Madrid, lunes 28 de junio, cinco y media de la mañana. Sonaba el despertador muy temprano a pesar de que llevaba de vacaciones un par de días. Pero esta vez la alarma no me puso de mala leche como de costumbre, pues madrugaba para coger un autobús que me llevase a Bilbao al cierre de gira del Black Ice Tour de AC/DC… ¡¡¡AC/DC!!! Me los había perdido ya dos veces el año pasado en sus visitas a Madrid y Barcelona, quedándome a pocas personas en la cola de conseguir entrada. Pero esta vez, y quién sabe si gracias a mi trabajo en el Lunafest, el señor Tanaka me había prometido una entrada. Y cumplió: un mensajero de SEUR llamó a mi casa el domingo mientras descansaba la resaca del sábado y me entregó la entrada (eso sí, tuve que pagar los portes). Así que al fin iba a ver a mis queridos AC/DC, tras años escuchando sus riffs y voces estridentes. Por eso os advierto que en esta crónica difícilmente habrá algo de objetividad: sufro de fanitis con todo lo que tenga que ver con la banda australiana.
A las siete de la mañana salió puntual el autobús. Cuatro horas y media después llegábamos a la estación de Bilbao: de camino se podía ver desde la ventanilla la pequeña cola frente a una de las entradas del Estadio de San Mamés, lo cual me llamó la atención. ¿Tan poca cola a las doce del mediodía para ver a AC/DC en el último concierto de su gira? Raro, hasta que me di cuenta de que era lunes: trabajo, estudios, no todo el mundo puede dejar sus obligaciones por Angus. Tras colocarnos en la cola lo siguiente era encontrar sitios donde comer, beber y satisfacer necesidades fisiológicas, pues quedaban todavía siete horas de cola. Siete horas al duro sol que lucía Bilbao ese día. Por suerte llevábamos un paraguas que usamos para protegernos y proteger las bebidas y comida, aunque no pudimos impedir que las chocolatinas se convirtieran en nocilla. Y por cierto, el paraguas fue tal éxito que una reportera de la ETB, la televisión pública vasca, nos entrevistó. Lástima no encontrar el video.
Cocodrilo Dundee vendiéndonos merchandising en la cola
Como a las seis de la tarde la gente se empezó a poner nerviosa, empezando a apiñarse en las vallas. Tras casi una hora en modo lata de sardinas, levantaron las barreras. A correr se había dicho, servidor incluído. Y mereció la pena, pues conseguimos primera fila: podría ver a AC/DC tocar en primera línea. ¡Aquello prometía! Pero todavía quedaban horas para que empezase el show y, aunque había conseguido la primera línea, quería ver bien el increíble montaje del escenario, así que me di una vuelta por la pista:
Impresionante montaje el que se traía AC/DC para el escenario
La pista estaba llena pero no así las gradas cuando salieron los teloneros al escenario. Desde Valencia llegaban Los Perros del Boogie a telonear. No llegaban a la talla de los teloneros de otros conciertos del la gira Black Ice, como Slash o Wolfmother, pero cumplieron. Rock blusero sin tapujos que animó levemente al público. Con una pequeña sorpresa además: Carlos Tarque, cantante de M-Clan, saldría con Los Perros a cantar un par de temas. Quedaba claro, no obstante, que al público le importaban más bien poco los teloneros, querían ver a los AC/DC ya, y bien podían telonear los Rolling o el primo del técnico de sonido, que eso daba igual. Querían el mítico rock de los australianos y lo querían rápido. Quedaba menos ya: eran las nueve y media de la noche y si AC/DC era puntual tendrían que salir a las diez. Por supuesto, no fueron puntuales y se retrasaron media hora. A las diez y media comenzó EL espectáculo.
