Los estigmas musicales son difíciles de quitar. Un verdadero heavy te dirá que grupos como Linkin Park o Limp Bizkit son basura al lado de los Maiden o Judas Priest. Un moderno te dirá que «el primer disco era mejor». Con Camela el prejuicio es enorme. Estamos acostumbrados a verlos más como freaks que como artistas. Puede que sean material para saltamontes, ferias y fiestas horteras y tremendamente cañís. Pero llevan desde 1994 siendo fieles a un estilo que les ha reportado múltiples discos de platino y oro. Tienen a un público concreto, sí, pero también acérrimo. Lo que vengo a decir es que su tecno-rumba también es arte, y al menos ellos pican, cuecen y guisan sus propias canciones. No hay nada que envidiar al tecno-pop que profesan otros. Camela es el segundo grupo que más discos ha vendido en los últimos 20 años, por detrás de La Oreja de Van Gogh. Respeto.
Nosotros sí nos reímos de los prejucios.
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