Bueno, ya está. Por fin han terminado las dichosas Navidades y podemos volver poco a poco a la normalidad con nuestras bufandas y camisas nuevas, nuestros buenos propósitos inalterados (o no) y empezando a ojear esa agenda de todos los conciertos que nos quedan por venir. Aunque los hay que empezaron la semana pasada su paseo conciertil, para servidora, la demora de directos valió la pena. Y es que la noche del pasado domingo, unos tímidos y, si me lo permitís, «riquiños» The KVB visitaban La Fábrica de Chocolate de Vigo para presentar Immaterial Visions, su nuevo trabajo que saldrá a la luz el próximo mes de febrero. Acompañada en esta ocasión por dos tuiteros, los cuales me dieron a conocer a los londinenses, a priori he de confesar que su concierto me encantó. Esperaba una actuación correcta pero fría (es lo que tiene chaparse vídeos de sus conciertos, repasar sus influencias dentro del darkwave y sobre todo, la discografía de Joy Division), y me encontré con un dúo al que le queda un gran camino por recorrer para explotar su gran potencial en directo pero que, sin lugar a dudas, se encuentra en el mejor de los caminos para ello. Se mostraron seguros, comedidos en su frialdad, intensos y cañeros por momentos (dentro de los límites obvios de sus composiciones); y el público de la ciudad olívica respondió muy positivamente.
La primera sorpresa llegaba cerca de las diez de la noche nada más saltar al escenario unos muchachos de vestimenta oscura y rostro paliducho. Y es que en vez de empezar con algún sencillo del trabajo que venían a presentar, comenzaron con la apabullante Again & Again, de su álbum Subjection/Subordination que al final resultó ser una elección bastante acertada. Dejando a un lado el orden de las canciones, el principal aliciente para todos los asistentes era sin duda el escuchar cómo sonarían esa distorsión de guitarra y loops vocales por parte de Klaus; y sobre todo el sonido a cargo del sintetizador de Kat. Continuaron con Hands, de su anterior y memorizado trabajo, Always Then, que consiguió despertar y hacernos entrar en calor. Me pareció algo repentino que sonara tan pronto una canción tan buena, pero el paso de minutos y los movimientos de cabeza para seguirles el ritmo me demostraron que estaba equivocada y resultó ser uno de los temas más vitoreados de la noche gracias a la fusión de la voz de Klaus con el sonido del sintetizador. También cayó pronto Sleep Walking, del mismo álbum que la primera canción. En ella predominaron esos oscuros ecos industriales que ganaron mucho gracias al apoyo incondicional a lo largo de todo el concierto de las proyecciones y las luces ayudaron a crear la atmósfera idónea en la sala.
Despejado ya el morbo del cómo sonaría en directo, continuaron con Dayzed, una de las canciones de su próximo trabajo. Al principio la cosa pintaba mala: sonó, literalmente, regular. Micros que se acoplaban, auténtico sonido de lata para la guitarra… Un inicio un pelín desafortunado. Pero de sabios es rectificar y en un movimiento arriesgado, Klaus movió el cable de la guitarra y en lo que dura un parpadeo volvimos a acompañarlos con nuestros movimientos de cabeza y pies. En resumen, este tema, a pesar de los problemas al principio, fue uno de los más fuertes de su repertorio y parece que hay una pequeña ruptura sonora entre este último trabajo y los anteriores. Ya no importaba el frío y los pequeños fallos, el teclado y la guitarra empezaron a sonar un poquito mejor en Never enough, de su álbum The Black Sun, mientras nos penetraba la voz oscura de Klaus a la vez que se proyectaban imágenes de la película Repulsión, de Polanski. Todo esto, además, combinado con un más que agresivo parpadeante juego de luces haciendo que la canción fuera todavía más elocuente. La verdad es que el trabajo de iluminación fue muy bueno y ayudaba muchísimo a endurecer el ambiente. Aunque cabe destacar una cierta predilección rotunda por el negro y el rojo.
Como decía, su timidez se perdía en la penumbra guiada en todo momento por los focos y nuestros constantes movimientos de cabeza. Y tras un pequeño suspiro dulce en el que rápidamente desciframos un: «thank you, thank you very much» hacia el público, los sintes volvieron a tomar protagonismo ante la distorsión de la guitarra y gozamos de ello mientras sonaba otro de los nuevos sencillos, Shadows.
Ahora bien, las auténticas estrellas fueron Captives, Leaning y Lost. Y no porque las dos primeras sean dos de mis favoritas, sino porque esas tres canciones formaron un bloque potente y a la vez sucio dentro del setlist. Una maraña de distorsión post-punk sin tregua que anunciaba el final de su directo. Y finalmente, tras una hora y poco en la que la intensidad no hizo más que subir, y quedando ya lejos los problemas técnicos, The KVB volvieron a salir al escenario subiendo un último peldaño de volumen y se metieron de lleno con la intranquila Into The Night, que resultó ser el preludio perfecto para Closing In, cerrando así un bolo en el que a pesar de ponerle nota positiva por la asistencia al caer en domingo, faltó algo de feeling con el público. Quizás fue por ser enero, pero parece que el cambio del frío exterior de Churruca al interior más acogedor de La Fábrica no fue suficiente.
Setlist:
- Again & Again
- Hands
- Sleep Walking
- Dayzed
- Never Enough
- Shadows
- Captives
- Leaning
- Lost
BIS:
- Into The Night
- Closing In
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