Un año más, el Festival do Norte sirvió a muchos de pistoletazo de salida a la temporada de festivales, convertido ya en indiscutible referente gallego y con el éxito de ediciones pasadas a sus espaldas. En esta, la duodécima, había que despejar las dudas de cómo iban a afectar al evento los pequeños problemas económicos anteriores y un cartel quizá no demasiado llamativo para el público. Pocos días antes, además, se unía a éstas otra duda que hacía saltar todas las alarmas: la previsión meteorológica no prometía un fin de semana tranquilo.
En una decisión más que acertada se echó mano del plan B y días antes empezaban a montar las carpas que darían cobijo a ambos escenarios y que por fortuna, sólo hicieron falta la jornada del viernes, y pese a ello, no provocaron ningún cambio decisivo en el sonido. Otra parte negativa de este año es que parece que ni el reclamo musical ni los precios populares en las barras consiguieron repetir el lleno de años anteriores y se teme por una próxima edición. Aunque, por otro lado, esto nos permitió gozar de una jornada sin aglomeraciones ni colas. Una auténtica gozada entre chubascos y bajas temperaturas, vamos.
Abrieron el viernes Pedrito Diablo y los Cadaveras, pero llegamos un pelín tarde y cuando entramos en el recinto, sobre el escenario estaban ya Tórtel, el proyecto de Jorge Pérez y Joaquín Pascual ante un público minoritario que apenas conocía sus canciones. Pese a ello ejercieron de líderes carismáticos y nos marcamos unos pequeños bailes mientras su música competía contra la lluvia que resonaba en la carpa que albergaba el escenario Espíritu Rías Baixas. Entonces sí y El héroe del río fueron dos de las incluidas en el repertorio de los encargados de comenzar el festival y la verdad nos dejaran un buen sabor de boca. A continuación, Jane Joyd lo dejaban muy claro desde el principio: «única fecha en Galicia con toda la banda al completo». Allí por donde pasan, Elba y sus seis músicos dejan constancia de ello y en esta ocasión dejaron huella nada más comenzar su directo con The Cage haciendo temblar el suelo, nuestras extremidades y por consiguiente, las primeras cervezas de un público con ganas de ver a los coruñeses sobre el escenario. Y así podría definir, básicamente, su directo, en el que presentaron canciones de sus dos EPs publicados hasta la fecha: Shy Little Jane Presents: The Dramatic Tale of Her Animals y Shy Little Jane Presents: So Lost in This Bleak Winter Landscape. Se lo pasaron bien ellos (y vaya si se notó) y mucho mejor nosotros, el público, boquiabiertos ante la voz de la cantante camuflada por momentos entre tanto instrumento.
A eso de la siete de la tarde la carpa del escenario pequeño estaba ya a rebosar. Miles de personas se desperezaron con el directo de Sr. Chinarro que ofreció un set con menor fortuna en el sonido de los primeros temas de su nuevo trabajo que el viernes nos presentaba entre los que sonaron El destino turístico o Catequesis. Con esa una mayor afluencia de público, la mayoría con tapones, empezó a repescar temas del pasado: Una llamada a la acción, Del montón y Los ángeles. Luque confesó estar muy contento por su visita al festival y lo cierto es que resultaba curioso cómo el público coreaba estas últimas canciones. Se desquitaron con un correcto concierto, bastante deslucido por el sonido y los aplausos finales a Sr. Chinarro se solaparon con los primeros acordes de Guadalupe Plata, que ya tocaban en un escenario Estrella Galicia, en consecuencia, casi vacío en un principio. Muy a pesar de un unos golpes de batería más exagerados que de costumbre y un público que hablaba a gritos, fueron una agradable sorpresa presentando un directo solvente donde sonaron algún que otro gran tema como Ratas y Esclavo. Guitarra, bajo y batería utilizados con la perfecta intensidad que pone en escena este trío.
Del buen sabor de boca que nos dejaron los chicos de Guadalupe Plata se beneficiaron The Primitives que salieron al escenario con bastante energía y gracias al electro-ochentero de sus canciones entre las que cabe destacar Spacehead, Turn Of The Moon o la archiconocida Crash, no dejamos de saltar y ayudar en los coros emulando la voz de Tracy Tracy. El guitarrista Paul Court era el encargado de acompañarla en todo momento y consiguieron animar a un tercio del público al que no veíamos demasiado convencido mientras los otros dos tercios cenaban y veían el fútbol. «Un delicioso directo cargado de nostalgia», se comentaba. Comida rápida, aseos a reventar, botellas hinchables de una conocida marca de ron y charcos bajo la carpa del escenario grande fueron tendencia mientras Xoel López y su banda hacían su habitual apología de la energía y el buen rollo y para ello recurrieron nuevamente a esas luces cálidas que caracterizan su directo. De manera inexplicable, fue el que más público congregó el viernes repasando sus trabajos tanto en solitario como disfrazado de Deluxe. Hombre de ninguna parte, Reconstrucción, Caballero, Por el viejo barrio, Historia Universal, Quemas… Curioso eso de escuchar ciertas letras que hablan de sus y tus miedos, inquietudes, ilusiones, amores bajo la lluvia.
Con permiso de todos los anteriores, el concierto de La habitación roja fue lo mejor del viernes. La mezcla de pop y rock eléctrico sudoroso de hits tan redondos como Nunca ganaremos el mundial, Posidonia, El eje del mal o los recientes Indestructibles o Annapurna, se hizo irresistible. A Jorge Martí costaba sacarle una buena foto sobre el escenario y el público enloquecía. Impecables. Con la noche ya cerrada y miles de personas bajo la carpa, los de Boiro se asomaron al escenario volviendo a dar el espectáculo por el que tantos seguidores tienen. Triángulo de Amor Bizarro aparecieron con la intención de revisar algunos de sus clásicos, desde De la monarquía a la criptocracia, hasta Amigos del género humano, pasando por Ellas se burlaron de mi magia y Robo tu tiempo, de su nuevo álbum. También se dejaron un par de ases en la manga en forma de nuevas canciones que ya han tocado en algunos directos y de ellas, cabría decir que parecen algo menos distorsionadas que las que nos tienen acostumbrados. Atentos a la de «vamos a pudrirnos», por favor. Lo suyo son conciertos para no dejar títere con cabeza.
Y llegaba la guinda (para algunos) de la noche. Dorian saltaban al escenario para enfrentarse a un público bastante crítico dado que presentaban La velocidad del vacío, un nuevo trabajo mucho más sólido que los anteriores. Marc, vestido con una camisa muy ochentera se ganó a todos con Tristeza. La verdad es que no necesitaban más carambolas del destino: juegan en la división de honor del indie español por méritos propios. Pusieron patas arriba el recinto con Verte amanecer, Las palabras, El temblor… Y el estruendo llegó con las esperadas La tormenta de arena y Los amigos que perdí. Aunque la más aplaudida de todas fuera A cualquier otra parte. Sorprendidos, ¿no?
Después de cerrarse entre miles de aplausos el último concierto de la noche en el escenario Estrella Galicia, comenzaba en la carpa pequeña la sesión de Miqui Puig y Faber Cores a los platos, pero el cuerpo pedía descanso y había que coger fuerzas para la jornada del sábado. Para finalizar, aquí tenéis una galería con algunas de las mejores fotos de Virginia De, fotógrafa oficial del festival.
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