Tras las muchas, muchísimas escuchas que toda persona de bien (¿no eres una persona de bien? Nosotros tampoco, era una manera de hablar) le ha dedicado a The Suburbs, que se merece esas y más, habíamos llegado a dos conclusiones: la primera, casi inmediata, que todos los temas eran perfectos y la segunda, que nunca, jamás, nadie, bajo ningún concepto, corearía algo como Rococo en un concierto. Adiós axioma, porque en el que Arcade Fire ofreció el miércoles 13 en el marco incomparable (esta expresión me la ha dictado el becario, tengo excusa) de la explanada ante el Museo Guggenheim, hasta el más pintado cloqueaba con ella.
Todos con la duda, menos mal que nos lo dicen.
Y si con lo menos popular el público entraba en ebullición, no digamos con los lingotes de su carrera, que cayeron todos, bien ordenaditos. De su disco de debut, los tres primeros vecindarios: Laika, para abrir boca, cuando aquello estaba aún al baño María; en el apogeo del espectáculo llegó Tunnels, quizá su pieza más hermosa, y ya hacia el perigeo, antes de los bises, Power out, entre declamada y rapeada por un Win Butler que apenas tenía que esforzarse en agitar la varita para lograr la magia. Con placebos así da gusto.
También sonó Haïti, de paso obligado por el artefacto que había a su alrededor en forma de chiringuitos de beneficencia para el país caribeño (podría ahora meter aquí el rollo de la ascendencia con aquellos orígenes de Régine, pero mejor lo buscáis en la Wikipedia. Os pongo el enlace y todo, hala), pero que, más que como impuesto revolucionario, se tomó como un regalo inmejorable: bendito terremoto que deja a su paso cientos de miles de muertos pero rescata esta joya para el repertorio del directo. Eso lo pensaría un cínico, eh, no yo. Con las tres neighborhoods y esta, cayó otro par del Funeral, que reservo para más adelante.
Por la Biblia de neón se pasó algo más de puntillas, aunque dio tiempo a colocar por allí los órganos de Intervention y las dos de los coches (la de los coches y la que no los tiene, para ser exactos), todas ellas en el primer segmento del setlist. Si me gustasen los titulares, apuntaría que esto viene a demostrar que su segundo trabajo, digno de todos los elogios, en lugar de ser una colección impecable como las que lo rodean, era Intervention, de la que nunca se podrán decir suficientes cosas buenas, y diez más. Pero no lo voy a decir.
En cuanto al disco que presentaban, si es que se puede seguir realizando esa consideración cuando está a punto de cumplirse el primer aniversario de su lanzamiento, estuvo representado por las que tocaban: Ready to start, ladinamente situada al comienzo de la actuación (preparado para empezar cuando empieza: toda una obra conceptual). Suburban War y Rococo, seguidas, a pesar de no encontrarse entre lo más celebrado de este LP, y de verse emplazadas como relleno de un sándwich con tapas tan consistentes como Intervention y Tunnels, no constituyeron un respiro, sino todo lo contrario. Lo que indicaba al principio: gente (mucha gente, toda la gente) cantando Rococo,¿qué me queda por ver en este mundo?
Win petándolo tela.
Más adelante, la canción que da título al disco, con la proyección simultánea del excelente videoclip de Spike Jonze en unas pantallas que, durante muchos tramos del evento, estaban incluso más interesantes que lo que acontecía delante de ellas, ya no solo por los acertados fondos que se habían escogido para cada canción, sino por los impresionantes planos recogidos por las cámaras, casi siempre centradas en captar al tiempo a Win y a Régine, uno de ellos en primer plano y otro al fondo, en la batería o el teclado. Cuando digo uno de ellos, me refiero a cualquiera de ellos, porque la banda, como ya todo el mundo sabe, se caracteriza por unas rotaciones que para sí quisiera más de un club de la Liga BBVA, donde todos tocan todos los instrumentos en algún momento. ¿De qué estaba hablando? Ah, sí, de The Suburbs, el tema que todo el mundo dice que ni fu, ni fa, pero bien que nos habría jodido a todos como nos lo escamoteasen. Al que siguió Month of May, lo más guitarrero que han parido, causante del delirio absoluto, con Win adelantándose en la plataforma del escenario y enlazando directamente con Rebellion (Lies), que sigue sonando como el primer día y que, a su vez, dio paso a un We used to wait emocionado, emocionante, pero más contenido de lo que hemos visto (aunque sea en vídeo) de otros conciertos.
Power out, que ya la habíamos comentado y llega el intermedio, muy breve, casi imperceptible. No era necesario jugar con la histeria del público, porque ya todos sabíamos lo que quedaba: Wake up, su canción definitiva como grupo de masas, que funcionó como tenía que funcionar entre la masa y, finalmente, el cierre con Régine tomando todo el protagonismo con su Sprawl II (Mountains beyond Mountains), con permiso del ténico de sonido que casi nos deja sordos con un exceso de graves. Win, aunque ponga todo de su parte para disimularlo, es una figura rígida en escena, un coloso de Rodas en el que, aunque arda la antorcha con fuego vivísimo, tampoco está ahí para moverse, sino para mantenerse; mientras tanto, Régine es la espontaneidad, tanto cuando se pone a simular ataques epilépticos en escena o a jugar con las cariocas, como sentada con la espalda en ángulo recto detrás de la batería. La comunión perfecta de lo previsible con lo aleatorio, eso es Arcade Fire.
Un setlist, en definitiva, tan completo como poco arriesgado, con idéntica estructura a lo que ha venido sonando a lo largo de toda esta gira, donde las variaciones se limitan, a lo sumo, a sustituir un Suburban War por una Crown of Love, como ocurrió un par de días después, en el Super Bock Super Rock portugués.
Las cariocas de Régine: emotivo homenaje al 15-M.
Como nota al margen, no completar el aforo, de 7.000 personas, con la banda más famosa del momento, el grupito que es más grande que Jesús, a un precio razonable (40 €) resulta inconcebible, incluso una vez incluido en la ecuación el hecho de que cuatro días más tarde los canadienses tuviesen programada la actuación en el escenario Maravillas (ya no es verde, por si no estabais actualizados) del FIB. A fin de cuentas, Vetusta Morla toca constantemente por toda la geografía española y el famoso «Pucho» llena de todas las veces, todas. ¿Qué clase de país es este en el que «Pucho» (¡»Pucho»!) congrega a miles de personas y Régine Chassagne tiene que sudar los tres cuartos de aforo en un par de actuaciones anuales. Me voy, emigro. Bueno, no, que me quedo. Pero esto jode.
Ready to start
Keep the Car running
Neighborhood #2 (Laika)
No Cars go
Haïti
Intervention
Suburban War
Rococo
Neighborhood #1 (Tunnels)
The Suburbs
Month of May
Rebellion (Lies)
We used to wait
Neighborhood #3 (Power out)
(bis)
Wake up
Sprawl II (Mountains beyond Mountains)
Fotos: J. Hernández
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1 comentario en “Arcade Fire @ Guggenheim (Bilbao, 13/07/2011)”
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