Más de una vez me habían planteado la fatídica pregunta: «¿Y el Señor Chingarro ese del que hablas tanto qué tipo de música hace?», en cuya respuesta siempre me las he venido arreglando para evitar la palabra tabú, cantautor.

Sin embargo, Antonio Luque, la parte y el todo de este grupo, puso cuanto estaba de su mano para alejar su nombre del de Los planetas y acercarlo a un Aute cualquiera, a través del show con el que obsequió a los asistentes al concierto encuadrado dentro del ciclo Intersecciones, con el que cada año Cajastur rescata del ostracismo al asturiano con inquietudes culturales que no logren saciar las obras de Arturo Fernández.

Sin banda y desenchufado, el sevillano atacó casi en exclusiva sus últimos tres discos: El mundo según, Ronroneando y Presidente, a cuya gira de presentación se adscribe este evento, salvo por un par de canciones del que los precede, El fuego amigo. A pesar de que álbumes como Compito o la omnipresente en todo top de los noventa en España, El porqué de mis peinados, se quedasen sin representación en el setlist, dudo que alguien se llevara las manos a la cabeza, teniendo en cuenta que la obra de Luque se caracteriza por la regularidad y la constancia, sin apenas altibajos: elija lo que elija, siempre se tratará de material de primera.

Pronto se hizo obvio que la fórmula funcionaba a las mil maravillas para algunas canciones, mientras que a otras las cercenaba de forma irreparable, caso de Esplendor en la hierba, El gran poder o El alfabeto morse. En el extremo opuesto, entre las mejor paradas, se colocan El lejano Oeste, Anacronismo o María de las Nieves, la sorpresa más agradable de este último trabajo, que venció en buena lid a canciones mucho más consolidadas, como Militar o Los ángeles.

El bloque final reservaba tres temas, tirando a anodinos y, además, venidos a menos por un formato que en nada los beneficiaba, del álbum de estreno, El cuchillo y el pastel, Un final feliz y Babieca, entre los que se intercalaron otros dos: Del montón, que podría haber dado mucho más de sí de lo que finalmente ofreció, y Gitana, auténtico protagonista de la noche, causante de la conversión del escenario en un tablao flamenco en el que Luque asumió, como ha venido ocurriendo progresivamente con Los planetas a lo largo de los últimos diez años, una herencia andaluza que va más allá del acento y los chistes entre canción y canción (la gente se los reía, pero no se le adivina mucho futuro en el mundo del humor). El rasgueo quejumbroso de la guitarra logró transportar al espectador más descreído a la mitad del Rocío, entre olores de feria, perfume barato y albahaca.

Tras Del montón, despedida de escena, aplausos, muchos aplausos y bis, también desigual, que inició Vacaciones en el mar, primer single con el que se está presentando este Presidente, y que sonó, contra todo pronóstico, habida cuenta de que los extractos de ese álbum habían constituido la porción más floja del repertorio previo, a las mil maravillas, y se acabó con la solicitadísima El rayo verde, uno de los temas más evocadores del grupo (casi tanto como la obra maestra de Rohmer cuyo título hereda), que, desgraciadamente, quedó tan deshinchado en su versión acústica que toda la magia del estuche de colores al que falta el verde se había esfumado, dejándolo irreconocible y sin que a nadie le importase gran cosa qué rayos es lo que querría pintar la niña, a pesar de los estruendosos aplausos con los que el público despidió definitivamente al artista. No para siempre, sino hasta dentro de dos meses, cuando regresa al Principado, para actuar, ya acompañado, en Gijón.

SETLIST

Fotos no
Esplendor en la hierba
El gran poder
San Borondón
San Antonio
El lejano Oeste
La lección
Anacronismo
Militar
Una llamada a la acción
Remordimientos
El alfabeto Morse
María de las Nieves
Los ángeles
El cuchillo y el pastel
Gitana
Un final feliz
Babieca
Del montón
(bis)
Vacaciones en el mar
El rayo verde

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