Archivo de la categoría: Crónicas

Crónicas de los eventos a los que hemos asistido contados desde nuestro punto de vista particular. Puede que no os guste, ya avisamos, pero también puede que sí.

Crónica: The Wave Pictures @ Le Club (A Coruña, 06/12/13)

Algunos estuvimos tentados a plantarnos hace unos años y negarnos a escuchar música nueva, regocijándonos para siempre en las canciones y discos que ya sabíamos que nos gustaban. Pero por mucho que lo intente uno, esto es imposible, los buenos grupos acaban filtrándose y acaban llegando para quedarse, sea por una recomendación, por un single u por otros medios aún más extraños. Hace unos años Nacho Vegas decidió subirse al barco del grupo Manel para grabar una versión del My kiss de The Wave Pictures que se coló en mi Spotify. Años más tarde estoy yendo a un concierto suyo en A Coruña (tras habérmelos perdido otro par de veces) mientras maldigo la era de la información.

Es de bien nacidos ser agradecidos y la posibilidad de haber vuelto a la sala Le Club se le debe en esta ocasión a +Galicia a los que les mandamos unas flores (metafóricas) por habernos acreditado. El otro agradecimiento es para Sebas, el fotógrafo de excepción que nos acompañó y que firma las fotos de esta crónica. La penúltima pata del banco soy yo. ¿Y la última? The Wave Pictures. The Wave Pictures, como banda, parten de un concepto básico y puro: tres personas que dominan con creces sus instrumentos y que se juntan para hacer música en común. ¿Fácil eh? Amparados bajo las alas de la gallina clueca del indie rock inglés, el trío se caracteriza por un estilo propio (que no original), guitarras alegres, la voz característica de su cantante David Tattersall, letras irónicamente inglesas, baterías potentes y un bajista que cuando coge los coros hace la voz grave y seria como salvo honrosas excepciones hacen todos los bajistas del planeta.

Wave Pictures

Además de eso, The Wave Pictures son un grupo prolífico que sacan discos como churros y dan conciertos por doquier. En esta ocasión traían bajo el brazo su último trabajo City Forgiveness y a un cuarto integrante que tocó desde las maracas hasta la misma batería y sirvió de apoyo a la banda. Abrían precisamente con uno de los temas de este álbum, Lisbon, ante una sala que registraba una muy buena entrada. Desde el primer momento se pudo apreciar lo que sería el patrón del sonido del grupo, sin escatimar en potencia ni en sentimiento pero tampoco buscando la pureza del sonido sino algo más cercano, que comulgase más con lo casero del rock, como un ensayo para unos amigos.

Desde un primer momento los tres integrantes del grupo se lucieron sin pretenderlo. Desde el ritmo imparable de la batería a los guitarreos entre punteos y solos que hacía el cantante y servían para enriquecer a los temas Todo sin olvidar el bajo juguetón que iba acompañándole y que no se limitaba a seguir «el guión» marcado por la guitarra. Con The West Country ya comenzaron algunos tímidos bailes en las primeras filas. Quizás The Wave Pictures no inviten tanto a la danza como pueden ser otros grupos de la cuerda como Arctic Monkeys pero lo que pierden ahí lo ganan en la composición de unos temas que más de una vez coquetean con el lo-fi.

The Wave Pictures

El calor presente en la sala no evitó que el respetable disfrutase de hits del grupo como Spaghetti o Kiss Me y a pesar de que en ocasiones la sala volvió a parecer una peluquería dado el volumen de las conversaciones presentes entre todos fuimos capaces de ir consiguiendo un ambiente propicio para escuchar música. Reminiscencias a algunos lejanos Belle & Sebastian en las lineas vocales aparte, se iba sacando la artillería pesada sin dejar lugar a la duda ni espacio a la crítica. Los nuevos temas suenan más que bien y siguen la linea dibujada ya por otros discos como Long Black Cars o Instant Coffee Baby.

