Un año más la Sala Multiusos de Zaragoza se vestía de gala para acoger otra edición del FIZ, el Festival Independiente de Zaragoza. Parece mentira pero ya han pasado trece años desde la primera edición y desde entonces han ocurrido muchas cosas. Gracias a este festival los zaragozanos han podido disfrutar de Mogwai, Massive Attack, Spiritualized o Travis, en resumen, artistas que de ninguna otra forma hubiesen acudido a la capital maña. Por esta razón y para celebrar sus trece años de existencia, decidieron traer al DJ británico Norman Cook, más conocido como Fatboy Slim. Afortunadamente la propuesta del festival abarcaba grupos más fieles a su espíritu inicial como la banda local Big City, The New Raemon & Maga, Supersubmarina y Dorian. El día estaba triste, completamente nublado y solo me quedaba confiar en ellos para mejorarlo.
La banda que tenía la responsabilidad de abrir este año el festival eran Big City y para cuando entré ya habían empezado a tocar. Su sonido recuerda mucho a los ya extinguidos The Sunday Drivers pero con algo más de garra. Llevan más de una década juntos, la crítica los ha abrazado unas cuantas veces pero como a otros tantos grupos, el reconocimiento de algunos medios no les ha valido para ganar público. Venían para presentar su reciente último disco, The Way The Trees Are, pero como es costumbre en este festival, el primer grupo del día está destinado al ostracismo y solo unos pocos afortunados nos acercamos a ver qué ofrecía la banda zaragozana.
Por fin llegaba el momento más especial del día con la última actuación de The New Raemon, que ha decidido alejarse de los escenarios por un tiempo indefinido. En este ocasión le acompañaban los sevillanos Maga, que parecen estar viviendo una segunda juventud. El concierto empezó con Risas Enlatadas perteneciente al último disco del bueno de Ramón y dado que ambas partes se iban turnando, la siguiente canción en sonar fue la mítica Diecinueve, muy bien recibida por el público. Canciones de Maga y The New Raemon sonaban alternativamente y de esta forma pudimos disfrutar de Hagamos cuentas, la genial Marathon Man o la ya clásica La Cafetera. La Sala Multiusos estaba todavía injustamente a medio llenar, pero eso no impidió que cada canción fuese coreada con la misma rabia que caracteriza al catalán.
Con motivo de El problema de los tres cuerpos, el disco que sacó hace un tiempo con Francisco Nixon y Ricardo Vicente, decidió invitar a este último para cantar juntos Todos tus caballos son de carreras, que hizo las delicias del público. Maga, que descansaba mientras tanto entre bambalinas, volvieron otra vez al escenario para tocar una bonita versión de Astrolabios. Todo terminó con Te debo un baile, una de las canciones más conocidas de The New Raemon y que realmente se trata de una versión de la banda barcelonesa Nueva Vulcano. Es por ello que dejó a un lado la cercanía acústica y decidió ceñirse a la versión original, despidiendo de una forma inigualable el mejor concierto del festival.
Tenía ganas de volver a ver a Supersubmarina. En el siempre complicado momento del segundo disco, decidieron arriesgar pero se quedaron a medio camino. De cualquier forma, José Chino y compañía se presentaron en Zaragoza con ganas de comerse el mundo. Todo comenzó con Eléctrico, precedida de la ya habitual intro de Magia electroviral. Una cosa es indiscutible y es que los de Baeza han sabido llegar a muchísima más gente, prácticamente no cabía nadie más entre el público. En la primera parte del concierto prevalecieron las canciones de su último álbum y trallazos como Canción de guerra sonaron mejor que nunca. También es cierto que canciones más lentas como De las dudas infinitas me produjeron un fuerte efecto somnífero. No se puede tener todo.
