Hacía ya bastante tiempo, como unos dos años, que tenía muchas ganas de ver cómo defendía el directo un grupo que conocí de casualidad y que a la primera de cambio consiguió engancharme con un sonido bastante agradable y que poco a poco hizo que no pasara más de un día sin escuchar un tema suyo. Por fin, tras una larga espera, llegó la oportunidad, y es que Owl City iban a tocar en directo en la Sala Ramdall de Madrid, de la cual no habría oído hablar en mi vida si no es por este concierto, posiblemente. Con mi entrada comprada ya desde el mismo día en que salieron a la venta (allá por mayo, creo recordar) y con muchas esperanzas puestas en ese concierto, llegué a la cola un par de horas antes de que abriesen las puertas del local, y tras una espera bastante monótona (se ve que no había mucha conversación debido al bochorno y demás circunstancias ambientales), llegó la hora de entrar.
Como ya habréis notado si habéis leído alguna crónica mía con anterioridad, soy un tío bastante picajoso y exquisito con los detalles técnicos y la verdad es que a priori, la sala no me daba buenas vibraciones en el sentido acústico ni en la distribución, pero como uno no es de juzgar sin conocimiento de causa, decidí esperar a ver qué tal sonaba el asunto antes de emitir un juicio interno al respecto. Una vez situado en tercera fila (por preferencia visual y auditiva) y bastante centrado (previo paso por la sección de merchandising, donde me hice con un CD de la banda que no tenía y con una simpática camiseta), hubo que esperar un rato más para que el telonero empezase a hacer de las suyas, en el buen sentido, pero mientras, me entretuve viendo a través de la puerta entreabierta del camerino, al frontman de Owl City mientras se comía lo que parecía un sandwich mixto, tomando energías para lo que se avecinaba, que no iba a ser poco, precisamente.
Un jovenzuelo alto, desgarbado y con una vestimenta bastante peculiar llamado Unicorn Kid, hizo acto de presencia, y un servidor arrancó la oleada de aplausos cuando comenzó a preparar su set. Un simple MacBook, un teclado, un par de samplers y un micrófono eran todo su equipo… ¡pero le bastaba y le sobraba! La verdad es que fue curioso ver cómo con tan poco equipo logró tenernos a todos botando desde el primer tema hasta el último. Con un estilo bastante ecléctico dentro de la electrónica (tocó bastantes palos del género como el electro, el chiptune y el 8bit, por ejemplo) y caracterizado por un gorro con forma de cabeza de león que se la caía cada dos por tres pero él insistía en volver a ponerse (a duras penas, con los botes que daba el hombrecillo), nos tuvo como una media hora pasándonoslo genial y con una muy buena interacción con todo el mundo. Vamos, que hizo perfectamente su función, que era calentar el ambiente para la banda principal, aunque la verdad, poco tenía que hacer, porque todos estábamos expectantes por ver a Adam y a sus chicos.
Ahora debería hablar un poco de los temas que tocó, pero la verdad es que ni los títulos pude captar, entre que no conocía la música de este chico y su excesivo acento escocés, que hizo imposible que le entendiese cuando presentaba los temas, pero a falta de pan, buenas son tortas, así que al menos os dejo una fotillo suya… la única en la que conseguí captarle sin parecer un holograma desenfocado, porque el chico se movía más que los precios de las cartas de Magic.
«Esto es uno que entra a un bar y…»
A la hora prevista (media hora después de que acabase Unicorn Kid), entraron uno a uno los miembros de la banda de Adam Young, con un estallido de aplausos que ensordeció la sala mientras comenzaba a sonar una trabajada introducción llena de samples y capas de teclados con sonidos de lluvia, pájaros, búhos y viento, perfecta para la ocasión. Enlazando con dicha introducción, Adam se puso con las percusiones y comenzó a sonar The Real World, muchísimo más cañera y percusiva que la versión del disco, algo que nos encantó a todos. Hasta pude observar lo bien que se lo pasaban ellos mismos, ya que la violinista estuvo saltando bastante tiempo mientras tocaba. Tras un enorme agradecimiento (que no cesó de repetir al terminar cada canción, bastante sincero y emocionado) se dispuso a tocar The Tip Of The Iceberg, un tema más calmado, pero en que también se notó la nueva transición en la que el grupo se halla, imprimiendo mucha más caña y carácter a los temas, sean nuevos (como en el caso del primero) o antiguos, como en este caso.
