Los responsables de cualquier festival saben lo importante que es diferenciarse, encontrar una identidad sobre la que amantes de la música puedan verse reflejados y así atraer el mayor número de gente posible. Al Bilbao BBK Live le ha costado lo suyo pero por fin parece haberlo conseguido. El festival contaba este año con tres potentes cabezas de cartel, como Depeche Mode, Kings Of Leon y Green Day. Teniendo en cuenta que hacía tiempo que sus fans no los veían por España, se concluye fácilmente que estaban muy bien escogidos. Si a esto le sumamos una oferta musical variada y atractiva, nos encontrábamos con un cartel muy apetecible.
Reparto por días del cartelón de este año
Jueves 11 de julio
El sol fue el extraño protagonista de la primera jornada. Acostumbrados a un tiempo más fresco y con menos calor que en otros festivales, suponía un ligero contraste a ediciones anteriores. Con este panorama recibía Bilbao a los miles de asistentes que se daban cita otra vez en un festival sin duda en alza y que se ha convertido en uno de lo más importantes de Europa por méritos propios. Tras subir al monte de la ciudad y superar la cuesta que llevaba hasta el recinto, por fin estábamos en el BBK. Tocaba recomponerse para ir a por las primeras filas y disfrutar del gran día que nos esperaba.
Al ser el primer día, la cola para acceder al festival era considerable y cuando conseguimos entrar ya sonaba TOY de fondo. Los británicos, que tocaban en el escenario Heineken, tenían la responsabilidad de abrir el festival y no defraudaron. A pesar de que la mayoría de los asistentes estaban en otros menesteres, los que sí estuvimos disfrutamos de bonitos momentos como los que se vivieron con Lose My Way, canción en la que la voz grave de Tom Dougall brilla especialmente. Una actuación perfectamente ejecutada y pese a que algunos intentábamos corear Colours Running Out, la mayoría de los allí presentes esperaban en silencio a que terminasen para coger sitio en el principal. Tocaba el turno de Alt-J.
Considerada como la banda revelación de 2012, valorada por todos y repudiada únicamente por Pitchfork, el escenario Bilbao aguardaba la actuación ya con bastante aforo. La mayoría eran británicos con tono cangrejo debido al fuerte sol, presente en todo momento. Empezaron con Intro, con calma y con cuidado, como si no fuera con ellos la cosa y con el público enchufado desde el primer momento. Le siguió Tesselate, con la gente participando activamente en los coros. A partir de aquí se produjo la sucesión de temas a cada cual mejor como Fitzpleasure, Something Good o una de las mejores canciones del anterior año, Breezeblocks. Por repertorio no será. En la parte final sonaron piezas tan delicadas y exquisitas como Matilda y la que cerró el show, la imperial Taro. En resumen, una gran actuación.
Tras un rato de descanso escuchando de fondo el agradable concierto de Edward Shape & The Magnetic Zeros, era el turno de Editors, una de las grandes bandas de este festival. Abrieron el show con Sugar y A Ton Of Love, dos canciones de su nuevo álbum The Weight Of Your Love y que más recuerdan a su sonido de antaño. La voz de Tom Smith es simplemente brutal, de las mejores de la escena actualmente. Sonó especialmente bien A Ton Of Love, un nuevo hit de los de Birmingham, que necesitaban una nueva gran canción urgentemente.
La locura se desató entre el público cuando sonaron los mejores temas de sus dos primeros discos: la archiconocida Munich, Bones o la épica Smokers Outside The Hospital Doors. El público disfrutaba y se notó, pese a algún parón de euforia con canciones de su nuevo álbum y por tanto menos conocidas. Cerraron el show con Papillon, el mejor tema de su tercer disco, que hizo saltar a todos los allí presentes, que ya eran muchos debido a que se acercaba Depeche Mode. Alegre y bailarín, el frontman de Editors se movió de un lado al otro del escenario y colaboró en gran parte a formar uno de los mejores conciertos que nos dio el festival.
