Deluxe no podía durar para siempre. Su disolución (o descanso ininterrumpido, como ustedes quieran) tenía que llegar. Xoel López, su líder indiscutible, quiso poner punto y final a aquel proyecto para embarcarse (y nunca mejor dicho) en un trabajo en solitario. Tardó algunos años en grabar el álbum, y Atlántico es el resultado. Doce canciones que te transportan de un lado al otro del mundo, o al menos, de ese angosto mar que separa Europa, o mejor dicho Galicia, de América.
Producido por el propio artista y por Juan de Dios Martín, López nos ofrece una mezcla entre pop y músicas del mundo en la que los coros son una constante y las referencias a lo pequeño que es en realidad este mundo están en casi cada corte. Hombre de ninguna parte es la canción que abre el disco y la que ilustra a la perfección esta realidad, refrendada en La gran montaña ya en el primer verso («cruzó el mar de las dudas y de los recuerdos»), en la que mezcla ese sentir de lo grande que es este mundo con los sentimientos del viajero que vuelve a su hogar («pero fue al entrar cuando se dio cuenta, había llegado a casa»). Es este segundo tema uno de los pocos en los que Xoel deja paso a un punteo de guitarra eléctrica «sucia».
Xoel aprovecha bien lo que le rodea para promocionarse (o eso, o se curró poco el nombre del disco)
El ritmo se apodera del oyente con los primeros segundos de Por el viejo barrio (plegaria), con la voz del artista cantando sobre una gran mezcla de instrumentos que crece en intensidad hasta llegar a un estribillo que conquista a casi cualquiera y que seguramente sea un gran éxito en esos grandes directos del ex Deluxe. La primera mitad del disco sigue creciendo con el avance de los minutos. Así lo demuestran los, probablemente, mejores cortes de Atlántico: Caballero y Buenos Aires. La elegancia en las palabras se apodera de Xoel en la cuarta canción que abandona el tema viajero para centrarse en el amor echado a perder de un hombre para con su pareja. En cambio, la capital Argentina parece que caló hondo en el cantante, puesto que compuso una oda a esta ciudad («Buenos Aires querido») a la que llegó, como dice él, guiado por «aquel viento del norte, el que seguían los viejos poetas», en una posible referencia a aquella emigración de tantos gallegos hacia América del Sur, muchos de ellos artistas.
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Buenos Aires
Las añoranzas salen a la luz con De piedras y arena mojada, en la que se nota todavía con más fuerza esas músicas de otra parte del mundo conocido por Xoel y que quiere trasladar a toda costa. La boca del volcán es una pequeña delicia que inicia la segunda parte del disco. Es la canción más tranquila del álbum, en la que tan solo se pueden escuchar las cuerdas de su guitarra, dos conchas chocando entre sí y dos voces (no hace falta mucho más tampoco), es también la más corta (pero no por ello la peor).
Con Desafinado amor el coruñés se vuelve a centrar en ese sentimiento perdido entre dos personas, pero en este caso, recuperable. Postal de Nueva York es una triste balada sobre la soledad que se puede sentir en una ciudad tan inmensa como es la de los rascacielos, a pesar de estar completamente rodeado de gente. Pero, como a lo largo de los doce temas, Xoel da un salto y se vuelve a plantar en su casa con Tierra. Pero esta tierra es un hueco en la cabeza del artista, en la que viaja a través de los recuerdos y la realidad que lo rodea. El final del corte es otro salto, pero en este caso musical, puesto que se corea a sí mismo en un recurso no utilizado hasta esta décima canción. Atlántico gana en intensidad emocional hacia el final, pero se hace notable la bajada del ritmo que imponen, sobre todo, los seis primeros temas.
Joven poeta y El asaltante de estaciones cierran el disco. La soledad de un poeta como tema principal (que bien podría ser el propio Xoel) da paso a nuevos sonidos y a nuevos coros en una canción lenta y por momentos, algo aburrida. Lola García Garrido firma, junto al gallego, la última y única canción que no está compuesta en exclusiva por el ex Deluxe. Con el ritmo más frenético de todas, el corte trata sobre un músico que, guitarra al hombro, recorre las estaciones de medio mundo (cita San Francisco o Chile) a lo largo de varios años.
El disco tiene mucho de autobiográfico y tiene mucho de todo, pero, pese a la gran afluencia de instrumentos y sonidos, el disco tiene un mismo hilo conductor. Aunque, eso sí, con algún que otro altibajo. Sonidos de vehículos es la curiosa forma que tiene Xoel López de poner el punto y final a estos casi 50 minutos de música marca de la casa, aunque como deja claro, esa casa puede estar en cualquier parte del mundo.
Tracklist:
01. Hombre de ninguna parte (03:40)
02. La gran montaña (03:55)
03. Por el viejo barrio (plegaria) (02:56)
04. Caballero (04:15)
05. Buenos Aires (05:22)
06. De piedras y arena mojada (03:28)
07. La boca del volcán (02:41)
08. Desafinado amor (03:05)
09. Postal de Nueva York (03:00)
10. Tierra (03:58)
11. Joven poeta (04:07)
12. El asaltante de estaciones (con Lola García Garrido) (06:37)
Nota de los usuarios:
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Está bastante decente la crítica pero hay varios errores. El disco no es de universal si no de ESMERARTE y no dice China, dice Chile. Suerte y ánimo!
A pesar de lo raro que parecía, juraría que decía China. Gracias por ambos avisos!
Está muy bien el último álbum de Xoel, como siempre. Enhorabuena por la crítica y ánimo con el blog.
Muchas gracias Cristina ;)