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Hola, qué tal. Yo bien, aquí, tirando. Pero hablemos de música. Me molan los grupos chulos; los otros ya algo menos. Diría que eso lo resume todo con respecto a mí: ahora habladme de vosotros.

Best Coast – iTunes Session (Wichita Recordings, 2011)

Para los grupos surgidos en la era digital, que, en términos históricos, comienza cuando ya ni Dios paga por comprarse discos, la frontera entre los trabajos de verdad y el resto se debería hacer cada vez más difusa. Lo lógico es pensar en artistas cuyos tours no se circunscriben a una gira de presentación, sino que se producen cuando quieren y pueden, y van grabando canciones e incrementando su repertorio progresivamente, sin centrarse tanto en el gran lanzamiento bianual. Pero no ocurre así, ni parece que esto vaya a ocurrir en el corto o el medio plazo.

Es cierto que la manera de presentarse de una banda sí ha evolucionado desde el discreto hasta el continuo: esto ya no consiste en sacar un disco, girarlo durante seis meses y desaparecer del mapa durante año y medio para, entonces, volver a presentar álbum: ahora la oferta es tan amplia que estás muerto como no ofrezcas algo a tus seguidores con una periodicidad que no exceda lo trimestral: un vídeo, una versión de otro grupo, una colaboración, lo que sea para que se te siga teniendo presente. La carga de trabajo no es que se haya repartido, sino que a la apuesta por el disco se suma la necesidad de la promoción constante con más y más.

Para Best Coast, al igual que para la mayoría de sus contemporáneos, su Crazy for you, aparecido hace cosa de un año y que apareció en casi todas las listas de lo mejor del año, no supuso el breakthrough del grupo, sino la confirmación de lo que venían apuntando con los singles y con la estupenda acogida y promoción que la crítica les brindó (la formación del hype): su pop californiano sucio, con olor a tablas de surf, recibió un aplauso casi unánime.

iTunes Session

Algo tenían que poner en la portada, ¿no? Y sin repetir gato.

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Francisco Nixon y Ricardo Vicente @ La antigua estación (Oviedo, 25/06/2011)

Ni Enrique Urquijo, ni leches: el Kurt Cobain español es Sergio Algora. Su fallecimiento constituye un punto de inflexión sin precedentes en la historia de la música nacional. Queríais un comienzo vehemente con una frase que dé que pensar, ¿no? Ahí la tenéis.

Incluso dejando a un lado El niño gusano, cuya relevancia es innecesario reivindicar a estas alturas en que se encuentra ya por encima del bien y del mal, el papel de La Costa Brava, en cuanto consorcio para la normalización de un indie español que, a principios del s.XXI no tenía ni remotamente claro hacia dónde evolucionar, aglutinando al propio Algora con los compañeros que se había echado para un proyecto tan maldito como Muy poca gente, a Francisco Nixon (por aquel entonces todavía lo llamábamos Fran Fernández), que también buscaba su sitio tras perder Australian Blonde el apoyo de casi todo el mundo y, más tarde, Ricardo Vicente, llegado desde Tachenko, la banda que habían montado los antiguos componentes de El niño gusano.

Como la selección española que se llevó Eurocopa y Mundial, aquello no se trataba de un mero combinado, un supergrupo: la suma de individualidades era más bien una potenciación en cuyo espejo se miran todos los de alrededor, tratando de imitarlos.

A su muerte, el imperio que Algora había montado no se derrumbó por completo, sino que ha logrado sostenerse gracias a los herederos directos donde legó su fortuna: Nixon, que ya había iniciado su andadura en solitario paralelamente con los últimos estertores del grupo, y Vicente, que continuó ligado al gijonés en un proyecto donde tanto monta, monta tanto y que este sábado se pasó por La antigua estación ovetense.

Francisco Nixon y Ricardo Vicente
Francisco Nixon y Ricardo Vicente. Conjunción copulativa. Seguir leyendo Francisco Nixon y Ricardo Vicente @ La antigua estación (Oviedo, 25/06/2011)

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Christina Rosenvinge – La joven Dolores (Warner, 2011)

Encontrarse detrás de dos temas tan Singstar como Chas! y aparezco a tu ladoVoy en un coche (sé que solo el segundo de los citados aparece en una de estas compilaciones, pero el primero podría hacerlo perfectamente) es sinónimo de cheque en blanco por parte de las discográficas para hacer lo que a uno le viene en gana. Este salvoconducto se traduce para Christina Rosenvinge en la adquisición de un status de francotiradora totalmente imprevisto para una figura de la música más comercial de los ochenta (en lugar de acabar haciendo anuncios de Kas para terminar por desvanecerse, como su compañero de fatigas Álex de la Nuez); tan a contracorriente como resulta concebible, atravesó los noventa cantando en español y, con el cambio de década, mudó al inglés, exactamente la tendencia contraria a la impuesta por el resto de figuras del panorama indie.

