El cantautor más prolífico y trastorner de todo Estados Unidos, Daniel Johnston, es una de las figuras más destacadas de la música independiente. Maestro del casete, gurú del lo-fi e icono del DIY, Daniel lleva más de treinta años de cintas y canciones a sus espaldas y es sin duda toda una leyenda viva.
La barba le da un aire distinguido y algo Bill Murriano, ¿verdad?
Aprovechando la exposición que La Casa Encendida de Madrid ha organizado para mostrar su obra, que incluirá una actuación en directo con la que abre su gira española el próximo 18 de abril, aquí tenéis cinco claves que recogen las bases de su obra, dejando aparte aquellos detalles más escabrosos de su vida, para eso ya tenéis el fantástico documental The Devil And Daniel Johnston de 2005.
1. Laurie Allen: el amor imposible.
La chispa que encendió el fuego. No se puede entender la música de Daniel sin la figura de Laurie, su amor imposible, aquella hermosa chica que conoció en la universidad y que ya por aquel entonces estaba prometida con un trabajador de una funeraria. Él lo sabía, pero era mejor así. Daniel necesitaba un amor imposible, algo que no pudiese alcanzar, algo que lo deprimiese y que acabó por convertirse en su principal fuente de inspiración. Ya en la primera canción de su primer disco, Grievances, de Songs Of Pain, vemos referencias a esta historia y a la funeraria.
Si hay algo que Daniel tiene es buen gusto
Otro de los momentos en los que esta historia toma protagonismo es en la primera canción de su siguiente entrega, The What Of Whom. La canción que abre la cinta, Man Obssesed, contiene la esclarecedora frase “la única forma en la que conseguirías que te mirase sería morirte, ¿por qué no te mueres?”. Desde entonces y todavía hasta hoy, más del noventa por ciento de las canciones de amor de Daniel tienen al espectro de Allen flotando por algún lado. Según él mismo, ella inspiró miles de canciones y fue entonces cuando descubrió que era un artista.
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2. Cómics de cabecera: simbología Johnstoniana.
Daniel, como verdadero artista que es y se considera, no se limita a una sola forma de creación si no que abarca varias de ellas. De hecho, empezó grabando pequeños cortos en super 8 antes de grabar sus cintas y algo que ha hecho siempre ha sido dibujar compulsivamente. Obsesionado por los tebeos, Daniel tiene una colección que más de uno envidiaríamos entre cómics del Captián América, Casper, Spiderman y demás héroes contemporáneos. Estos personajes se convirtieron también en una inspiración constante en su música y en su forma de representarla gráficamente, ya que es él mismo el autor de las carátulas de todas sus cintas.
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Pero no solamente ha venerado estos personajes si no que ha creado toda una simbología propia tan personal como su sonido y su forma de ver el mundo: su famosa rana, el ojo del perro muerto, el pez cristiano y el boxeador son solamente algunos ejemplos de su complejo mundo visual.
Un crossover cuanto menos curioso
3. Hola, ¿qué tal? El salto a la fama.
En septiembre de 1983 Daniel graba su cinta más reconocida: Hi, How Are You? que contiene algunas de sus canciones más famosas y su portada más icónica, que seguramente has visto en más de una y más de dos camisetas. El propio Daniel reconoció haber grabado esta cinta durante una crisis nerviosa mientras la promocionaba en el programa de MTV The Cutting Edge en 1985. El programa se pasó por Austin y Daniel no quiso desaprovechar la oportunidad de salir en él. Se organizó un picnic con varias bandas y artistas invitados y Daniel se coló descaradamente hasta el punto de actuar en el programa cuando ni siquiera estaba programado.
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Era una de las primeras veces que actuaba en directo y, encima, lo hacía ante tal audiencia. Además fue una de las primeras veces que Daniel abandonó su eterno teclado para colgarse una guitarra (instrumento que no dominaba en absoluto) para parecerse más a sus ídolos. A partir de ese momento comenzó la Danielmanía: la gente empezó a saber quién era, querían escuchar más sus cintas, ganó concursos de grupos, empezó a tocar más. Aquel chico extraño que trabajaba limpiando mesas en un McDonald’s empezaba a demostrarle al mundo que tenía algo que decir, aunque fuese a su retorcida y alocada manera.