Y ahí, justo en ese momento, llegó Deer In The Headlights, otro tema con mucha marcha y con una letra bastante simpática (buscadla y veréis que algunas veces, ir de buena fe a hablar con alguien puede ser peligroso de narices). La nota curiosa de este tema fue que tanto la violonchelista como la violinista se pusieron a tocar los teclados, demostrando la versatilidad de la banda, y es que el frontman no es el único talentoso, como pudimos comprobar, ya que todos tocan varios instrumentos, ya lo iréis viendo. El cuarto tema que pudimos escuchar fue Swimming In Miami, en el que Adam también ayudó con las percusiones (como si le fuese la vida en ello, por otra parte) y contó con un magnífico solo de violín y violonchelo, ambos con pizzicato.
Jean-Michel Jarre debió aparcar el ovni detrás del escenario.
Cuando pensábamos que la cosa iba a calmarse, Umbrella Beach nos dejó claro que no iban por ahí los tiros, precisamente, ya que la energía seguía aumentando a pasos agigantados, algo que a todos nos encantó, y los tres cuartos de entrada que registró la sala estaban haciendo retumbar el suelo de la misma. Casi seguida, llegó The Technicolor Phase, que sí que nos calmó un poquito a todos por ser más sosegada que su predecesora, pero que siguió con el buen rollo general que todos estábamos viviendo, tanto dentro como fuera del escenario, algo que es de agradecer, ya que no hubo ni un solo conflicto en todo el concierto y la gente fue tremendamente respetuosa.
Seguidamente, y tras un nuevo agradecimiento por parte de Adam, vino Cave In, uno de los temas que más me gustan de su discografía, con mucha presencia guitarrera (con la que no contábamos). Con previa introducción verbal del de Owatonna, hablando de su pasión por las motos y lo que le influyeron para hacer dicho tema. Aunque ya llevaba haciendo coros desde el comienzo, la teclista tuvo su momento de gloria al cantar a dúo con Adam un tema precioso llamado Honey And The Bee, que demostró la capacidad de ambos como vocalistas y en el que respetaron hasta la guitarra acústica de la versión del álbum, algo que es de agradecer, porque representa la esencia del tema, y de haber usado una guitarra eléctrica, se hubiera visto demasiado cargada para lo tranquila que es (hubiera habido dos, y sumadas al bajo que estaba tocando la violonchelista, demasiadas cuerdas eléctricas, a mi parecer).
«¡Mierda! ¿Dónde ha caído la púa?»
Y fue en ese mismo momento cuando sonó January 28, 1986, obviamente sirviendo de introducción para Galaxies, que arrancó uno de los mayores aplausos de la noche. Volvía la caña y toda la tranquilidad del último tema, se fue al garete en segundos. Todos comenzamos a botar y a corear la canción como si fuese un clásico. No en vano es uno de los temas que más éxito ha tenido entre los fans de su último y más reciente trabajo (del que os hablaré prontito, por cierto). Al terminar, y tras un nuevo agradecimiento, Adam nos dedicó unas palabras, diciendo que España y en especial Madrid y su gente tenían una cualidad angelical, y que ese hecho le encantaba. Hilando fino, y abreviando, nos dedicó el siguiente tema, que no era otro que Angels, otro tema que revolucionó a todos los que allí estábamos y nos puso la adrenalina a tope pasando el ecuador del concierto.
Tardé como unos diez segundos en cerrar los ojos cuando Meteor Shower comenzó a sonar, y es que no me esperaba para nada que uno de los temas más pasados por alto para la mayoría y a la par más emocionales del grupo estuviese sonando precisamente en ese momento. A la gente no pareció parecerle tan gran idea como a mí, porque me miraron como a un bicho raro cuando empecé a cantar la canción como si fuera un himno, pero poco a poco se me unieron más y aquello parecía ya un coro… y de un pequeño coro, la cosa tornó en un orfeón más grande que el donostiarra con Hello Seattle, uno de los temas más emblemáticos de estos chicos.