Afortunadamente, en su camino se cruzó Nacho Vegas, con el que, además de compartir una relación que se convirtió en la comidilla de todos los foros musicales, lanzó un álbum conjunto, Verano fatal, donde aparecía el germen de aquello en lo que ha devenido. El gijonés, además, también resultó una figura clave en su primer álbum de esta etapa, Tu labio superior, y no solo por el archicitado vídeo de La distancia adecuada, con ella postrada de rodillas ante la presencia del autor de Actos inexplicables, ni por su letra obviamente dedicada a los lazos que la unían a ella con él y a él con la heroína: su presencia eclipsa (este fenómeno solar ocupa una de las piezas más memorables de este disco, y no es casualidad) de comienzo a final aquel trabajo.

La joven Dolores

Mar y bosque se fusionan en sepias, que, a la plancha, están cojonudas.

Tres años después, y cuando parece que la alianza ya se ha roto por completo, aparecía la duda de cómo afrontaría una nueva publicación Rosenvinge: si mantendría la línea trazada o volvería, por enésima vez, a reinventarse a sí misma. La respuesta, por supuesto, se queda en tierra de nadie: desde luego, La joven Dolores no es más de lo mismo, pero dista también de poder calificarse como un giro radical en su carrera. Seguir leyendo Christina Rosenvinge – La joven Dolores (Warner, 2011)

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Heineken Día de la música, domingo @ Matadero (Madrid, 19/06/2011)

Tras el primer día del festival, como suele pasar, llegó el segundo. Como jornada gorda pintaba más el sábado, pero, dado el irrisorio precio del abono conjunto, el domingo se podía afrontar como los extras del DVD que, gracias a Dios, trascendieron su condición y adquirieron entidad independiente por méritos propios.

Scala & Kolacny Brothers es un experimento raro, no excesivamente original, formado por piano más un coro de chicas belgas que interpreta versiones de clásicos tan dispares como Creep o The Beautiful People y, no contento con eso, se arranca, una detrás de la otra, con Clandestino y, sobre todo, Cumpleaños total, coreada por gran cantidad de los presentes, que parecían despertar del sopor de la tarde: el comienzo efectivo de la jornada no se produjo hasta que los problemas con la farlopa de Los planetas sonaron en la boca de unas chavalas que, probablemente, no entendían ni papa de todo aquello, ni quién era ese tal Chino.

A Ron Sexsmith le tocó el escenario que mejor le sentaba, el Rockdelux, con gradas y pista, para una sesión tranquilita y muy agradable que dejó claro hasta a quienes no seguimos particularmente al canadiense que lo que estábamos viendo constituía algo memorable. Sesión ideal para la media tarde.

La protagonista del día era «Lourdes», en pleno ojo del huracán tras sus declaraciones en la revista más influyente de España, la Marie Claire, donde se identificaba, si se tiene que decantar, como de derechas. La pobre «Lourdes» lo debe de estar pasando fatal con el apoyo de nuevo cuño del grupo Intereconomía, que la ha convertido en heroína de la causa tras sus declaraciones, reivindicándola como mártir del conservadurismo, contrapuesta a sus odiadas cejas.

Russian Red

Los neones rezan Russian Red, que es la chica de delante.

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Heineken Día de la música, sábado @ Matadero (Madrid, 18/06/2011)

La crisis tiene una parte mala, es verdad, no lo niego; que si los cinco millones de parados, que si el drama de las hipotecas o los recortes sociales para que el país no entre en bancarrota. Una vez dicho esto, pasamos a la parte buena: los desempleados tienen una oferta excelente para entretenerse mientras los rechazan en todas las ofertas de Infojobs.

Los festivales para gente con clase, como el Primavera Sound o el FIB, observan el brote como setas de alternativas que ofrecen un cartel sin tanta vitola, pero con un precio que juega en otra liga.

Uno de estos festivales low cost, el Heineken Día de la música, se celebró durante el pasado fin de semana en el recinto madrileño del Matadero, por un módico importe de 24 euros por los dos días o 15 por cada jornada, a años luz de los más de 150 que cuesta un abono para los festivales punteros, a cambio de sacrificar a Jarvis Cocker y Julian Casablancas en favor de Russian Red y el pavo de Vetusta Morla. Pues habrá que vivir con ello, qué le vamos a hacer.

Cuando los ventiladores pusieron a ondear el flequillo de Guille Mostaza, todas las dudas sobre la identidad del grupo tras el notable giro en su carrera que supone su cuarto disco, Cardiopatía severa, se despejaron. Ellos siguen siendo los mismos que alentaban otro tipo de conjeturas en los tiempos del Lo tuyo no tiene nombre (de los que nos separan ya diez años: si a alguien le apetece suspirar con aquello de cómo pasa el tiempo de rápido, este es su momento), por mucho que hayan sustituido la caja de ritmos por la Orquesta sinfónica de Bulgaria.

Ellos

El flequillo de Guille Mostaza rodeado de cosas y gente. Seguir leyendo Heineken Día de la música, sábado @ Matadero (Madrid, 18/06/2011)

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