¿Quién dice que en Tanaka estuvimos de vacaciones? Aunque no seamos ni santos ni vírgenes, sí que hemos salido a pasear esta pasada semana bajo la lluvia o, en este caso, resguardados en el Playa Club, invitados una vez más por Estrella Galicia (a los que siempre agradecemos, de corazón, que piensen en nosotros). Y es que Estrella trajo a la ciudad de Coruña una batalla de bandas, una lucha fraticida entre los reyes del sonido garage punk, Wau y los Arrrghs!!!, contra los reyes del R&B, The Allnight Workers. Y hasta allí nos desplazamos camuflados de reporteros de guerra mi compañero de cofradía Axionymous y yo, para intentar cubrir el evento con pelos y señales.
Siempre en nuestro corazón.
Wau y los Arrrghs!!! volvían a la ciudad después de su paso un tanto trágico hace un par de años por el Campus Rock, acompañando a otros grandes nombres de la música nacional como Joe Crepúsculo o The Soulbreaker Company. Debido a problemas ajenos a la organización, aquella actuación se quedó en prácticamente nada al ir con un retraso considerable el evento, y añadiendo cierto percance de Juanito Wau con la altura del escenario, se tuvo que dar por finalizado prematuramente habiendo tocado apenas mitad de setlist. Pero esta vez no iba a ser igual, ya que ellos abrían esta batalla, y la altura de la tarima del Playa Club no pasa del medio metro.
Sobre las 11 de la noche se apagaron las luces de la sala para dar la bienvenida a la banda valenciana, y un eufórico Juanito y sus Arrrghs hicieron la presentación de la batalla y comenzaron el show con Delincuente. Al principio no sabíamos si el sonido era especialmente malo en la parte en la que estábamos, pero a lo largo de la actuación nos fuimos moviendo y comprobamos que no era cosa nuestra, sino que se oía bastante mal en toda la sala. Quizás era por la forma de cantar de Juanito, esperpéntica donde las haya (comiéndose el micrófono), o del indiscriminado volumen, o quizás fue cosa de la gracia de Dios, pero el caso es que el sonido fue un poco desastroso.
Siguió con una de las grandes, Bli, Blu, Bla, calentando los motores del público que poco a poco se iba acercando más al escenario. Buena ocupación, por cierto, llenando casi el lugar. Te puedes quemar, y Axionymous y yo nos preguntamos si en aquel Campus Rock ya le faltaba ese diente a Juanito. Sonó Dicen, y también comprobamos que en los teclados teníamos a una nueva integrante, Belinda, que sustituye a Isidro, haciendo las delicias del público masculino. La Cueva, Lo que quiero, It’s Great, Piedras. Iban sucediéndose los temas, Wau y los Arrrghs!!! iban ganando puntos en esta batalla musical a expensas de lo que hicieran The Allnight Workers, y eso que aún no habían sonado las míticas.
Help me find myself dio paso a Nunca la quise. “Son canciones de desamor”, decía Juanito, “pero para bailar.” Con las primeras notas de Copa, raya, paliza, el público empezó a vivirlo un poco más y por supuesto, hubo mucha colaboración al cantar los coros. Sonó La carrera espacial, canción incluida en un single pero no en ningún LP, y después Hey Monstruo Hey. Empezaba la recta final del recital, y se guardaron los trallazos para el final: mención a Fraga y las mentes juveniles con Momia Twist y Juanito desatado y catatónico por momentos. Tras Niña, nos deleitamos con esa versión de los peruanos Los Saicos que es una completa apisonadora de oídos: Demolición, haciendo vibrar al Atlántico más allá de Fisterra. Con Ce’ne pas la importance cerraron el set, esperando a que el público pidiera más para los bises. Con un poco de reticencia por parte del mismo, volvieron a subir al escenario para tocar su adaptación de Searching de Omens, Busco una chica de acá, y por supuesto para decirnos Adiós. Bueno, que no, que se dice A Link Wray (o a tu p… madre).
Tras unos minutos para adecentar el escenario, y presentados por el mismo Juanito, más negros que blancos, y más de mar que de montaña, salieron elegantemente vestidos los Allnight Workers. Llegaban presentando su primer trabajo, This Only Happens Once, grabado en Berlín bajo el sello Grabaciones de Impacto, compuesto de canciones propias y versiones de Ray Charles (Night time is the right time), Big Bill Broonzy (Tomorrow) o Nappy Brown (Coal Miner). Todas ellas nos las ofrecieron en este concierto, que empezó con Lefty Brown y la misma Coal Miner. Hello Josephine, de Fats Domino y que también está en el disco, fue otra de las que sonó a lo largo de la velada.
Intercambiaron canciones propias, con introducciones/presentaciones a las mismas y versiones, así como mucha participación con el público, que parecía más dormido que con Wau y los Arrrghs. El sonido esta vez acompañó, sin embargo llega el momento en el que dejo de hacer crónica y me pongo a hacer crítica. Entendemos que el grupo es de reciente creación, pero suponemos que los miembros se conocen lo suficiente. No hubo complicidad en el escenario, sino exceso de confianza y ganas de hacerse ver y notar por parte de unos -los que llevaban seis cuerdas-, mientras que el resto iban a hacer su trabajo y a pasar un buen rato en ello. Varias muestras de esto: ambos guitarristas/cantantes “peleándose” con las guitarras, con los consecuentes desenchufes del jack, problemas varios de sonido, vasos por el suelo, etc.
El show se alargó innecesariamente, ya que uno de los cantantes, creemos que afectado por algo más que el aire herculino, no paró de hablar, de tomarse a broma el concierto y de inventarse cosas para dejar en ridículo a sus compañeros (así nos lo pareció, desde nuestra sobriez). Tanto fue que en un determinado momento notamos que el batería había pasado de tener una cara feliz a estar enfadado y pasándolo mal. También en uno de los bises, el mismo vocalista que comentamos pidió al público que respondiera con gritos y aplausos a qué querían que tocaran, si un rock, una bosanova o el aserejé. El resto del grupo, visiblemente molesto, no permitió que hubiera respuesta empezando a tocar el rock, dejando al vocalista en un completo ridículo que quedará grabado en mi recuerdo como uno de los más grandes que he visto encima de un escenario. Sentimos ser tan inflexibles, sabemos que un concierto es una fiesta, que debe ser considerada como tal, pero para los espectadores. Para los artistas se presupone un mínimo de profesionalidad, sobre todo si vas presentando disco y si tienes compañeros al lado -que aunque estén igual de sonados, sí se tomaron su actuación con seriedad-.
Finalizó pues la velada con mal sentir por nuestra parte, pensando que lo que podría haber sido una gran batalla de bandas fue una victoria para Wau por puntos, porque el contrincante se dedicó más a hablar con el público que a pelear.
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No puedo estar más de acuerdo. He de reconocer que pasé verguenza en la actuación de los obreros. Todo eso mientras los Wau competían en otra categoría más alta.