Cults – Cults (In the Name of, 2011)

Ante una nueva banda que llega acompañada del suficiente ruido mediático (entendido esto no como que te radien en Los 40, sino en forma del apoyo de NME, Pitchfork y compañía), lo que prima es la inmediatez, el cubrir la quiniela en la que solo cabe el 1 o el 2: en uno u otro sentido, pero decantarse antes que el de al lado, y de manera más vehemente que nadie. O son lo mejor que ha pisado jamás un escenario (aunque el público más numeroso con el que hayan contado sean su padre y su hermana, mientras grababan la maqueta en su habitación con el Garageband), o son síntoma y causa de todos los males de la música contemporánea.

Transcurridos cerca de cuatro meses desde la publicación del homónimo primer largo de Cults (a su vez, culminación de un año largo de expectación del mundillo tras las pinceladas de su talento que iban dosificando para no quemarse antes del lanzamiento, y que gozaron del megáfono de, especialmente, la citada Pitchfork, que les colocó la tan deseada etiqueta de Best new track con Go outside) y, por tanto, descartada ya la baza de la prontitud, toca el balance, la memoria histórica, la genialidad que se te ocurre para responder a un desplante cuando ya hace media hora que estás de vuelta en casa.

Cults

Mover el esqueleto.

Una vez presentado el grupo y especificados los términos de esta vivisección, llega el momento de hacerse la gran pregunta: ¿cómo han resistido el paso de estos tres meses, cifra que, en el mundo de la música de tendencias, entra en el terreno de los períodos geológicos? De mano, siguen sonando frescos, lo que no parece significar mucho, pero déjate durante una semana en la nevera un kilo de sardinas por el que acabas de pujar en la lonja y ya me cuentas qué Cristo tienes allí montado a la vuelta.

Puede que suenen a algo escuchado mil veces antes, pero son los pequeños detalles los que marcan las diferencias: no solo los samples que resultarían marcianos cuando se les presta una atención que no reclaman, integrados perfectamente en el discurso melódico (corresponden a speeches de líderes de sectas, la marca de la casa a la que deben su nombre: algo así como si aquí alguien introdujese lo de Carlos Jesús y los millones de naves que vendrán de Ganímedes en un envoltorio pop, solo que un producto así solo tendría salida con Austrohúngaro, quien ya produjo el Crimen en Levante de los Alma-X, aderezado con grabaciones de una de las madres de Alcàsser, como sello, mientras que aquí edita nada menos que Columbia), sino también el xilófono que sirve como médula espinal para Go outside, el single que los lanzó a la fama, o Never heal myself, auténtico pelotazo del disco, inexplicablemente no publicado como single y que probablemente haya quedado eclipsada por el señor «fuck you» que le sirve como colofón.

Por no hablar de la dulcísima voz de Madeline Follin, cantante y líder, junto a Brian Oblivion (en las fotos veréis que son gente guapa y que no va por ahí de cualquier manera), cuyo poder de seducción se puede comprobar especialmente en Bad Things, donde se queda casi desnuda (no corráis al Youtube, que me refiero a musicalmente), aunque la posproducción vaya extinguiendo progresivamente, conforme se acerca el final de la pista, todo rastro de inocencia: los tiempos de la pureza ya han pasado.

El corte más efímero del disco, You know what I mean, resulta también la tarjeta de visita más representativa del grupo, elegida acertadamente como segundo single de adelanto meses antes de que llegase el largo, con una voz que comienza implorando casi inaudible, para evolucionar con la estrofa hasta que llega al silabeo extática cuando se alcanza un estribillo marcado por una agresiva percusión.

Brian y Madeline

Gusta más o menos el disco, lo de molones no se lo quita nadie.

Desgraciadamente, y debido a la bisoñez de estos chicos, cuya obra completa no se extiende por encima de los 33 minutos (a pesar del halo de ingenuidad que les confieren, entre otros detalles, el timbre de voz de Madeline o los veintipoquísimos de ambos, cada tema está milimétricamente calculado como un disparo pop de tres minutos de media y desviación típica tendente a cero), por mucho que contemos con la ventaja de estos tres meses para haber reposado el material, sigue siendo pronto para emitir juicios demasiado vehementes sobre su carrera de los que nos podamos arrepentir en un futuro. Les queda por delante el momento clave para consagrarse o volverse por donde han venido: la reválida del segundo disco. Allí estaremos para examinarlos; esperemos que lleven hechos los deberes.

Tracklist

01 – Abducted
02 – Go outside
03 – You know what I mean
04 – Most wanted
05 – Walk at Night
06 – Never heal myself
07 – Oh my God
08 – Never saw the Point
09 – Bad Things
10 – Bumper
11 – Rave on

Nota: 6/10
6 estrellas

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Acerca de Pero vistes bien

Hola, qué tal. Yo bien, aquí, tirando. Pero hablemos de música. Me molan los grupos chulos; los otros ya algo menos. Diría que eso lo resume todo con respecto a mí: ahora habladme de vosotros.