Si el look de niño bueno de David no es suficiente para enternecer al público, para ello ya está el batería Jonny Helm bajando de su trono para cantar alguna de las canciones como Without Feathers cuyo solo dejó al mayoritario público femenino al borde del suspiro infinito o al menos buscando a donde se había caído su ropa interior. Rato tuvo este hombre también para cantar mientras tocaba la batería, en esta ocasión Give me a second chance, que fue seguida por una bellísima Sweetheart que hizo que le puso el lagrimal a punto a más de uno.

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No se puede dejar de lado que además del estilo propio, la buena instrumentación y técnica de los músicos y la calidad de los temas, el grupo pelea en todo momento por conseguir que el concierto sea algo cercano, a pesar de tener la barrera del idioma. Sin caer en el gravísimo error de querer ser un grupo de graciosos, decoran entre canciones con pequeñas anécdotas o comentarios, escuetos pero que ayudan a engrasar el repertorio. Con Strange Fruit for David cerraron el set oficial y dieron paso tras un breve tutorial de como solicitar un bis a, exactamente eso, el bis.

Servidor jamás había visto algo parecido y aún sigue preguntándose cómo ocurrió. Resulta que el bis duró casi tanto como el concierto, tocando hasta ¡ocho! canciones, entre ellas una versión de Daniel Johnston, algún tema más del último disco, éxitos como Just like a drummer o Eskimo Kiss todo esto para acabar con un épico Never go home again y –ahora sí– un público completamente entregado que los jaleó y aplaudió mucho más de lo mentalmente sano. Tiempo tuvo incluso el batería a ser el que cantase uno de esos temas del breve encore.

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Tras este concierto en dos partes ¿con qué nos quedamos? The Wave Pictures son apuesta segura. Son un concierto para ir aunque no los conozcas, para recomendar a alguien o para enamorarte de ellos. Merecen un diez con un interrogante para que expliquen como hacen el reparto de canciones. Y que no tarden en sacar más discos aunque haya que seguir descubriendo canciones.

Setlist

  1.  Lisbon
  2.  The west country
  3.  Red Cloud Road (part 2)
  4.  Spaghetti
  5.  Kiss me
  6.  The Innatentive Reader
  7.  Narrow Lane
  8.  Cut them down in the passes
  9.  Without feathers
  10.  Tiny craters in the sand
  11.  Give me a second chance
  12.  Sweetheart
  13.  Strange fruit or David

Encore:

  1.  Before this day
  2.  Eskimo kiss
  3.  The Woods
  4.  Just like a drummer
  5.  My life is starting over again (Daniel Johnston)
  6.  Chestnut
  7.  Now you’re pregnant
  8.  Never go home again
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Crónica: Maryland @ Sala Mardi Gras (A Coruña, 23/11/2013)

La última vez que vi a Maryland al completo fue en el año 2010. Fue un concierto extraño. Les tocaba poner banda sonora al extinto San Pepe de A Coruña junto a otros grupos y aún así recuerdo que sus temas Revolution y Allright sonaban a futuros himnos. Tras su Surprise llegó Get Cold Feet, un segundo y sublime trabajo más estridente que el anterior. La excusa de su vuelta al norte esta vez era la presentación de su nuevo trabajo, Los años muertos, y nadie diría que lo que nos iban a enseñar el pasado sábado en la Sala Mardi Gras fuese uno de los sonidos pop-rock destacados del panorama musical. Pero antes de contaros cómo fue su directo, dar las gracias a Cris Andina por las fotos.

