Políticos y lobbys empresariales contra «el robo de la propiedad intelectual». Creo que la situación nos es familiar a todos, así como los eufemismos utilizados por estos colectivos. La última la está protagonizando el Congreso de EE.UU., que anda promoviendo la Stop Online Piracy Act, que, abreviado, se queda en el divertido acrónimo SOPA.
El capitán Sparrow, acojonado por un posible cese de negocio.
De aprobarse, SOPA permitiría al gobierno estadounidense realizar, en primera instancia, bloqueos financieros a aquellas páginas web o empresas que sean acusadas de «atentar contra la propiedad intelectual», todo ello con una mera notificación. Posteriormente, si la cosa va a más, esta web puede incluso llegar a sufrir un bloqueo total de DNS, y su retirada inmediata por orden judicial de los buscadores.
Para entenderlo mejor, un caso práctico: imaginemos que Armin Tanzarian tiene un blog alojado en Blogger, llamado «La Revista Porno de Armin». Un día Armin decide subir el último LP de su artista favorito, Justin Bieber (no entremos en juicios). Con esta ley activa, alguien denuncia, y no solo cierran «La Revista Porno de Armin», sino que cierran la red de Blogger al completo, con todos los blogs allí alojados. Casi nada.
Por ello, muchas las principales empresas de internet (incluyendo Facebook, Twitter, Mozilla o el gran gigante, Google) se han posicionado claramente en contra de este anteproyecto de ley que hace parecer a la Ley Sinde una broma de mal gusto.
A ver si no la lían… Que igual nos cierran Tanaka por enlazar a una descarga «legal» de algún artista si les sale del ojete.