El festival de Eurovisión cada vez tiene menos tirón, para qué engañarnos. Últimamente, con el tema Lordi y Chikilicuatre, parece que se ha confirmado que su única baza es de ejercer de reunión esperpéntica, de circo para una sociedad que ya no necesita un evento así para conocer qué se lleva allende los Pirineos.
Ahora que no me escucha Tanaka, confieso que no he seguido el asunto: lo más que sé es que hubo una especie de programa de la tele de estos con jurado y llamadas de la gente y votaciones y toda la pesca; y que el duelo mortal estaba entre Melody (la de los gorilas, ¡cómo y qué bien ha crecido la chica!) y Soraya, y al final ganó ésta. James Ulrich me aclara que en realidad hubo empate, ya que el jurado votaba por Melody y el público por la rubiaca, y como en caso de empate mandaba la audiencia, fue la ex-azafata la que se llevó el gato al agua.
Parafraseando a Mr. Mandarina, «menuda epopeya tiene la Poyeya»
No obstante, esta vez cambia una cosa respecto a otros años. La canción es muy mala, eso como siempre. Carne de Eurovisión. Pero a mí Soraya me parece una buena cantante. Su estilo no es de mis favoritos, pero lo hace bien. Tiene talento, tiene voz. Me pareció acertadísima su colaboración con Kate Ryan, porque son como dos gotas de agua. Y algún día igual es probable que tengamos un himno como «Desenchantée» pero a la española.
Os dejo con lo que oiremos el 12-14-16 de mayo desde Moscú:
Vía: Mil sitios, pero el vídeo del directo lo vi en JeNeSaisPop