4. Dios.
Nacido y criado en una familia tejana tradicional y por muchas ambiciones artísticas y revolucionarias que tuviese en mente, Daniel no podía escapar a su educación cristiana fundamentalista. La religión es otro de los pilares temáticos de su música de aparición constante. Y aunque la religión siempre estuvo presente en su vida y su pensamiento la cosa empezó a ser preocupante a finales de la década de los ochenta. Daniel era ya una figura reconocida que se mezclaba con lo mejorcito del panorama independiente americano: Sonic Youth, Butthole Surfers y Half Japanese entre otros. Su enfermedad avanzaba, ya no era el mismo de antes, estaba empezando a desdoblarse. Empezó a consumir drogas y ya casi no actuaba en directo. Su obsesión con la religión se convirtió en fanatismo, un fanatismo incómodo y molesto que dejó ver en sus pocas apariciones y que empezó a teñir de blanco puro toda su música y su aspecto.
De blanco y más puro que nunca
Abre la década con su álbum 1990, su disco más evangélico (aunque, quizá más inspirado y mejor grabado de este periodo) que contiene algunas de sus canciones más religiosas y, por otro lado, más hermosas. Vuelve el piano, vuelve la simpleza y las letras se llenan con la palabra Lord y Devil aquí y allá, convirtiéndose en el leit motiv del disco. En 1990 encontramos la que es quizá su canción más famosa, True Love Will Find You In The End.
5. Y el Diablo.
Tanto o más fuerte que su obsesión con Dios fue su obsesión con el maligno. Más que con él como figura, con su presencia entre nosotros. Daniel alcanzó un punto de delirio en el que se creía salvador de todos aquellos que se habían dejado llevar por el Diablo (que éramos todos en realidad, él mismo incluido) y este le dominó por completo. No fueron pocos los escándalos que protagonizó por culpa de esta nueva obsesión y, como es obvio, tampoco fueron pocas las canciones que se llenaron de refencias a ello. Devil Town, Don’t Play Cards With Satan, Held The Hand y otras tantas canciones de su disco 1990 completaban ese fresco a la obsesión por la religión.
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Sus dibujos también se llenaron de referencias al diablo, se dibujaba enfrentándose a éste y saliendo siempre victorioso de la épica batalla. La realidad fuera de sus viñetas no fue tan aragüeña. Daniel tuvo que pasar por mucho más que un simple combate de boxeo contra el Diablo para escapar a sus demonios, pero por suerte pudo alcanzar un punto de equilibrio más o menos aceptable y seguir, a su manera, en la brecha.
Igual de confuso que el boxeador sin mente se encontraba el bueno de Daniel
Dramas psicológicos y personales aparte, la obra de Daniel es sin duda una de las más polémicas y reconocidas del panorama independiente americano, en la que podemos ver una sensibilidad pop y un saber hacer envidiables. No son pocos los artistas que se han mostrado interesados por su obra y que la han versionado y compartido con el mundo, haciéndola más escuchable para aquellos que no toleran tanto el sonido del casete casero. Sobre dónde empezar a escuchar para zambullirse en su trabajo una respuesta fácil sería echar un vistazo a su recopilatorio Welcome To My World de 2006, pero en realidad TODAS sus cintas merecen al menos una escuchadita. Si aún así sois de esos que no toleran ese sonido hecho a mano y carente de toda producción, podéis deleitaros con una de tantas versiones que de su trabajo se han hecho, como ésta de Wilco. ¡Salud y lo-fi!
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Conciertos de su gira española:
– 18 de abril, Madrid, La Casa Encendida (con Wild Honey)
– 19 de abril, Barcelona, Bikini (con The Missing Leech y Esperit!)
– 20 de abril, Valencia, El Loco (con El Faro)
– 21 de abril, Valladolid, Laboratorio de las Artes (con artista invitado)
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