Para el segundo día se acababa mi conocimiento sobre los grupos que actuaban en el festival. A partir de ahora esto podría comenzar a llamarse la crónica del desconocimiento de causa. Evidentemente ciertos nombres de las bandas que tocaban el sábado los conocía, pero la verdad es que no habían despertado en mí especial interés. Igualmente y como una profesional llena de interrogantes acudí a disfrutar del sol y la buena música y acabé llevándome alguna sorpresa que otra. La primera fue que el viernes te podías mover por todo el recinto sin problemas, pero el sábado allí había más gente que en la guerra.
Foto general con ambientazo a las seis de la tarde
Los primeros que resonaron en mis oiditos fueron Mastodon. Bajo la impresión de una persona que no los ha escuchado en su puta vida, no sonaban mal, por afinidad musical simplemente no me gustaron. Puedo deciros que el concierto comenzó bastante pobre, la gente no bailaba, no coreaba y llegué a pensar que se estaban derritiendo bajo el sol. Pero se fueron creciendo poco a poco hasta llegar a un final en el que la gente se animó con cada uno de los temas y aclamaba a los guitarristas que se paseaban para las nuevas plataformas que habían aparecido para esta jornada frente al escenario.
Brazos jaleadores para Bill Kelliher
Después de Mastodon y de una forma inexplicable ocurrió algo extraño, durante unos 20 minutos hasta que empezaron Within Temptation no había nadie tocando en ninguno de los dos escenarios, ¿ya habían acabado Children of Bodom? Tras esperar pacientemente Sharon den Adel saltó al escenario para hacer una presentación infinita con su piano. Una vez que comenzó a cantar, todo me sonaba igual mientras ella luchaba por respirar, así que opté por abandonar el concierto decepcionada, quizá influenciada por unos prejuicios que me hacen repeler a los grupos con vocalistas femeninas, pero es que esta se lo ganó a pulso.
Con Ghost ni siquiera me atreví, así que los siguientes de la tarde fueron Slayer. Que esta servidora viera el concierto de Slayer se podría resumir en un: cómo mandar a una inconsciente musical a ver uno de los mejores conciertos de su existencia. De nuevo bajo la ignorancia de no conocer ninguno de sus temas, el concierto fue una explosión de sonido desde el principio hasta el final, en el que la gente disfrutó desde el primer acorde hasta el último, todo esto sin recibir tregua alguna.
Entre una cosa y otra me dio tiempo a pasarme por delante del escenario de Enter Shikari, a estos los conocía y los odio con saña, ahora más. En mi opinión ese hombre no canta, berrea. Así que desistí y me puse a esperar el concierto de Metallica que daría comienzo casi a las once de la noche. Ya sabíamos que Evanescence se iba a retrasar ya que la organización lo había avisado a través de las pantallas que había por el recinto (en Twitter también lo habían avisado pero tener cobertura allí era cuestión de suerte); lo que no sabíamos era que se iba a retrasar bastante más.
En modo romántico, Slayer al anochecer
Después de ver cómo montaron el escenario y de escuchar cómo probaban cada uno de los instrumentos el personal comenzó a desesperar hasta que al fin se escuchó la melodía de El bueno, el feo y el malo, The Ecstasy of Gold. Tras escuchar el cover de la sintonía dio comienzo el concierto con Hit the Lights y Master of Puppets. La gente estaba animada, venía a verles a ellos y desde el principio disfrutó con el repertorio. Tras cinco temas y la proyección de un breve documental en las enormes pantallas que acompañaban el escenario se marcaron un repaso por todos los temas de su Black Album.
Como dato anecdótico diré que nunca me imaginé que vería tal exaltación de la amistad y del amor durante un concierto de Metallica: el Nothing Else Matters removió los sentimientos de todos los presentes. Allí la gente se abrazaba para cantar e incluso llegué a ver alguna lagrimita. La verdad, y me podéis llamar simple si queréis, es que dejaron lo mejor para los bises. Para terminar tenían preparado un espectáculo de luces, fuegos artificiales y llamaradas mientras sonaban Battery, One y Seek & Destroy que me hicieron padecer dolor de cuello de mirar hacia arriba. Me gustaron hasta las pelotas negras (de playa, no penséis mal) de Metallica que aparecieron por el escenario. Una excelente puesta en escena de la que algunos decían que era predecible, haciendo que yo me preguntara ¿a qué tipo de conciertos va esta gente?
Qué sonrisa, qué capacidad de concentración… ¡Qué hombre!
Antes de irse hicieron una gran despedida en la que todos los componentes pasaron por el micrófono para dar las gracias a todo el mundo y pronunciar las típicas palabras de felicidad por haber vuelto a España. Además tiraron así como un saco de púas de guitarra y como no, las baquetas. La verdad es que parecían felices y campechanos. Se nota que son todo unos veteranos sobre las tablas.
Para acabar la noche solo quedaban Evanescence y Fear Factory que bastante difícil lo tenían después de la actuación de Metallica. Como resumen general diré que fallaron los horarios, que no me costó en ningún momento entrar a los baños o acceder a las barras (cosa rara o estar ahí en el momento oportuno), que el sonido del viernes se podía haber mejorado… Pero que fue un festival del que disfruté durante los dos días independientemente de no ser adepta a la mitad de los grupos que componían el cartel.
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