«A mí que me registren…»
Un momento un tanto curioso y desconcertante fue con Alligator Sky, y es que aún no entiendo por qué, me pareció oír a Adam presentar a Shawn Chrystopher, pero realmente lo único que apareció del rapero por allí fue su voz, al cantar Adam a dúo con la voz de éste disparada. Un experimento que no llegó a cuajar, bajo mi humilde punto de vista, pero que a la gente no pareció importarle, porque todos se lo estaban pasando de maravilla y creo que la mitad ni repararon en dicho hecho. Seguidamente, el buque insignia de Owl City se desparramó por la Ramdall. Fireflies hizo las delicias de todos los que estábamos allí, que coreábamos toda la canción de principio a fin, una canción que contó con mucha más energía debido a la inclusión de dos guitarras muy cañeras.
Y para terminar de liarla parda, Yacht Club fue el tema que nos ofrecieron para finalizar el concierto, con todos los músicos saltando y bailando mientras tocaban (sí, violinista y violonchelista incluidas, y hasta el batería, que tiene cojones la cosa) y nos daban un fin de fiesta digno de cualquier concierto de este calibre. Y con esto, nos dejaron allí, en górgoris, compuestos y sin más canciones de las que disfrutar…
«Y aquí le meto un re bemol sostenido»
¡Ja! Era imposible que la cosa acabase así, desde luego, y tras muchísimos aplausos y gritos de «¡otra, otra!», volvieron al escenario para ofrecernos un tema más, que a mí particularmente me parece el mejor que tienen. If My Heart Was A House sonó expléndida y vió cómo todos uníamos nuestras manos en plan olas baladescas y bastantes mecheros se encendían para acompañarla. Pero como todo lo bueno tiene que acabar en algún momento, después de ese tema se despidieron finalmente del público y salieron del escenario para entrar en el camerino, donde justo en ese momento estaba llegando un cargamento de Telepizza destinado a alimentar a los músicos.
«Venga, cantad todos… ¡que no me acuerdo de esta estrofa!»
En resumen, considero que a pesar de haber sido un concierto relativamente corto, la calidad del mismo fue muy alta, con lo cual la queja mengua en gran medida, y que los prejuicios que tenía contra la sala por lo que vi al entrar en ella, se hicieron pedazos al instante en que comenzó el telonero, por lo que de nuevo, me quito el sombrero y reconozco mi pequeño error. Aquí os dejo el setlist del concierto, para aquellos que queráis tenerlo todo juntito y no ir mirando canción por canción.
The Real World
The Tip Of The Iceberg
Deer In The Headlights
Swimming In Miami
Umbrella Beach
The Technicolor Phase
Cave In
Honey And The Bee
January 28, 1986
Galaxies
Angels
Meteor Shower
Hello Seattle
Alligator Sky
Fireflies
The Yacht Club
Encore:
If My Heart Was A House
Al finalizar el concierto, intenté quedarme dentro de la sala para intentar cazar unos autógrafos, pero la gente de seguridad impidió que me acercase lo suficientemente al camerino para lograr mi objetivo, así que tuve que salir del local a regañadientes y esperar fuera con un grupo de unas quince personas (a lo sumo). Uno a uno, fueron saliendo todos, y atendiendo a todo el mundo de manera muy amable y un servidor se sacó un par de fotos que aquí podéis ver. Una con Unicorn Kid y otra con la adorable Breanne Düren, teclista de Owl City.
Conseguir un autógrafo o una foto de Adam Young fue tarea imposible, porque salió a toda prisa para meterse en el autobús, aunque nos dedicó un saludo y unas palabras de agradecimiento al menos. Y en fin, amigos… ésto ha sido todo, pero no quiero terminar esta pequeña crónica sin agradecer a OMA el haberse tomado la molestia de tomar todas y cada una de las fotografías del concierto, del cual os pongo aquí una galería de las más destacadas.
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