Pasadas las once y diez y con un aforo que se fue acercando perezosamente, Maryland aparecían en escena, cómodos y contentos de estar de nuevo en la ciudad herculina presentando disco. Con un repertorio amplio y basado principalmente en Los años muertos, cantado íntegramente en castellano, comenzaron lanzándonos El quinto dedo, dándonos así una idea de cómo discurriría la noche: un directo de pop-rock que iba ganando en intensidad por momentos. Nos comentaron su Hoja de ruta, un hitazo en toda regla en el que la potencia de los chicos se multiplicaba por momentos: patadas sobre el escenario que empujaron a los rezagados de las últimas filas a acercarse un poco más y a acompañarlos con bailes y palmas que finalmente se convirtieron en aplausos. Tiempos de azar y Cambio de filo sonaron casi seguidas y en ambas volvieron a destacar guitarras y batería, que durante todo el concierto marcaron el desarrollo de muchas de las canciones. Tras ellas, Viaje a Tasmania introdujo un impulso rockero («¡Porque hoy!») y bailongo que animó hasta que llegó un poco de calma con Réquiem. Composición que se convirtió en puente hacia la atmósfera intimista que volvería en el siguiente tema, Pozo de almas.

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Se hizo obvio que la fórmula de intercalar temas pausados con otros más acelerados funcionaba a las mil maravillas, pero no todo a partir de ahí sería preciosismo vocal y represión. Hubo sitio más que de sobra nuevamente para el rock y el octavo tema del repertorio fue Días de reinado, introducido por unos golpes limpios de batería por parte de Álex. Nos fuimos Al cielo en ascensor con la misma rabia y energía guiados en esta ocasión por la voz de Arturo y ésta dio paso a una clarísima Declaración de intenciones, cuya calidad de hit sirvió como punto de inflexión de la noche.

A medida que se sucedían las canciones la constatación era clara: no todo iba a consistir en su último elepé. Esas letras sinceras y pegadizas de Maryland vienen de antes. Tal y como lo demostraron esa noche haciendo una llamada obligatoria a This Time, What To Do y sin faltar ese órgano que lentamente explota en mil pedazos en Red Boots y que bien enlazaron con Atom Bomb, donde comprobamos cómo los fans reventaban de júbilo con sus viejos temas. Inmensos y contundentes. Acto seguido sonó Just Try! La voz de Arturo primero se iba complementando poco a poco con un dúo vocal acompañado de la percusión y guitarras fundiendo sus sonidos de la mejor manera antes de abandonar el escenario.

La traca final de los bises vendría sobre todo de la mano de la preciosa Camino, con dedicatoria incluida. Y como nunca nos conformamos y pedimos más y más, el quinteto se marcó los dos temas más esperados de la noche, Los años muertos y La caleta del Sol, para cerrar de forma definitiva un directo de pop-rock sin tapujos. Y quizás sea aquí, en sus letras en castellano, donde mejor podemos apreciar la evolución (siempre positiva) de Maryland.

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Crónica: Javier Krahe @ Mardi Gras (A Coruña, 21/11/2013)

Hola, ¿qué tal? ¡Cuánto tiempo! ¿Seguís todos bien? Bueno, vamos a lo importante: Javier Krahe en Mardi Gras. Tuve la oportunidad de asistir al concierto del madrileño en la noche del jueves 21. Para el que no lo conozca, Krahe, caballero de triste figura, casi parido de una Mandrágora junto a otros dos secuaces (ya sabéis, Alberto Pérez y uno de Úbeda) prosiguió su carrera por los escenarios de esta tierra con sus letras mordaces, críticas e incluso a remojo del Brassens más canalla hasta llegar a ser un prolífico artista (con perdón) y una figura de culto para generaciones una detrás de otra. Para conocerlo hay que escucharlo y para comprenderlo hay que verlo en concierto. Así que ahí fuimos.

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Cuando el cartel de completo cuelga desde esa tarde y al llegar a la sala ves una cola que gira la esquina con gente de diversas edades y pelaje, lo mejor que puedes hacer es dejar que entren e ir a por una cerveza. A Krahe se le entiende así, relajado, con tiempo por delante para reírse cuando toque y cuando no. Arrancaba ante una sala llena y agolpada con una presentación tranquila, casi tartamudeante, de lo que iba a ser el show: una presentación de las canciones de su último disco Las diez de últimas salpicada por otros éxitos de su carrera.