La segunda parte del concierto fue más frenética y divertida, predominando canciones como Hermética, Kevin Mcalister o Puta Vida, que es sin duda donde más brillan. Había visto ya más veces a Supersubmarina y siempre me habían dejado algo frío. Hoy no puedo hacer otra cosa que exaltar su actuación porque aunque me pese, dieron un excelente concierto a pesar de contar con ciertos imprevistos: Jaime, el guitarrista, estaba gravemente lesionado en el hombro. Se despidieron como hacen habitualmente con Cientocero dejando el listón muy alto y confirmando mi reconciliación con el grupo.
Ya había llegado la hora de la banda extranjera de esta edición, los británicos Citizens!. Fueron una de las apuestas del siempre fiable sello Kitsuné y la producción de su disco corrió a cargo de Alex Kapranos, líder de Franz Ferdinand. Lo primero que destaca es el fuerte look entre glam y hipster de la formación. ¿Habrá buena música detrás de tanta pose? Pues vayamos por partes. Estos chicos saben que su debut tiene tres hits muy considerables y poco más, por esto mismo decidieron reservárselos para el final. Todo esto produjo un bucle de canciones repetitivas, tanto que a veces parecía que no habían pasado de canción. De todas maneras, la banda inglesa le puso ganas y consiguieron lograr el apoyo del público con una graciosa versión de Bésame mucho. Ver al cantante de la banda, cuyo parecido a David Bowie de joven es considerable, cantando esta canción fue lo más curioso de la noche. El experimento funcionó y a partir de aquí todo fue a mejor.
Finalmente se decidieron a hacer uso de sus canciones más reconocidas, empezando por Reptile, cantada por una parte considerable del público. La cosa parecía que empezaba a mejorar y el nivel fue subiendo con I’m in love with your girlfriend o Caroline. El cantante justificaba en buen parte el gran trato que les estaba dando Zaragoza ya que no paró de moverse, bailar e incluso intentó saltar la valla que le separaba del público, lo que terminó de agotar la paciencia del personal de seguridad. Aún les quedaba True Romance, su canción más reconocida y que disparó el hype en torno al grupo allá por el 2012. Habrá que ver si en el futuro son capaces de reinventarse y no recurrir siempre a lo mismo. La cuestión es que Citizens! salieron victoriosos de un difícil enfrentamiento con la mayoría de la audiencia desconocedora de su único álbum, y hacer algo así es muy complicado. Bravo por ellos.
Cubrir la información del FIZ desde la primera fila empezaba a ser muy agotador, aún así aguanté el tipo para ver la actuación de Dorian. A pesar de que he hecho el esfuerzo de escuchar sus discos un par de veces, nunca he conseguido disfrutar de su música. Por suerte para ellos, hay muchísima gente que no comparte esta opinión y se dejaron todo cantando los estribillos ya clásicos de La tormenta de arena o Cualquier otra parte. He de admitir que su nuevo trabajo me parece lo más atractivo que han hecho hasta ahora y quién sabe, a lo mejor en el futuro cambio de opinión. Lo que sí es cierto es que con su actuación disfrutaron miles de personas, así que algo bueno deben hacer.
El cansancio ya era mayúsculo y con todo el dolor del mundo, me quedé sin disfrutar de Fatboy Slim, otra vez. Cuando abandoné el recinto ya no quedaba casi nadie de los que estábamos al principio y es lógico, ya que unos íbamos por las bandas primeras y otros muchos iban por la fiesta que garantizaba Fatboy Slim o más tarde, The Zombie Kids. Ambas posturas totalmente respetables. Bajo mi opinión lo más interesante del festival ya había pasado y por tanto, ya no pintaba nada allí. Nos marchamos a casa con la sensación de que el FIZ progresa año a año y que si la profunda crisis en el sector no ha podido con él, solo puede aspirar a hacerse más fuerte. Podremos estar más o menos conformes con el cartel de cada edición, pero sin él los zaragozanos estaríamos más huérfanos musicalmente y no nos quedaría más remedio que emigrar para ver a algún grupo interesante de cuando en cuando. Hasta el próximo año.
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