Mientras que llegaba el gran plato del día, estuvimos viendo el magnífico concierto que ofrecío L.A., un grupo que ha sabido madurar y que todavía no ha alcanzado el lugar que le corresponde. La carpa Vodafone estaba prácticamente a rebosar y a pesar de que el sonido no estaba bien ajustado, no decepcionaron a nadie. En cuanto finalizaron la actuación, empezó a agitarse el ambiente porque ya era la hora de Depeche Mode. Con el escenario principal lleno, regresaban a España para presentar su notable nuevo disco, Delta Machine. Había muchísimas ganas de verles y disfrutar con ellos. De forma que por fin salieron Martin Gore, David Cahan y compañía al escenario, con un bonito juego de luces y efectos acompañándoles, para tocar Welcome To My World. Bienvenidos todos, tocaba medir en qué condiciones llegaba la banda.
El público empezó bastante desconectado a pesar de todo hasta que llegó el momento mágico en Precious. El sonido fallaba y tuvieron que parar la actuación. Tras un momento de incertidumbre, David Cahan cogió el micro y avisó de que no pasaba nada, la volverían a cantar. No sé si fueron las ganas de David Cahan para que todo saliese bien, si la complicidad de los espectadores o lo que fuese, pero hubo un antes y un después. Vaya que si lo hubo, el público no paró de vibrar desde ese instante con todo el repertorio, incluidos nuevos hits de su último disco como Soethe My Soul. Merece mención aparte la fase final en la que tocaron tres clásicos atemporales seguidos como Question Of Time, Enjoy The Silence y Personal Jesus. Además de esto, se vivió un momento extraordinario con Just Can’t Get Enough, con las más de 30000 almas allí presentes danzando y cantando de un lado al otro. Hicieron gala de todo su repertorio, se ganaron al público y su concierto nos dejó un sabor de boca inmejorable.
Pese al cansancio, había que regresar rápidamente al escenario Heineken porque empezaba Biffy Clyro. Son una de las bandas del momento y cumplieron de sobra presentando su último trabajo, Opposites, con el que han acabado de confirmar que los antiguos Biffy Clyro no volverán. No obstante, escuchando canciones como Biblical, Opposite o Black Chandelier en directo, hay que reconocer que lo que hay ahora también suena genial. No dejaron de tocar la ya clásicas Bubbles o quizás con la que más se emocionó el público, Many Of Horror. Repaso total a sus dos últimos discos con alguna excepción como Living Is A Problem Because Everything Dies.
Chocaba ver a Two Door Cinema Club tras los momentos salvajes que se vivieron en Biffy Clyro, pero era lo que tocaba. A pesar de llevar ya desde 2006 en este mundillo, siguen siendo una de las sensaciones del indie rock británico y cerraron el primer día con una correcta actuación. Su cantante, Alex Trimble, apareció vestido elegantemente con traje y disfrutaba apurando una copa de vino al final de cada canción. En fin, cosas de los artistas. Tienen hits de sobra y tanto los antiguos como los nuevos suenan estupendamente. Algunos decían que todas las canciones sonaban igual pero lo que sí es cierto es que todos disfrutamos hasta la despedida del grupo con What You Know. Dieron el broche final que se merecía a una primera jornada repleta de grandes actuaciones.
Viernes 12 de julio
El segundo día de esta edición del Bilbao BBK Live era, bajo nuestro punto de vista, el más flojo. Que sí, que estaban Kings Of Leon, pero realmente el segundo día era de transición, con muchos grupos de relleno entre escenarios. No obstante, como no queríamos desmerecer a ningún artista, intentamos ir pronto para no perdernos ninguna actuación. Por desgracia, la suerte no estaba de nuestra parte y los autobuses plagados de gente en dirección al festival no paraban. Las horas pasaban y el agobio empezaba a apoderarse de nuestra mente. Finalmente, para cuando llegamos, Spector ya había terminado de tocar. La mayoría de los medios no les han hecho caso a su primer disco pero teníamos bastantes ganas de verles. Qué le vamos a hacer.
El cielo estaba completamente nublado y empezaban a surgir los primeros temores de que la eminente lluvia cancelaría alguna actuación. Yo por mi parte, no quise hacer caso y fui a esperar pacientemente al escenario Bilbao a que empezase la actuación de una de las bandas más atractivas de la segunda jornada del festival: The Vaccines. La lluvía caía suavemente y muchos rezábamos para que no aumentase el ritmo. Empezaron un poco más lento de lo esperado con Wetsuit y a medida que avanzaba la canción, también lo hacía la fuerza de la lluvia. Cuando se empezaron a animar con Post Break-Up Sex o la gran All In White, el arca de Noé amenazaba con aparecer y todo el público ya había huido a refugiarse.