Abría con Antípodas y con su pinta de profeta adormecido con una banda que le acompañaba con contrabajo, guitarra y saxo, clarinete o flauta según se diera la canción. Todo esto mientras le cuchicheaban las canciones, aportaban nuevas narraciones o respondían a las dudas del cantautor haciendo que el cuerpo del concierto tuviese un aire de café-jazz despreocupado. Con Mariví o Agua de la fuente empezaba a presentar las credenciales de su último álbum, todo tapizado por presentaciones líricas que rompían las risas del respetable, buscadas como quien no quiere la cosa por Krahe.

No iba a faltar la casi exigida alusión al plato cristiano que dijeron que había cocinado apócrifamente tiempo ha y que casi nos cuesta un disgusto a nosotros, a él y a la libertad de expresión. A algunas letras de Krahe no hace falta hervirlas para ver que son cristalinas ( «El señor no es mi pastor / no soy ningún borrego») y el público aceptó sin concesiones e hizo suyos los temas que hasta ayer desconocía y que no necesitaron corear. Por sus caras solo parecían pedir que el chulo del escenario bajara a enseñar gramática a unos cuantos.

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Los músicos que le acompañaban le quedaban como anillos de oro a los dedos de la mano y lo complementaron a la perfección. Entre unas celebradas Vecindario, Dos de Mayo o La Yeti (donde se desbocó su vena más latina, llegando a pronunciar azúcar con ‘s’ con su característica flema, un despiporre) siguió colando nuevos éxitos, tapizados con esas toses que también son Krahe. Entre medias tuvimos la oportunidad de disfrutar de la cantautora Palito que coló entre risas dos temas propios muy al corte del madrileño y que no solo no desentonaron sino que fueron apreciados por los presentes.

Todas las canciones de Krahe hablan de amor y con ello de otras mil cosas. La risa esconde y enseña un sentimiento melancólico terrible, entre un sainete con kazoo y una resignación de romántico perdedor que pone en duda hasta el aire que respira y es que desde la ley antitabaco, el oxígeno ya no sabe igual. Su único lugar es el escenario y con su voz y canciones huye de todo envoltorio superfluo, homenajes pomposos o complejidad más allá de la canción y su mensaje. Ahora que está de moda el baile de nombres a teatros, el día que le pongan su nombre a un auditorio (que méritos no faltan), lo primero que hará Krahe es ir a mear a la puerta. Vamos, supongo.

Con el apogeo del concierto en un bélico Dos de Mayo y sacudiendo algunos de los últimos temas de su disco dio por finalizada la obra y regaló un bis para el concierto, que siendo quizás algo corto resultó muy satisfactorio y se clausuró con Décimas con Aguarrás y Diente de ajo. A Krahe uno puede ir muy reído de casa que allí aún le hará carcajearse más de una vez. Verlo siempre vale la pena, da igual la edad, la procedencia o las preferencias musicales. Krahe es un monstruo del escenario, con su pasotismo excepcional, con su lírica de apisonadora. Pero también es todo lo contrario, es negarse a sí mismo. Es la pijita que pregunta a su novio después de la primera canción «Oye, ¿y todas las canciones son así?». Si Krahe la llega a oír la sube a la tarima para darle un abrazo. Y luego hace más canciones así, claro. Y menos mal.

Setlist:

Antípodas
Mariví
Agua de la fuente
Navalagamella
Fuera de la grey
Vecindario
Puzzle
En la costa suiza
La Yeti
Con pasos cerriles
Dos de mayo
Tombuctú
Ay Democracia!

Encore:
Décimas con aguarrás
Diente de ajo

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The Right Ons

Crónica: The Right Ons + Maybe Boom @ La Casa Del Loco (Zaragoza, 16/11/2013)

Vivimos tiempos en los que el rock ha pasado a ser una mezcla de derivados, véase indie-rock, post-rock y todos los subgéneros que queráis. Al final a uno se le acaba olvidando la esencia del rock and roll y nos alegra ver que hay grupos que no se olvidan de su verdadero significado. Grupos como The Right Ons, que el sábado abrían la gira de presentación de Volcán, su nuevo disco en el que han cambiado el inglés por el castellano.