Los Perros del Boogie con Carlos Tarque
Se apagan las luces, se ilumina la gran pantalla del escenario y empieza un video: un tren conducido por Angus y que transporta al resto de la banda se traslada a toda velocidad por las vías. Dos mujeres entran en escena: seducen a Angus para engañarle y tomar el control de la locomotora con el fin de hacer descarrilar al tren. Y el tren descarrila… ¡En pleno escenario! La pantalla “se rompe” y una enorme locomotora irrumpe en escena, humo y fuego de explosiones invaden el estadio. Los AC/DC aparecen en escena y los pequeños gritos de Brian Johnson anuncian la primera canción: Rock N’ Roll Train. El Estadio enloquece con el primer entrante sacado de su último álbum Black Ice. Sin descanso Brian presenta la siguiente canción, Hell Ain’t a Bad Place to Be, manteniendo el ritmo de locura rock del público: saltos y coros en el foso y un montón de cuernos rojos luminosos que se mueven a cabezazos.
El tren del rock n’ roll hacía su parada en Bilbao
Sólo llevaban dos canciones cuando dieron paso a uno de los más míticos himnos de la banda: Back in Black. Brian Johnson animó a todo el estadio a cantar con él la canción que relanzó al grupo tras la baja de Bon Scott. En realidad, no hacía falta arengar a los miles de fans que gritaron (hablar de “cantar” es algo difícil) el tema sin estarse quietos un solo segundo. El foso era un auténtico hervidero de brincos y cuernos hechos con la mano que saludaban cada vez que Angus o Brian se acercaban a los bordes del escenario. Tras el potente tridente inicial se relajaron un poco los ánimos con otra canción del último LP, Big Jack. Y digo se calmaron porque está claro que la gran mayoría de fans, por mucho que la gira se llamase Black Ice Tour, lo que deseaban era escuchar los trallazos de hard rock más clásicos de la banda.
Y el público hacía todo lo que Brian pedía
Esos deseos se cumplieron rápidamente cuando el cantante anunció que Dirty Deeds Done Dirt Cheap era la siguiente. Paseos por la pasarela, riffs clásicos y saludos a todo el estadio durante la canción darían paso a otro clásico, esta vez Shot Down In Flames. Los australianos no iban a dar cuartelillo al público, y éste, tampoco pensaba en descansar. Con estos presupuesto AC/DC desataron la tormenta en San Mamés con Thunderstruck: cualquiera que estuviese cerca del estadio aquella noche pensaría que efectivamente allí se había desatado una tormenta con truenos y relámpagos incluidos. Los pantallazos luminosos se sucedieron con cada “¡thunder!” coreado por el público. El show estaba sin duda en uno de sus puntos álgidos cuando AC/DC presentó el tema que da nombre a su último disco, Back Ice, que aunque no llegó a emocionar tanto como los tres temas que le habían precedido, mantuvo la estela rock que la banda había dibujado hasta el momento en Bilbao.
Truenos en San Mamés
“A song about a dirty, dirty woman” fueron las palabras con las que Brian Johnson introdujo The Jack. Durante este tema ocurrió lo que yo pensaba sólo tenía lugar en los conciertos de las películas: al ritmo de la guitarra de Angus, el realizador fue enfocando a las fans “de buen ver” que estuviesen subidas a los hombros de amigos, novios, hermanos, primos o maridos, con el fin de que mostrasen su generosidad con el público: casi 40.000 personas disfrutaron del topless de más de una fan de AC/DC. Pero si el público cumplía con el grupo, éste no iba a ser menos. No sólo se iba a despelotar el público, pensaría Angus cuando inició su striptease particula. Por supuesto, a cada prenda que perdía le seguía una gran ovación, llegando los decibelios del público al límite cuando el guitarrista acabó enseñando unos calzoncillos con el nombre de la banda en el trasero.
Angus antes de su despelote particular
De repente todas las luces del escenario excepto una se apagaron; la única que permaneció encendida fue la que iluminaba una gran campana de la que colgaba una larga cuerda… La figura de Brian Johnson aparece corriendo por la pasarela en dirección a la campana, de la que se cuelga; suenan los primeros campanazos y el público ya tiene claro cuál es la siguiente canción: Hells Bells, la campana que traslada a todos los fans al infierno de guitarras y llamas del escenario.
Tras la campana, una de las canciones de moda del grupo gracias a la banda sonora de Iron Man 2: Shoot to Thrill, que se cuela de manera rápida e intensa en los oídos del público que en ningún momento había parado de moverse. Otra canción del Black Ice (ya me parecieron demasiadas), War Machine y el momento de éxtasis para un servidor llegó al fin: High Voltage consigue que se me caigan las gafas en el foso (gracias al de seguridad por devolvérmelas, por cierto).
