Encontrarse detrás de dos temas tan Singstar como Chas! y aparezco a tu lado y Voy en un coche (sé que solo el segundo de los citados aparece en una de estas compilaciones, pero el primero podría hacerlo perfectamente) es sinónimo de cheque en blanco por parte de las discográficas para hacer lo que a uno le viene en gana. Este salvoconducto se traduce para Christina Rosenvinge en la adquisición de un status de francotiradora totalmente imprevisto para una figura de la música más comercial de los ochenta (en lugar de acabar haciendo anuncios de Kas para terminar por desvanecerse, como su compañero de fatigas Álex de la Nuez); tan a contracorriente como resulta concebible, atravesó los noventa cantando en español y, con el cambio de década, mudó al inglés, exactamente la tendencia contraria a la impuesta por el resto de figuras del panorama indie.
Afortunadamente, en su camino se cruzó Nacho Vegas, con el que, además de compartir una relación que se convirtió en la comidilla de todos los foros musicales, lanzó un álbum conjunto, Verano fatal, donde aparecía el germen de aquello en lo que ha devenido. El gijonés, además, también resultó una figura clave en su primer álbum de esta etapa, Tu labio superior, y no solo por el archicitado vídeo de La distancia adecuada, con ella postrada de rodillas ante la presencia del autor de Actos inexplicables, ni por su letra obviamente dedicada a los lazos que la unían a ella con él y a él con la heroína: su presencia eclipsa (este fenómeno solar ocupa una de las piezas más memorables de este disco, y no es casualidad) de comienzo a final aquel trabajo.
Mar y bosque se fusionan en sepias, que, a la plancha, están cojonudas.
Tres años después, y cuando parece que la alianza ya se ha roto por completo, aparecía la duda de cómo afrontaría una nueva publicación Rosenvinge: si mantendría la línea trazada o volvería, por enésima vez, a reinventarse a sí misma. La respuesta, por supuesto, se queda en tierra de nadie: desde luego, La joven Dolores no es más de lo mismo, pero dista también de poder calificarse como un giro radical en su carrera.
No cabe duda de que las letras no son el arma más poderosa en una composición de Christina (no es necesario remontarse al «hace tin mi campanilla» de Negro cinturón, que, no obstante se encontraba entre lo más memorable de su anterior LP, puesto que aquí los ripios y las imágenes paupérrimas también se cuentan por decenas), y por ahí dice la señorona esa que da clases de canto que su voz tampoco vale un pimiento. ¿Por qué funciona, entonces, tan bien, la totalidad de sus composiciones?
La cosa comienza con Canción del eco, marcianada ideal para los bises que constituye una declaración de intenciones en toda regla, con más de seis minutos sin apenas sobresaltos. A continuación, el tríptico compuesto por Eva enamorada, resultona, pero repleta de metáforas para olvidar a propósito de sexo y religión, Mi vida bajo el agua, que pasa por ser lo más continuista con respecto a Tu labio superior, y, no por casualidad, fue elegida como primer single, y Jorge y yo, hermosísima creación sobre la infancia y el paso del tiempo (temas que siempre funcionan).
El siguiente bloque, el central, acapara el auténtico magma: Tu sombra, nuevo giro sobre encuentros furtivos, Weekend, que, a diferencia de la anterior, no reflexiona sobre lo que pudo ser y no fue, sino sobre lo que es, pero no debe seguir siendo, y La idiota en mi mayor, donde se produce una fuga del español, pero no hacia el inglés, ya presa del olvido, sino hacia el francés (el idioma en el que todo suena mejor), de la mano de la colaboración de Benjamin Biolay.
El último tramo, sin llegar a flojear, sí que incurre en estribillos facilones y formularios, trazados con escuadra y cartabón (Nuestra casa, La noche del incendio), pero remonta de forma espectacular con la melancólica Desierto y, sobre todo, con un Debut (qué paradoja, eh, que cierra el disco con algo que se llama Debut: ¡esta mujer es una iconoclasta!) donde los más de dos minutos finales en continuo crescendo instrumental entre suspiros, palabras perdidas (y él, claro: y él) delatan a la profesora de canto como una incompetente y a Christina como la voz más poderosa del país, tenga o no algo que decirnos.
Dentro de dos, tres años, seguro, volveremos a plantearnos las mismas incógnitas sobre hacia dónde derivará su carrera: si persistirá en este arco o recurrirá a una nueva tabula rasa. Lo único claro es que seguirá sin envejecer, salgo que te sitúes en primera fila.
01. Canción del eco
02. Eva enamorada
03. Mi vida bajo el agua
04. Jorge y yo
05. Tu sombra
06. Weekend
07. La idiota en mi mayor
08. Nuestra casa
09. La noche del incendio
10. Desierto
11. Debut
Nota: 8/10
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2 comentarios en “Christina Rosenvinge – La joven Dolores (Warner, 2011)”
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