Antes de analizar cómo ha influido su reciente cambio de idioma tras tres discos en inglés (dos de ellos excelentes), hablemos del grupo encargado de abrir la noche: Maybe Boom. Liderados por Guillermo Sinnerman, guitarrista de The Faith Keepers, junto a otros tres músicos con trayectorias en diferentes grupos locales, sorprendieron a base de guitarrazos en una gran exhibición impropia de un grupo que prácticamente acaba de empezar. Rock sucio de canciones sencillas pero efectivas con el que se ganaron a todos los allí presentes. Para un servidor, que no había escuchado ni su maqueta, su actuación fue una grata sorpresa. De todas formas, por algo ganaron hace unos meses el concurso Ambar Z Music.

Maybe Boom

Tras el alocado show protagonizado por Maybe Boom, The Right Ons salieron a escena. Empezó a sonar la batería, las guitarras amagaban con romper y cuando nos queríamos dar cuenta ya estaba sonando Purple Neon Lights, uno de tantos éxitos que contiene su anterior álbum Get Out. Cuando eres un grupo con un sonido tan definido, te has ganado a la crítica con dos gigantescos discos y no paras de tocar por toda España, cambiar de idioma es una decisión como poco arriesgada. Fue en la segunda canción cuando pudimos comprobar cómo suena Volcán, en concreto tocaron Día Perfecto. He de decir que no había tenido tiempo para escuchar mucho de su nuevo trabajo, siendo el concierto casi mi primer contacto con él. Mis primeras impresiones es que ahora todo suena un poco más edulcorado. Puede que no sea necesariamente así pero es lo que tiene el castellano, que esconde la violencia que sí tienen con la lengua de Shakespeare. Eso sí, los riffs siguen igual de intensos y es de alabar el buen nivel que han conseguido en las letras, el factor que más temía.

Las canciones se sucedían a un ritmo frenético, de forma que las tocaban de cuatro en cuatro y sin apenas diálogo con los que estábamos en la sala disfrutando de su música. No éramos muchos, es verdad, pero no hubiese estado de más una mayor interacción. A pesar de ello, el público no desconectó en ningún momento y cuando el nivel bajaba, allí estaban canciones como Time Will Tell o There She Goes para volver a subirlo. El sonido tampoco ayudó demasiado a que fuese un concierto redondo y eso que llevan al productor de su disco de gira, algo que en principio debería garantizar cero problemas en ese aspecto.

The Right Ons

Lo que es innegable es que de talento van sobrados y sus nuevas composiciones malas no iban a ser. Como dicen en Pequeño Volcán, el tiempo dirá hasta donde llegan en esta nueva etapa. La cosa promete y ya va dando grandes temas como Rojo Intenso, canción de lenta cocción que te retrotrae el rock & roll de hace ya unos cuantos años que tan de moda se está poniendo últimamente con grupos como The Black Keys. No sé si fue un concierto excesivamente largo, pero el hecho de que saliesen al escenario a las doce menos cuarto hizo que pasadas las primeras 15 canciones ya casi no tuviera fuerzas para seguir el ritmo de los guitarrazos. Por fortuna, en su repertorio cuentan con canciones más lentas y tan disfrutables como Get Back, más rollo Beatles y una de mis preferidas. Si te cambias de idioma, no hay que hacerlo de cualquier forma y es evidente que lo suyo ha sido una decisión muy madurada. Dentro de Volcán hay temazos como Aturdido o Más allá que brillaron con luz propia en la noche del viernes.

