Bravo Fisher

Bravo Fisher! + Hola A Todo El Mundo @ Sala Porta Caeli (Valladolid, 16/12/2011)

Con ese nombre, Hola a Todo el Mundo no pasan desapercibidos. Llaman la atención lo suficiente como para preguntarse quién demonios son aún antes de escucharlos. Minipunto para ellos, por originales. Investigando un poco, leí que un moderno los describía como los Arcade Fire españoles. «Venga ya», pensé. Pero no pude menos que lanzarme a buscarlos en Spotify. Minipunto para ellos, por ganar mi curiosidad. Los escuché atentamente y oye, algo tenían. Quizás el conjunto heterogéneo de instrumentos, las cuidadísimas armonías de las voces, los aires de otro tiempo, la heterogeneidad de las canciones. No son Arcade Fire, ni Beirut, ni Polyphonic Spree, pero beben de ellos. Recuerdan a muchos grupos y a ninguno. Minipunto y punto para ellos, por parecerse lo suficiente a artistas a los que admiro como para gustarme, pero lo suficientemente poco como para no ser «más de lo mismo».

HATEM

Somos la alegría de la huerta.

Cuando me enteré de que este quinteto madrileño tocaba en Valladolid, cerrando el ciclo de conciertos de Notedetengas, compré las entradas enseguida pensando, ingenuamente, que un grupo que empezaba a dar tanto que hablar, que había participado en el Wintercase de 2008 y el Primavera Sound de 2009, no tardaría en agotarlas. Así que el pasado viernes yo estaba a las puertas de la Sala Porta Caeli de Valladolid, muriendo de frío hasta que decidieron dejar entrar a los cuatro pelagatos que estábamos allí. Está claro que calcular audiencia no es lo mío.

Antes del grupo que todos estábamos esperando (salvo, probablemente, familiares y amigos del telonero) tocó Bravo Fisher!, el proyecto personal de Guillermo Galguera. Asistir a un concierto de música electrónica siempre me ha parecido una experiencia curiosa. Cuando las bases y algunas melodías están pre-grabadas, tocar botones en un sintetizador y moverse sobre el escenario para que los asistentes no se sientan estafados con el directo queda, cuando menos, raro. Pero este pucelano afincado en Madrid también cantaba, y tocaba la guitarra, y el ukelele. Las canciones de su disco We Were Overnighters, que recuerdan a grandes como The Postal Service y Architecture in Helsinki, son bailables y divertidas. Y Guille sonríe. Se nota que lo disfruta, y es capaz de transmitir su alegría al público. No esperaba nada de este concierto y me sorprendió gratamente.

Bravo Fisher!

¡Bravo, Fisher!

Tras la sesión de música local de discoteca, les llegaba el turno a las estrellas del momento. Vestidos con estilo neohippie, Hola A Todo el Mundo subían al escenario saludando al personal. La primera impresión no me gustó. Por alguna razón, en cuanto empezaron a tocar, sentí que la distancia (metafórica) entre ellos y el público aumentaba. Las canciones eran impecables, pero sus inexistentes movimientos sobre el escenario, la cara de palo de sus componentes y el perfeccionismo que destilaba cada acorde me recordaron más a una audición de conservatorio que a un concierto de música independiente. Sensaciones aparte, la apuesta de estos chicos es innovadora, al menos en nuestro país. Con aires campestres, en cada cada tema utilizan nuevos instrumentos y se esfuerzan para que cada uno tenga un sonido que le haga diferente. A bote pronto recuerdo una batería, unos teclados, un violín, una guitarra, un acordeón, unos cascabeles, una tin whistle, unas castañuelas, un bodhram, un glockenspiel y unas voces cuidadosamente afinadas. Desgranaron las canciones de su único álbum homónimo y su último EP, Estela Castiza con profesionalidad, intentando lograr, en una sala cuya acústica deja mucho que desear, el mismo sonido épico y armónico conseguido en el estudio. Sus esfuerzos fueron vanos y, aunque su experiencia como instrumentistas salvaron el concierto, todo me sonó un poco oscuro, como mezclado, con canciones que, si bien disfruté y sigo disfrutando grabadas, en directo me parecieron sosas y sin magia. Los gritos en A movement between these two sonaron sin vida, las castañuelas en Hatem Prayer Team parecían tocadas por un robot inexpresivo, la tin whistle en Maestra Alegranza sonó demasiado estridente y a la letra de Estela Castiza me pareció que le faltaba la chispa que creí encontrar escuchándola en el disco.

Y a pesar de mi crítica mordaz, fue un buen concierto. La técnica era buena y su proyecto original en las melodías, en las letras y el vestir. Su puesta en escena, irreprochable. Todo bien medido, muy bien ensayado. Y sin embargo eché en falta miradas y sonrisas, diversión sobre el escenario. Puede que el problema fuese mío, que tenía grandes esperanzas, pero al mirar a Cheryl quejándose de que se había estropado el pad, sentí antipatía y una pizca de altivez. Y un grupo con tanto talento y ganas de hacer las cosas bien, además de quererse y hacerse querer por los hipsters del momento, también necesita hacernos sentir queridos al público de a pie. Hola A Todo el Mundo tienen mucho arte, pero de momento sólo lo he encontrado en sus grabaciones. Quizás para el directo sólo necesiten un poco más de alegría.

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