El pasado jueves 15 de diciembre los jienenses Supersubmarina abarrotaban la Sala la Riviera de Madrid ante la euforia del público y la perplejidad de quien escribe. Cuando hace un par de meses un amigo me propuso asistir a este concierto, me sorprendió que adquiriese las entradas con tanta antelación. Pensé que puede que sean conocidos por hacer pop-rock fácil con ínfulas indies, que hacen música bailable, que tienen buena imagen y un sonido potente, pero en realidad son otros Vetusta Morla de la vida, y no son tan mainstream… ¿no? Por supuesto, me equivocaba. Los chicos de Supersubmarina quizás no hayan tenido tiempo de labrarse una larga trayectoria musical, ni en el fondo sean tan originales, pero estos muchachos, con el orgullo y la ilusión que caracterizan a los que debutan con éxito en el mundo de la música, hicieron sold out en una de las salas más emblemáticas de la capital del reino, rodeados de fans y niñas histéricas que habría esperado en un concierto de El Canto del Loco, pero no aquí.

Qué guapo soy y qué bien me toco

José Chino, vocalista de la banda, subía al escenario vestido de forma impoluta. Chaqueta, camisa, corbata y pelo deliberadamente desaliñado. El sector femenino del público estaba ya loco, pero el masculino comenzó a estarlo en cuanto empezaron a sonar los primeros acordes. No hubo tema que no fuese coreado de un repertorio que repasó tanto su primer y único disco, Electroviral (2010), como sus EPs Cientocero, Supersubmarina (2009) y Realimentación (2011) que, a pesar de haber sido lanzado este mismo año, la gente se sabía de memoria.

Fue un espectáculo variado, con guitarras entusiastas, voces cuidadas y canciones más íntimas, como OCB, que Jose tocó a los teclados con sentimiento. Pero el momento tranquilo duró poco y Kevin McAlister, de su último trabajo, me hizo gritar hasta a mí, que apenas conocía sus canciones. Sonaron también Ana, El encuentro y la enérgica Puta vida, cuyo videoclip causó cierta polémica hace unos meses. Presentaron Centro de atención agradeciendo al público que los prefirieran a Rihanna, que también se encontraba en Madrid. LN Granada dio paso a una ruidosa XXI. Emperatriz, Elástica Galáctica y Ola de Calor finalizaron oficialmente el concierto.

Pero aún quedaban los bises, que se iniciaron con la instrumental Magia Electroviral, preludio de un impulsivo Eléctrico. Para cuando empezó a sonar «su su su su su» Supersubmarina, el público ya estaba entregado completamente y Cientocero puso la guinda al pastel, tras un concierto de hora y media en el que los de Úbeda habían dado todo lo que tenían.

Aunque el sonido de la sala no era el mejor y costaba en ocasiones distinguir el sonido de cada instrumento, fue un concierto bien llevado que se ganó a todos los asistentes. Bien es cierto que no innovaron mucho y Supersubmarina se dedicó a tocar las canciones tal y como se encuentran en el disco, aportando simplemente «la emoción del directo»; pero supongo que no se les puede pedir más a unos jóvenes que comienzan su andadura musical con canciones potentes y pegadizas y, sobre todo, con muchas ganas.

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