Y menos mal que recuperé las gafas, porque con el siguiente tema se repitió la escena de las fans solidarias con sus atributos: You Shook Me All Night Long fue otro desfile de feminidades heavies. Con el ambiente ya cargado llegaba la hora de reventar el escenario con T.N.T.: dinamita rock que en primera fila hizo que temiese por mis tímpanos por los más de ochenta altavoces que se podían contar desde el lado derecho del escenario. Tras un leve dialogo de agradecimiento por parte de Brian, éste nos presento a Rosie, gran muñeca hinchable que salió para cabalgar la locomotora del escenario en su canción, Whole Lotta Rosie, otra de las clásicas del repertorio de AC/DC.
Y Rosie salió a bailar
Finalmente, antes de los bises tenía que sonar el himno rock n’ roll que es Let There Be Rock. Fue el momento más épico de la noche en el que Angus ofreció al público su propio homenaje. La canción finalizó con un solo de quince minutos en el que Angus demostró estar en plena forma pese a encontrarse en la cincuentena; en la pantalla del escenario se repasaban mientras todas las portadas de los discos de AC/DC, y en todas aparecía Angus; Angus es AC/DC y AC/DC es Angus venía a decirnos el vídeo durante la actuación. Empapado en sudor, Angus se dio el paseíto hasta la pasarela, donde al final le esperaba una plataforma que lo elevaría en las alturas, confeti y humos incluídos. El público, por supuesto, con la boca abierta y observando el virtuosismo de Angus. Nadie sabía cuando iba a terminar aquello, pero el tiempo puedo decir que para mí se detuvo durante todo el solo. Fue una apoteosis final que firmó el final oficioso del concierto.
Sin comentarios
Un receso de cinco minutos y empezarían los bises: dos canciones obvias que no podían faltar. Primero, la archiconocida y necesaria Highway to Hell: Angus reaparece entre llamas y con los cuernos puestos en la canción que más removió a todo el estadio sin duda. Y para terminar, el agradecimiento del hard rock compuesto por la banda para todos sus seguidores: For Those About to Rock (We Salute You) remata el concierto de manera apocalíptica, con una fila de cañones disparando al final de cada “we salute you”. Un broche explosivo para dos intensísimas horas de concierto.
Nos iban a saludar… ¡a cañonazos!
Ya se había acabado el concierto de AC/DC. Al final de todo no podía dejar de pensar que, tal vez, acababa de asistir al último concierto de AC/DC, al menos con Brian Johnson como cantante dados los rumores sobre su retirada. Un dudoso honor que, sinceramente, espero que no se confirme.
Setlist:
1. Rock N’ Roll Train
2. Hell Ain’t a Bad Place to Be
3. Back in Black
4. Big Jack
5. Dirty Deeds Done Dirt Cheap
6. Shot Down in Flames
7. Thunderstruck
8. Black Ice
9. The Jack
10. Hells Bells
11. Shoot to Thrill
12. War Machine
13. High Voltage
14. You Shook Me All Night Long
15. T.N.T.
16. Whole Lotta Rosie
17. Let There Be RockBis:
18. Highway to Hell
19. For Those About to Rock (We Salute You)
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Excelentísima crónica, Kid A. Se me caen los cojones de la envidia, de verdad. Sobre todo, por si es verdad lo de los rumores que dices al final, que es cierto que andan pululando por ahí…
¡Envidia! >_<
¡Pero qué grandes son por dios!
@galko:
Tú tuviste la suerte de ir a Sevilla, ¿no? :P Ya vi la crónica y también genial. La dejo por aquí, por si a alguien le interesa ver la del concierto sevillano:
http://mercadeopop.blogspot.com/2010/06/acdc-2010-estadio-de-la-cartuja-sevilla.html
Yo tuve la suerte de verlos el año pasado en Bilbao y debo felicitar al cronista por el reportaje porque es tal cual ocurrió. Inolvidable, podrías ir a estos conciertos sin que te guste la música y salir habiendo disfrutado como un enano. Let there be rock!