Estos últimos años hemos podido observar que Suecia está pariendo un gran puñado de bandas de «retro-rock» influenciadas por formaciones clásicas como Black Sabbath, Led Zeppelin, Cream o Pentagram. Gente como Witchcraft, Horisont, Troubled Horse o Dead Man han recogido las semillas que otros grupos han dejado para hacerlas germinar en una época en la que el blues, hard rock o la psicodelia ya no pegan tan fuerte como puede parecer. Graveyard son uno de ellos. Con tres discos a sus espaldas (Graveyard, Hisingen Blues y el más reciente, Lights Out) han demostrado que en pleno siglo XXI el rock hecho como antaño todavía puede triunfar. Aunque traten de ser un grupo clásico dentro de un boom de electrónica y música experimental en el que vivimos actualmente y lo consigan, también son capaces de parecer completamente desconocidos e innovadores. Han citado en entrevistas que así como han sido influenciados por la onda setentera, también son aficionados al death metal, hardcore, jazz o doom. Son unos melómanos confesos que hacen lo que les sale de dentro, como debe de ser.
Como bien os decía, ya han sacado a la luz tres largos. Hoy os vengo a hablar del más reciente, Lights Out. En éste han arriesgado un poco más que los anteriores, han incluído un par de baladas, canciones relativamente más oscuras que en otras ocasiones y si nos tiramos de la moto un poco, más duras. Digamos que es un «mix» de sus anteriores obras pero con alguna que otra innovación para no caer en la monotonía.
An Industry Of Murder, primer corte del LP, nos carga las pilas para el corto pero intenso viaje en el que nos vamos a sumergir. Una sirena (o algo similar), una batería «in crescendo» y un ritmo simplón de guitarra que acompaña a la melodía que forman éstas nos lleva a la «rotura» de la calma con un riff que podría haber sido creado por el mismísimo Tony Iommi. La atmósfera oscura en los ritmos es lo que predomina en este tema hasta su estribillo («We’re the proper lies/The public faults, it’s all I want») que tiene un sonido que puede recordar a la música stoner fácilmente.
Con Slow Motion Countdown cambiamos de tercio completamente y nos ponemos sentimentales y melosos. Esta primera balada propiamente dicha de Graveyard es prácticamente uno de los mejores y más curiosos del largo. Nos invita a mantener encendida esa llama que, a pesar de la oscuridad y las adversidades, siempre permanece en nuestro interior. Podemos aplicar esta lección a una relación, una pérdida, una separación… Lo que queráis.
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Slow Motion Countdown
Seven Seven nos trae de vuelta a los Graveyard directos y rudos de temas como RSS o Lost In Confusion. Un pepinazo en toda la «jeta» que nos enseña a jugar solos y en nuestro campo con la ventaja que ello supone, a romper las líneas y a no dejarnos llevar por el pasado, a encontrarnos de alguna manera. Podría ser una clara alusión a las drogas y a sus posibles consecuencias. Recordemos que Rikard Edlund (bajista) está en rehabilitación por una adicción que no ha sido desvelada. Puede que haya cierta relación.
Seguimos la andadura con The Suits, The Law & The Uniform, una clara crítica hacia la sociedad actual, a los trabajos a los que los altos cargos nos aferran por un puñado de billetes. A decir verdad, casi todo el disco está repleto de crítica hacia la aristocracia clasista y poderosa que controla cada esquina del planeta, a la que se unen los sentimientos y sensaciones que estos problemas causan. Pienso y creo que estos dos conceptos son los pilares básicos para entender lo que nos quieren decir.
Endless Night aproxima otra vez a nosotros los problemas internos con uno mismo, esta vez llevados a la negatividad y la desesperación personal («My try, it leads in vain/[…] One last try before things fail […]/I’m going to war, to war with myself») que culminan con la segunda balada consecutiva, Hard Time Lovin’, una historia de amor en la que Joakim se aferra a la figura de un amor imprescindible por encima de cualquier cosa.
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Llegamos a la recta final con Goliath, Fool In The End y 20/20 (Tunnel Vision). La temática de estas canciones sigue girando en torno a lo mismo. Goliath nos deja claras las intenciones con frases como «the wolves are at your door dresses like sheep» o «the world is full of snakes whispering in your ear» mientras que Fool In The End es otra llamada de atención para los necios que piensan que la vida es un camino de rosas en la que nos dan todo gratis y por la que no tenemos que esforzarnos. La conclusión de la última tonada (20/20) nos hace saber que ese posible protagonista de esta obra, preso de sí mismo y de los lobos carroñeros de la sociedad ha caído otra vez y ahí se ha quedado, en un túnel en el que solo le acompañan una guitarra y una botella, con la cual se desliza entre sus dedos para «sacar el blues» (posible referencia al «slide» utilizado por muchos guitarristas para tocar diferentes notas).
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Goliath
Lights Out no es el mejor disco de Graveyard, pero está muy a la altura de sus predecesores. No supera al Hisingen Blues, pero sí llega a la calidad del disco debut aunque no haya casi similitud entre éstos. En resumen, es un gran disco candidato a estar entre lo mejor de este año, tiene garra y sentimiento y encima no peca de repetitivo ni lento a pesar de esa temática clara, innamovible y tan presente ahora mismo en la música: los problemas actuales. Tanto esos que nos afectan nivel personal como a los generales, los del mundo a cargo de políticos y personas que nos hunden en la miseria organizando y estructurando un sistema solo para unos pocos.
Nota de los usuarios:
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Tracklist:
1. An Industry Of Murder
2. Slow Motion Countdown
3. Seven Seven
4. The Suits, The Law & The Uniform
5. Endless Night
6. Hard Time Lovin’
7. Goliath
8. Fool In The End
9. 20/20 (Tunnel Vision)
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