Atrás queda la quinta edición del festival vivariense, que acogió a más de 30 grupos llegados de todas partes del planeta dispuestos a poner la nota musical más dura a la villa mariñana. Y tanto que fue así, que la música que venía desde el campo de fútbol se oía en buena parte de la ciudad.
Tanto el parque gratuito habilitado para la zona de acampada, como el de pago situado al lado del campo de fútbol, se llenaron de jóvenes tatuados, piercings y dilataciones. Disfrutaron de tres días de música casi ininterrumpida, con un ambiente de fiesta total, o eso decían los múltiples contenedores abarrotados con las botellas vacías que previamente contenían bebidas espirituosas. Y es que los comercios de Covas sufrieron (sarna con gusto no pica) la invasión de miles de personas en busca de embutido, pan y calimocho.
Fuentes consultadas por este blog han confirmado que las asistencias sanitarias no tuvieron que atender casos más graves que cortes, magulladuras y alguna que otra dislocación sin importancia.
En cuanto a la música, la dura distorsión y los gritos fueron predominantes en todos los conciertos. Ritmos frenéticos, saltos, y alguna guitarra rota fueron las claves de los tres días de hardcore y rock punk del evento.
Un grupo toca en el escenario del Resurrection Fest. Prueba de que estuvimos allí.
Resurrection Fest: Página oficial | Evento en Last.fm
Je je.