Llega la navidad, y con ella los regalos, las ofertas y las compras, muchas compras. Quizá por eso, Universal y Sony, dos de los mayores conglomerados económicos de la industria musical, han decidido empezar pronto y repartirse una «pequeña» productora de nada: EMI. Sí, los mismos que se pelearon con Radiohead y que todavía estan dándose cabezazos por ello. Esos.
Eramos Muy Insolventes. O algo así.
Para ser más concretos, el grupo Universal ha desembolsado 1.200 millones de libras (unos 1.400 millones de euros al cambio, para quién pueda interesar) por la división de música grabada de la discográfica inglesa, la cuál incluye nombres tan poco conocidos como Queen, The Beatles, Blur o Pink Floyd, por citar solo algunos. Por su parte, la compañía japonesa Sony se ha quedado con EMI Publishing Group, es decir, la rama de la compañía dedicada a la distribución, cuyo catálogo comprende también grupos y artistas de gran relevancia internacional como Amy Winehouse, Arcade Fire o Jay-Z.
¿Las consecuencias de esto? Aunque es difícil saberlo, no es descabellado pensar que ahora Universal, controlando un tercio de las ventas de música mundiales, tenga que vérselas con algunos organismos anti-monopolio. Más allá de eso, la brecha entre los gigantes corporativos y las pequeñas empresas se hace cada vez más grande. Como en casi todo, vaya.
Vía: Pitchfork