Yo permanecí delante del escenario, con ganas de oír Bad Mood o alguna de las canciones de su segundo disco, ese que les ha valido para despejar todas las dudas que había sobre ellos en su debut. Los altavoces dejaron de escucharse y los pobres Vaccines se marcharon dejándonos a todos sus fans con ganas de más. La cuestión es que el rato que estuvieron, lo hicieron muy bien. Otra vez será. A partir de este momento, huimos corriendo para refugiarnos en la carpa Vodafone de la fuerte lluvia que dejó todo el césped hecho un barrizal. Quién no se refugiaba en la carpa, lo hacía en los puestos de merchandising, que seguramente vendieron más en la hora que duró la lluvia que en el resto del festival.
Se hizo de rogar pero al final la lluvia cedió y se pudo retomar el ritmo de las actuaciones. Fuimos a comprar un bocadillo, un bien de lujo en esta edición, y de paso vimos un poco de la actuación de Gary Clark Jr. Dicen de él que es el próximo Jimmy Hendrix y la verdad es que dio una lección de cómo hacer música. Le espera un gran futuro. La lluvia nos dejó a todos el cuerpo cortado y no era plan de andar hasta el escenario Heineken a ver a Klaxons. Escuché la actuación desde lejos y pese a que al empezar el día tenía muchísimas ganas de escuchar aquel gran primer disco en directo, estaba más concentrado en descansar para el cabeza de cartel que en escuchar a los británicos. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho.
Mientras que esperábamos que llegase la hora de los americanos Kings Of Leon, disfrutamos de la enérgica actuación de Fuel Fandango. Aunque hubo momentos en los que sonaban a techno rumba, supieron triunfar en una carpa Vodafone que estaba a reventar. Fue de los conciertos en los que más implicada vi a la gente, saltando sin parar durante toda la actuación. No me fascinaron pero sí que ofrecieron mucho más de lo que esperaba. Bonita sorpresa, habrá que ver cómo evolucionan.
Una vez que conseguimos una buena posición entre el público en el escenario Bilbao, solo faltaba esperar a que Kings Of Leon entrasen. Para cuando a los norteamericanos les dio por salir, todo estaba abarrotado de fans. Muchos habían venido de propio al festival dado que hacía bastante que no tocaban en España. Mejor no pudieron empezar con la suave pero directa Bucket que se ganó al público en seguida, al menos a los que nos gustaba su sonido antiguo. La voz de Caleb Followill sonaba perfecta, desgarrada. Una auténtica voz de rock & roll. Es de agradecer que sus primeros discos acaparasen la mayor parte de la actuación con grandes canciones como Fans o Molly’s Chambers. El público se desconectó a mitad de concierto y buena parte de culpa es de la propia banda, ya que no interaccionó en absoluto y parecía que se tomaban el show como un mero trabajo.
Menos mal que estaba Use Somebody para hacer que todos recuperásemos las ganas de dejarnos la voz coreando el ya tan famoso tema de la banda. A pesar de toda la fama que han conseguido con sus dos últimos trabajos, el mejor momento se vivió con Four Kicks, un tema de la vieja escuela, cuando simplemente se centraban en hacer rock y no en llegar a más gente. Cerraron con Sex On Fire y pasó lo mismo que con la ya mencionada Use Somebody, baño de masas y de coros que les dejaría satisfechos. Fue el concierto más corto de los tres cabezas de cartel y un detalle más: cuando hicieron un descanso, tardaron más de la cuenta en volver porque nadie gritaba para su vuelta.
La organización había decidido que Standstill tocase a las dos de la madrugada mientras que a los nóveles Zigarros les permitieron tocar un poco más tarde de las doce. Si somos justos, os diré que estos chavales, Los Zigarros, no lo hicieron mal. Garage rock versión española, de ese que ya no hay, por suerte o por desgracia. Durante un rato meditamos sobre la posibilidad de quedarnos a Standstill pero las piernas nos pedían descansar, así que nos marchamos a recargar las pilas para el que se suponía mejor día del festival.
