Corazones, voy a ser breve: Nacho Vegas en el Centro Ágora y cómo mi corazón hizo crac. Y no, no es broma. Tocaba noche tranquila, de disfrutar de un concierto sentada, y esta vez conté la colaboración de Cristina Cotelo, que me estuvo dando cobijo con su cámara de fotos y cuyo trabajo podéis ver a medida que avanza la crónica. Así que un pequeñito agradecimiento a ella y a SON Estrella Galicia y demás miembros de la organización por traer a artistas que tantas ganas teníamos de ver en esta ciudad.
Llegué media hora antes de la apertura de puertas del pequeño auditorio. El enjambre de gente alrededor subrayaba el lleno. Nacho Vegas estaba en la ciudad herculina y la pasada noche varios rostros lucían más ilusión y rímel de lo habitual. Empecé a encontrarme con gente conocida y mientras hacíamos cola para poder sentarnos en nuestro correspondiente asiento, pude escuchar cómo alguien detrás de mí piropeaba no sólo al artista, sino también al resto de su banda.
Diez menos diez minutos. Salen Nacho y los demás: Luis Rodríguez, bajo; Abraham Boba, teclados y acordeón; Manu Molina, batería y percusión; y Xel Pereda, guitarra. Gesto serio, vistiendo americana y embozado en su propia timidez, cogió la guitarra eléctrica entre las manos y empezó a entonar las primeras notas de La gran broma final que inundaron las paredes del auditorio. Disfrutamos de esa pequeña crónica de desamor irónica y cruel que nace del más puro humor autodestructivo, que dio paso a La fiesta, sencillo incluido en su último trabajo Cómo hacer crac. El cantante asturiano nos mostró en esta canción que hay fiestas en las que no hay nada que celebrar, y lo demostró firmemente apoyado por su grupo.
Después de la fiesta y con un «Boas noites, ¿qué tal?», dimos un pequeño paseo por La zona sucia de la mano de Cuando te canses de mí, acompañados de una acústica fantástica. Y tomando lo absurdo del día a día, Nacho nos deleitó con dos canciones de letras encomiables: Días extraños, la cual creí que no sonaría esa noche, y Perplejidad, en la que nos convertimos en los niños que le hacen coros, secundados en todo momento por los demás, pero sobre todo de Manu Molina con los sonajeros, cascabeles y maracas. Y llegó el turno de Marquesita, una de las canciones que más tiempo me ha robado últimamente y que huele a calles empapadas y a despedidas. «Adiós, amor».
Si hay algo que verdaderamente gusta de Nacho es esa forma de crear personajes que sólo son capaces de vivir en sus canciones. Es el caso de Hablando de Marlén, cuya historia transcurre en el club imaginario «Huracán 72», de Norteña. La interpretación de este tema nos encogió de tal manera que nos costó recuperarnos del mal trago aunque cuando sonaron los primeros acordes de Dry Martini S. A., a más de uno se le escapó un atisbo de sonrisa. Inspiramos, suspiramos y coreamos de principio a fin una de las canciones fijas en su repertorio. Un gran aplauso de reconocimiento abrió el grifo que dejó correr el agua fría con las primeras e inquietantes notas de Cómo hacer crac, la canción más esperada de la noche y la más aplaudida gracias a las referencias políticas y de actualidad que contiene. Una frágil melodía de piano del maestro Boba dio paso a Taberneros, otra historia llena de despedidas que van creciendo en intensidad, y en la que hace una pequeña referencia al Mondúver como escenario de fondo.
Se quedó solo sobre el escenario del Ágora y acompañado por su acústica y algunas lágrimas de emoción, compareció ante nosotros con mi niña mimada: Ocho y medio, una canción tristísima que terminó con la participación de todos sobre el escenario. Luego de presentarlos se despidió antes de los bises con El hombre que casi conoció a Michi Panero, que fue escudada por nuestros coros «shalalaralalá…»
Abandonaron el escenario para volver entre aplausos y una gran ovación mientras daban paso a la primera canción escogida para los bises, una adaptación propia del tema de Leonard Cohen, la amarga Canción del extranjero. Cerraron con una tímida La noche más larga del año que fue creciendo en intensidad hasta llegar a un clímax lleno de «amor y absurdidad». En conclusión, un directo del que más de uno tardará en reponerse y que hasta el más dudoso recordará y esperemos que no tarde mucho en volver, pues queremos más.
La gran broma final
La fiesta
Cuando te canses de mí
Días extraños
Perplejidad
Marquesita
Hablando de Marlén
Dry Martini S.A.
Cómo hacer crac
Taberneros
Ocho y medio
El hombre que casi conoció a Michi PaneroBises:
Canción del extranjero
La noche más larga del mundo
Buena crónica, compi. Y muy buenas fotos, la verdad.
El directo demuestra que La zona sucia está a la altura de sus mejores discos. Uno quiere escuchar Miss Carrusel, claro, pero no va por ello a renunciar a Perplejidad. Una obra coherente y constante.
Y tanto.
Aunque me costó aguantar el ponerme de pie y aplaudir y…
Me ha ENCANTADO la crónica :D