuarto de hora de retraso, los cinco componentes de Maryland salieron al escenario, saludaron a los allí congregados y comenzaron el concierto…

Cartel

¡Y menuda forma de comenzar el concierto, por el amor de Diox! Just Try! sonaba tremendamente potente en directo (muchísimo más que en estudio, la verdad sea dicha) y con la voz del guitarrista (que no del cantante, ojo), cosa que me sorprendió. Aunque el sonido era un tanto extraño en las frecuencias de la voz (posiblemente la acústica del local tuviese algo que ver) la verdad es que todo comenzaba genial y con mucha tralla, arrastrando a los fans a dar palmas desde el primer momento. El siguiente tema en sonar fue Black Petrol, ya cantado por el vocalista principal de la banda. Del tema destacaría su potente y pegadizo estribillo y unos graciosos teclados en forma de coros que me llamaron bastante la atención tanto de mí como de los que se encontraban en mis cercanías durante el concierto. Tras los aplausos agradecieron la presencia del público y comentaron que estaban presentando disco, para seguir del tirón con Lux, la primera canción de su nuevo disco que tocaban en el concierto (las dos anteriores pertenecen a su disco debut), que sonó en la onda del resto de los temas, con cierto regustillo estadounidense y unas guitarras muy cuidadas que junto a la pegada del bajo y la batería conformaron un tema redondo, a mi humilde juicio.

En 25 Springs volvía a encargarse de la voz el guitarrista, aportándole un toque bastante personal. Algo más lenta que los anteriores temas, pensé que supondría un pequeño bajón para los asistentes, pero en cuanto llegó el estribillo me di cuenta de que no sería así de ninguna manera, porque todos estaban dando palmas y pasándolo estupendamente. Un gran ritmo de batería abrió junto con el bajo la siguiente canción, I’ll Be Ready, donde los teclados comenzaban a cobrar protagonismo y el cantante se lucía particularmente, causando que un público ya de por sí animado, se enfervorizase más si cabe, algo que realmente me costaba creer porque teníamos delante a un grupo novel en la escena nacional, pero parece que estos chicos llegarán lejos, a tenor de lo visto y oído. Le siguió la cañera So Happy, So Young, con un estribillo-chicle (no me lo pude quitar de encima hasta pasadas horas después del concierto). Aquello pintaba relamente bien, sin duda alguna. Pero todo puede ir a mejor, y en esta ocasión, Murphy no pudo imponer su regla y Maryland estaban crecidos y con motivo.

Maryland live @ Costello

Partiendo la pana al principio de la actuación (Foto de Martín Rendo)

Seguidamente, y sin apenas tiempo para los aplausos, el guitarrista tomó de nuevo el micrófono para cantar It Works, con unos interesantes fondos de teclados dignos de Coldplay y con una melodía vocal principal insidiosamente parecida a alguna canción que he escuchado previamente y no logro identificar, algo que me mosquea enormemente, pero así son las cosas. Luego llegó What To Do, el que para mí fue sin duda el mejor tema de la noche, que comenzó con unos curiosos y repetitivos arpegios de guitarra y un obstinato del bajo que al menos a mí, me parecieron brillantes, como el resto de la canción. En esta ocasión fue también el guitarrista el encargado de llevar la voz cantante. Allright fue el siguiente tema en sonar, comenzando muy tranquilo y creciendo poco a poco hasta llegar a igualar a sus temas más compactos, lo cual no es poco, damas y caballeros. Que quede claro.

Y casi sin haberlo saboreado (debo reconocer que el concierto se hizo bastante corto, la verdad sea dicha), entramos en el bloque final del concierto, en el que sonaron For Me Today, un medio tiempo perfectamente escogido para ese momento y que a todos les debió parecer fenomeno, porque según empezó a sonar, todos comenzaron a gritar y a saltar. Every Moment fue otro de los momentos álgidos del concierto, con unas increíbles melodías entrecruzadas de guitarra y de nuevo con el guitarrista cantando (madre mía, trabajando a destajo… se ve que estaba motivado el chico). Y el último tema antes del típico y recurrido «¡otra, otra!» por parte del público fue N.O.A., uno de sus temas más exitosos debido a la calurosa bienvenida que se le dio. Y con razón, porque hasta yo me puse a saltar (cosa realmente rara en mí, hay que decirlo) y me quedé con ganas de más cuando la banda nos agradecía haber acudido a verles y se retiraban del escenario.

Maryland live @ Costello

Amor a primera vista, sin duda (Foto de Martín Rendo)

Pero por fortuna para todos, los chicos de Vigo volvieron al escenario para ofrecernos cuatro temas más en forma de bises. Red Boots comenzó con un órgano dando algo de protagonismo al teclista (que pasó la mayor parte del concierto relegado a un segundo plano cuando creo yo que no lo merecía) y siguió en la línea de los temas del grupo, con mucha pegada y muy equilibrado, con gran protagonismo de las guitarras. Agradecimientos varios después (con razón, ya que era a su familia, su productora, la sala y más allegados), vinieron juntas This Time y Fury Road, dos temas bastante pegadizos y con mucho cuerpo y personalidad, cada uno en su onda, naturalmente. El primero con unos toques Seattle enormes y el segundo más en la onda clásica. Y el que sería, a la postre, último tema de la noche, Atom Bomb, que nos sacudió a todos como una bomba atómica, tal y como el título reza. Enorme tema para cerrar colosalmente un grandísimo concierto.

Tras finalizar la actuación, una nueva y amena charla con Arturo, por medio de quien se han podido conseguir las fotografías para cronizar visualmente el concierto (gracias por todo, Arturo, así como a Martín Rendo, autor de las mismas, y es un placer por mi parte) y una copita rápida para después coger el metro de vuelta a casa, pensando, mascullando y farfullando las canciones de un grupo al que le veo bastante futuro si siguen por el camino que llevan.

Maryland live @ Costello

Pasando desapercibidos para la vista, pero no para el oído (Foto de Martín Rendo)

Setlist: (en Spotify)

1 – Just Try!
2 – Black Petrol
3 – Lux
4 – 25 Springs
5 – I’ll Be Ready
6 – So Happy, So Young
7 – It Works
8 – What To Do
9 – All right
10 – For Me Today
11 – Every Moment
12 – N.O.A.

Bises:
13 – Red Boots
14 – This Time
15 – Fury Road
16 – Atom Bomb

Fotos:

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Acerca de Digisequencer

Criado entre los férreos y blindados parámetros de la música clásica, huí y encontré un nuevo y maravilloso mundo, habitado por instrumentos electrónicos que me aceptaron como un igual en su seno. Desde entonces vivo conectado permanentemente a un generador de ondas sonoras del que me alimento, y de vez en cuando salgo de allí al mundo real para ver algún que otro concierto.

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