Sábado 13 de julio
Todo aquel que ha ido a un festival sabe lo rápido que pasan las horas una vez que estás allí. Parecía que acabábamos de aterrizar en Bilbao y ya había llegado el último día. Dimos una vuelta por el centro de la ciudad para ver el concierto que daban allí El Columpio Asesino y no había más que gente con camisetas de Green Day, esperando a que llegase el gran momento. Sin duda, el concierto del trío californiano era el más deseado de toda la edición pero había muchos más grupos de los que disfrutar. Incluso desde el camping nos avisaron de que desde primera hora de la mañana ya había gente cogiendo sitio en las primeras filas. Locura desmedida.
Fuimos aún más precavidos que el día anterior y por tanto partimos antes hacia el festival para evitar los ya citados problemas con los autobuses. Lo que pasa es que no nos sirvió de nada y cuando llegamos acababa de finalizar Jamie N Commons. Podré vivir con ello. Pasamos página y fuimos a coger buen sitio para los suecos The Hives. Con su último disco, Lex Hives, no inventaron nada nuevo pero tampoco bajaron el nivel y eso es más que suficiente. Unas letras gigantes formaban en el escenario el nombre del grupo y siendo sinceros, no había demasiada expectación. La cosa es que por fin salió Pelle Almqvist, el cantante de la banda, con el resto de los componentes acompañándole y no tardaron nada en meterse al público en el bolsillo.
Empezaron con Come On! y el público ya acompañaba cantando todos los coros. Para que os hagáis una idea, le pusieron a la actuación todas las ganas que Kings Of Leon no le puso el día anterior. Siguieron con Main Offender, con guitarrazos para todos y momentos de palmas con incursión de Pelle Almqvist en el público incluida. Vamos, un espectáculo total. Como tienen una cantidad de hits envidiable, todo el concierto fue una clase magistral de cómo mover y mantener activo al público. El nivel no bajó en ningún momento, con el frontman de la banda hablando un correctísimo castellano con el que consiguió ganarse aún más el cariño de todos. Destaco la parte final en la que se salieron literalmente con Walk Idiot Walk y Hate To Say I Told You So. Se fueron con Tick Tick Boom, dejándonos con ganas de más concierto. Simplemente, un show perfecto que les hizo salir por la puerta grande.
Mientras que Vampire Weekend se preparaban para salir, nos pasamos un rato por la carpa Vodafone a ver qué tal eran Delorentos, que llevan ya tiempo rellenando carteles de otros festivales. Fue una actuación divertida, con rock electrónico de ese que hacen para intentar que bailes, pero vamos, nada del otro mundo. A pesar de no ser los salvadores del rock, he de admitir que me gustaron. Se despidieron con la agradable Did We Ever Really Try para finalizar su entretenida actuación.
Por fin había llegado la hora de ver a una de las bandas que más ha crecido en los últimos años, tanto en calidad como en popularidad. Hablamos de Vampire Weekend, que hace unos meses publicaron el excelente Modern Vampires Of The City. Con este último disco, tienen ya tres en su discografía a cada cual mejor y por tanto, teníamos ganas de analizarlos en directo. Según sonaban los acordes de Cousins, la gente ya empezaba a prepararse para algo que tenía todos los ingredientes para ser un gran concierto. Pues bien, no sé si fue porque The Hives había dejado el listón muy alto pero se hizo algo largo. Acertaron con seguir la actuación con White Sky, con todos los que estábamos allí coreando sin parar dicha canción. No fue hasta el cuarto tema cuando pudimos ver alguna de las interesantes canciones de su nuevo trabajo, con Diane Young y Step seguidas.
He de decir que todas las nuevas canciones suenan de maravilla, desde Ya Hey a Unbelievers. Eso les valió para construir una atmósfera íntima que alguno no tardó en definir como música para la siesta. Bueno, hay opiniones para todos los gustos. Con A-Punk despertaron a todo aquel que andase despistado y no supiese aún la gran banda que estaba actuando. Hicieron un repaso a todos sus discos, tocando un total de 17 canciones y bajo nuestro punto de vista, fue con Giving Up The Gun cuando más brillaron. El concierto gustó, pero muchos esperábamos algo más de conexión con el público. Antes de irse tocaron Walcott, una canción fantástica para despedirse y que mejoró las sensaciones que nos dejó el concierto. Ellos cumplieron pero quizás para seguir escalando en este mundo no baste con eso.
