La Polinesia Meridional

La casa azul – La Polinesia Meridional (Elefant, 2011)

El único SMS prémium que he enviado jamás no decía «expulsar aida», sino «voto la casa azul». Cuando el conjunto sin conjunto de Guille Milkyway participó en el circo eurovisivo, hace ya casi cuatro años, estaba teniendo lugar algo mucho más importante que la payasada del Buenafuente que finalmente representó a España, que la horterada de una tal Coral que logró la segunda plaza o incluso que La revolución sexual, el primer single del disco homónimo de La casa azul que alcanzó un, a la vez alentador y decepcionante, puesto de pódium: nos jugábamos decidir un punto de inflexión en el discurrir de la música comercial. Esa participación del barcelonés en un festival cada vez más denostado no era una simple estrategia publicitaria, sino un ruego para que Phil Spector abandonase la prisión para pegarle una paliza a Pitbull y destronarlo: era un manifiesto humilde, que no pedía que en las discotecas sonase Deerhunter, sino simplemente trabajos hechos para gustar, para bailar, pero por manos de productores responsables, concienzudos y no por inconscientes: un retorno a los años sesenta, cortando lo que los terribles ochenta iniciaron. Pero perdimos, todos sabéis ya que perdimos; y la derrota se llamaba Baila el chiki-chiki, para más inri.

La Polinesia Meridional

Un trabajo deslumbrante

Ya repuesto de aquel batacazo, Milkyway, cumpliendo un espaciado similar al que separó su debut, Tan simple como el amor, del penúltimo larga duración, vuelve a las estanterías (en esta ocasión, no es un decir: en una época en la que nadie compra discos, grupos modestos pero con base de fans fieles alcanzan unas listas de éxitos que hasta hace bien poco les resultaban completamente inaccesibles) con un nuevo trabajo cuidado hasta el último detalle, como es también costumbre. Hiperproducido, este «huracán de sensaciones pop» recuerda en su artificial ensoñación a los decorados deliberadamente falsos, deliberadamente evocadores de Marnie, la ladrona.

Desgraciadamente, como ocurrió con aquella incomprendida obra maestra del inglés, sepultada a la terrible categoría de «menor» ante la sombra que sobre ella proyectaban los rascacielos de otras no menos memorables, pero sí de más rápida digestión, reivindicar a La casa azul es admitir un vicio: la culpa de lo bailable, el error de las melodías y las letras que no nacen desde las entrañas, sino que han sido trazadas con escuadra y cartabón: ¿pero a quién le pueden molestar las herramientas cuando se logra cuadrar el círculo?

Bajando al territorio que Milkyway domina, el de las canciones, el disco se compone de trece o, en términos motociclísticos, supersticiosos o, directamente, memos, doce más uno, habida cuenta de la asumida condición de coda de La niña más hermosa, cuya petición masiva en un concierto tengo por bastante inconcebible. Los dos singles hasta el momento (por orden, Todas tus amigas y Los chicos hoy saltarán a la pista) son dos temas que funcionan a la perfección dentro del conjunto, pero cuya elección resulta algo difícil de comprender desde la óptica del mismo fan que habría elegido muchos temas antes que La revolución sexual para que el mundo conociese a su grupo fetiche.

Marnie, la ladrona

El barco atracado de Marnie

Sin ir más lejos, Terry, Peter y yo, el obligado corte (especialmente) mitómano donde, al igual que ocurría en Esta noche solo cantan para mí, del anterior disco, Guille no solo no esconde sus referencias, sino que presume de la deuda que tiene contraída con la música de los años sesenta y setenta (en esta ocasión, personificada en los nombres de Peter Allen y Terry Melcher). No son las únicas referencias a la cultura popular, representada con nombres y apellidos en muchos de los temas. Que si Danny Boodman, que si Norman Harris; el Myolastan deja aquí su lugar al Omeprazol, y, por fortuna para los no culés,  ahora se ha abstenido de hablar de fútbol (si ya era difícil de justificar que tus amigos madridistas te viesen cantar «el momento más feliz es cuando un martes hay Champions y Deco se sale y aplasta a Mourinho en la semifinal» en el momento en que se lanzó esa canción, con el entrenador portugués dirigiendo al Chelsea, no digamos a día de hoy).

Esta tremenda coherencia que se extiende no solo por las letras y las influencias, sino también por el estilo, cada vez, eso sí, más perfeccionista (algo que se intuía desde sus inicios, y que se puede comprobar comparando la producción de sus maquetas con las de sus compañeros de generación), hará que difícilmente alguien cambie de opinión sobre La casa azul: los que los odiaban difícilmente podrán disfrutar ahora con Sucumbir, pero también será difícil encontrar a algún seguidor del barcelonés que no se quede satisfecho con un trabajo tan afortunadamente continuista.

(Captura de Marnie extraída de http://readingeagle.com/blog.aspx?bid=68)

Tracklist

01 – Los chicos hoy saltarán a la pista
02 – ¿Qué se siente al ser tan joven?
03 – La fiesta universal
04 – Sucumbir
05 – La Polinesia Meridional
06 – Colisión inminente (Red Lights, Red Lights)
07 – Terry, Peter y yo
08 – Una mañana
09 – Todas tus amigas
10 – Europa Superstar
11 – La vida tranquila
12 – Sálvese quien pueda
13 – La niña más hermosa

Nota: 9/10
9 estrellas
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Acerca de Pero vistes bien

Hola, qué tal. Yo bien, aquí, tirando. Pero hablemos de música. Me molan los grupos chulos; los otros ya algo menos. Diría que eso lo resume todo con respecto a mí: ahora habladme de vosotros.