The Right Ons

El primer adelanto que pudimos escuchar de su nuevo disco fue Quiere Bailar, para la que hicieron videoclip y que en cierta manera refleja lo que buscan con su nuevo disco. Se la reservaron casi para el final, hizo que todos bailáramos, tatareáramos y que en definitiva, pasáramos un gran momento. Acto seguido se marcharon y me dejaron con la sensación de que en Volcán han logrado mantener el nivel (que no es poco)  y que gracias al cambio de idioma van a llegar a mucha más gente. Lo que pasa es que todos empezamos a gritar para que volvieran y aún les quedaba On The Radio, ese increíble hit que tiene unos riffs con los que pocas bandas nacionales pueden competir. Total que la tocaron, fue el mejor momento de la noche y el hecho de que coincidiera con el final del concierto hizo que, pese a los problemas de sonido anteriormente citados, nos fuésemos con un gran sabor de boca. Eso sí, ahora ya no sé si los prefiero en inglés o en castellano.

Setlist:

1. Purple Neon Lights
2. Día Perfecto
3. Dentro
4. Easy If You Try
5. Time Will Tell
6. Pequeño Volcán
7. Rojo Intenso
8. Subtle Hint
9. Adiós
10. There She Goes
11. Inconsciencia
12. Get Back
13. Montaña
14. Omnicordio
15. Más Allá
16. Thanks
17. Aturdido
18. Quiere bailar

Bis:
1. Lento Final
2. On The Radio

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The National

Crónica The National + This Is The Kit @ Heineken Music Hall (Amsterdam, 07/11/2013)

Un golpe del destino me llevó esta vez a Amsterdam a ver a los incombustibles The National. Contra todo pronóstico y a eso de las siete y media de la tarde llegaba a la maravillosa sala Heineken. Podría decir burradas acerca del robo que supone comprar allí la moneda con la que se pagan las cervezas y los euracos que te gastas si quieres dejar las capas de ropa que llevas encima para sobrevivir al frío holandés, pero lo cierto es que sólo hice uso de lo primero y aún me quedan 3 fichas, la excusa perfecta para volver a ese mágico lugar. Y digo mágico porque llegué sola y no muy emocionada y salí como una niña pequeña con una piruleta.

Heineken Music Hall

Pues sí, amigos. Una piruleta es lo que le faltaba a la cantante de This Is The Kit, que abrió la noche acompañada de su banjo y una voz más dulce que la de un beso de gominola. Y hablo así porque aunque me gustaron algunas de sus canciones, acabé un poco cansada de tanto «uuuh», «aaaah», «eeeeh», «uuuh». Pero vaya, que podéis juzgar por vosotros mismos escuchando unos temas aquí. La última vez que vi a The National fue hace cinco años en el festival Werchter, en Bélgica y por aquel entonces también fui sola, ya que mis amigos prefirieron ir a ver a Mika al escenario de al lado. Y ¿por qué digo esto? Porque me parece que en general es un grupo que «no conoce nadie» y que a pesar de hacer de banda sonora para series como Chuck o Anatomía de Grey, entre otras, «ojo cuidao», debería tener más reconocimiento por aquí por Europa. Aún así hubo lleno en la sala y vi a algún holandés de estos gigantes echando unas lagrimillas. Que no se diga.

The National

«Me gusta el juego y el vino. El vino, mucho» – Foto de Heineken Music Hall

Pasada una hora, los teloneros dejaron paso a los de Ohio. Matt Berninger que salió como podéis ver, enfundado en unas gafas de lo más jípster retro, vino acompañado de su inseparable copa de vino, de la que hablaremos más adelante. A decir verdad, en cuanto empezaron el concierto con I Should Live in Salt, pensé que me hubiese gustado mucho más ir a un concierto de la gira que hicieron por High Violet y no Trouble Will Find Me, pero me callaron la boca enseguida y me complacieron, ya que tras Don’t Swallow the Cap vinieron Anyone’s Ghost y Bloodbuzz Odio y todos nos vinimos muy arriba. Incluso con la lentitud de la segunda el público se emociona, ya que los acompañamientos de trompeta y trombón hacen del final una delicia perfecta que dio paso a la descompasada Demons. Cuando conseguí alejarme del adolescente que cantaba detrás de mí a «grito pelao» comenzó Sea of love y todos coreamos el nombre del CD mientras Matt se deshacía en gritos hacia el final de la canción, algo que os sorprenderá si es que todavía no los habéis visto en directo, ya que en ocasiones, en lugar de ver a The National, os dará la sensación de estar viendo a un grupo de punk. Los teclados comenzaron a sonar y me emocioné mucho pensando que tocarían Wake Up Your Saints, la cuál nunca llegó, y sonó Hard to Find. Nos movieron a todos con Afraid of Everyone y tras hacer los coros de Conversation 16 y gritar que todos éramos malvados tocaron una buena combinación de Available y Cardinal Song, ambas de su segundo álbum, Sad Songs for Dirty Lovers. Pronto volvimos a 2013 y vinieron I Need My Girl y This Is the Last Time, que yo hubiese bailado lentamente abrazando a un chico del público que se agarraba el hombro derecho y se meneaba con los ojos cerrados, porque esa es otra cosa que tiene este grupo y que todos deberíamos tener en cuenta, sus letras y el significado de todas y cada una de las estrofas.