Los adolescentes presentes en las primeras filas (desde las cuatro de la tarde) veían como el momento de ver a su banda favorita por fin había llegado. Y es que, tras mucho esperar, ya había llegado el turno de Green Day. La última vez que tocaron en España fue hace cuatro años en la gira de su disco 21st Century Breakdown. Esto hacía que la expectación fuese máxima y minutos antes de que la cosa empezara, ya se podía observar como en el escenario Bilbao había más gente que en cualquier otro concierto. De repente, las pantallas se apagaron y los focos apuntaron al suelo mientras algo salía al escenario. ¿Era Billie Joe y compañía? No, simplemente era alguien vestido de conejo que hizo que la espera se hiciera más amena bailando con la mítica Blitzkrieg Bop de los Ramones.
El conejo se marchó y empezó a sonar la melodía de el bueno, el feo y el malo, que ahora sí dio entrada a Billie Joe, Mike Dirnt, Tré Cool y el último en unirse de forma oficial, Jason White. Green Day, el grupo estrella del sábado, ya estaba aquí. La batería empezó a sonar, Billie a puntear su guitarra, el público a gritar y ya teníamos 99 Revolutions sonando. Empezaron de forma eléctrica, el público estaba más enloquecido que en ningún otro concierto y coreaba cualquier cosa que el cantante de la banda californiana dijera. Sin pausa alguna, tocaron solo una canción de 21st Century Breakdown y fue la segunda del concierto, Know Your Enemy. El nivel se mantenía intacto y empezaron a introducir canciones nuevas de su reciente trilogía, siendo la excelente Stay The Night la primera elegida. Le llegó el turno a Letterbomb y todo cada vez iba a más y más. Inmejorable arranque.
Sin descanso, siguieron tocando las grandes canciones de ese American Idiot que les devolvió a la cima, sonando Holiday y Boulevard Of Broken Dreams. También hubo tiempo para rememorar aquellos himnos generacionales de Dookie, como Basket Case, She o Longview, además de Nimrod con Hitchin’ A Ride. Entre medias de esta última subieron a un chico al escenario para cantar, que por cierto, lo hizo de maravilla. Se marcaron otro gran momento haciendo un cover de ACDC, tocando un poco de Highway To Hell. Incluso se atrevieron con los Rolling en medio de la canción fiesta por excelencia, King For A Day, cuando tocaron el estribillo de Satisfaction. Sus grandes temas seguían sonando sin parar en el que fue el concierto más largo del festival. El mejor momento se alcanzó en los bises, cuando volvieron de descansar para tocar American Idiot y su obra maestra, la Bohemian Rhapsody del punk-rock, Jesus Of Suburbia.
Tras maravillarnos con 24 canciones, tocaba despedirse. De esta forma, empezaron a tocar Brutal Love y a todos nos inundaba el mismo pensamiento de que habíamos presenciado algo realmente grande. Al terminar la canción, al irse la banda a los camerinos y en medio de la tristeza que eso supuso para todos, regresó Billie Joe Armstrong con una guitarra acústica para despedirse de verdad, dándonos el gusto de escuchar Time Of Your Life. Se creó una atmósfera mágica con todos coreándola hasta el final, cuando realmente todo acabó y tocaba salir de la masa que habían formado 37000 personas para ver a Green Day.
Y así fue cómo nos despedimos de Kobetamendi. Es cierto que después de Green Day tocaba el turno de Fatboy Slim, pero dado nuestro poco interés por su estilo de música y nuestro estado de cansancio, decidimos marcharnos definitivamente. Luego me enteré de que el DJ británico, que está de capa caída, estuvo realmente flojo pero bueno, eso es otra historia. La cuestión principal es que el Bilbao BBK Live reunió otro año más a una cantidad superior a 100000 espectadores y ya no le quedan prácticamente competidores por batir. Con el Festival Internacional de Benicàssim atravesando una situación financiera bastante delicada, tiene una gran oportunidad para convertirse de una vez por todas en la referencia de los festivales veraniegos de nuestro país. Si consiguen superar las limitaciones de espacio que conlleva Kobetamendi con algo más que la nueva zona de acampada en el monte Arraiz, seguramente lo consigan. ¡Hasta el siguiente año Bilbao!
Nos volveremos a ver Kobetamendi
Fotos propiedad del festival
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