The National

Los hermanos Devendorf y uno de los Dessner haciendo coros – Foto de Heineken Music Hall

Antes os hablaba de la copa de vino que acompañaba a Berninger a su entrada al escenario, y es que es su compañera inseparable, lo cuál puede ser bueno y malo a la vez. Bueno porque puede llevarle a hacer canciones como All The Wine que fue la primera que tocaron del CD Alligator o malo, porque en medio de Abel le hizo perder el control de todo lo que le rodeaba y envuelto en ese poder punk que lo inunda a veces, le hizo no sólo gritar el estribillo «my mind’s not right» de forma muy loca, como en el álbum, sino también tirar el micro en varias ocasiones, lo cuál no fue muy agradable para nuestros oídos. A todos nos parecía raro que no removieran ninguna de las canciones de The Boxer del cajón, pero acertadamente eligieron Slow Show para paliar ese momento. A esa y alternando CDs le siguieron Sorrow, Pink Rabbits, England, con una muy bien traída lluvia proyectada detrás de la banda y Graceless. En ese momento el cantante comenzó a presentar a los componentes y se ve que al teclista no le importó demasiado, ya que mientras Matt nos contaba que le habían sacado un diente al trombonista, comenzó Fake Empire y todos nos volvimos muy locos. Allí nos dejaron, a medias, con las luces apagadas y los aplausos y silbidos incontrolados, mientras dos muchachos que deben tener más paciencia que Job con el pelirrojo, barrían los cristales de la copa que el líder de la banda había tirado antes de irse. Como era de recibo, volvieron muy lentamente con About Today, recuperada del EP Cherry Tree aunque pronto aceleraron el ritmo con Humiliation. Completamente embriagado, Berninger entonó como pudo Mr. November, tiró una botella al aire sobre el escenario justo antes de acabarla y la guitarra dio paso a la última de la noche, Terrible Love. El cantante es conocido por bajar y enredarse un poco por el público y así lo hizo en esta ocasión. Desgraciadamente veréis como el cable del micro pasa arrasando las cabezas de los asistentes y no cómo en el puente de la canción el pelirrojo viene hacia mí y me da un pisotón y un golpe, pero eso ya me lo guardo yo como anécdota. Vaya, que a pesar del vino, el espectáculo de los americanos es digno de ver y de escuchar, así que yo de vosotros, no dudaría el pasarme por alguno de sus conciertos. ¡Salud, hermanos!

Setlist:

1. I Should Live in Salt
2. Don’t Swallow the Cap
3. Anyone’s Ghost
4. Bloodbuzz Ohio
5. Demons
6. Sea of Love
7. Hard to Find
8. Afraid of Everyone
9. Conversation 16
10. Available
11. Cardinal Song
12. I Need My Girl
13. This Is the Last Time
14. All the Wine
15. Abel
16. Slow Shoe
17. Sorrow
18. Pink Rabbits
19. England
20. Graceless
21. Fake Empire

Bis:
1. About Today
2. Humiliation
3. Mr. November
4. Terrible Love

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