No es la primera vez que vemos a The Hives este año. Ya nos contaba sus aventuras nuestro compañero James Ulrich en su crónica del festival Music Way en Santiago de Compostela. Lo divertido de esta ocasión es que los teníamos en exclusiva para nosotros, bueno y para todos los asistentes al concierto del 1 de diciembre en La Riviera (podréis ver muchas de sus manos y cabezas en las fotos). Particularmente, tampoco es la primera vez que los veo en directo, tuve la gran suerte de poder presenciar su concierto del año pasado en la edición del DCode 2011, y he de decir que me gustaron mucho más en La Riviera, aunque no les quitaré el merito de hacer bailar a todo el Cantarranas aquel 25 de junio. A lo que voy, ¿qué pasó durante el concierto? De todo. El dolor muscular que todavía resiente mi cuerpo lo atestigua.
¡Manejando los hilos!
Comenzamos la noche con ilusión preadolescente. Me pidieron el DNI en la puerta. Años hacía desde que nadie requería mi documento de identidad para entrar de noche a un garito. ¿Será que cada vez me cuido mejor? Una vez colocada estratégicamente frente al escenario (da igual dónde te pongas, nunca acabarás en el mismo sitio) comenzamos a escuchar comentarios del tipo «hay poca gente y se van a perder lo mejor». A esas horas había muchos adeptos a The Bronx entre las primeras filas. A las ocho en punto los de Los Angeles se subieron al escenario entre sonidos de trompetas. Tocaron durante unos 40 minutos en los que ya consiguieron que todos los presentes movieran, aunque solo fuera, la cabeza. Esa pena de cada concierto, todavía no habían electrificado la parte de suelo en la que estábamos situados, por lo que aún permanecíamos un poco inalterables. Además el hecho de no haberles escuchado en la vida, también influye. Pero, han llamado mi atención, intentaré ponerme un poco al día con su música. En este sentido, amigos, acepto sugerencias.
Aunque no os lo creáis la cabeza incombustible de Matt Caughthran está en algún lugar entre la marabunta
Tras The Bronx, el momento había llegado. Aunque fueron un poco impuntuales (unos diez minutillos) nos entretuvimos bastante con los ninjas-técnicos que fueron colocando los aparejos y probando los instrumentos. Solo con verles tome la decisión: yo de mayor, quiero ser un ninja de The Hives. Tras los preparativos, las luces se apagaron, el espectáculo iba a dar comienzo. El primer tema que nos regalaron, como no podía ser de otra forma, fue Come on!, un preludio para todo lo que estaba por llegar. Empezaron con toda la energía del mundo y siguieron por el mismo camino hasta el final.
Chisteras y chaletos, C’mon!
Venían a presentar Lex Hives pero dieron un repaso a todos sus álbumes. Para ser sinceros, sin mirar el setlist no sabría deciros en qué orden tocaron los temas. Con la mente vacía, el alma puesta en el concierto y las piernas preparadas para darlo todo con lo que nos quisieran cantar, es imposible pararse a pensar que uno tiene que contar las cosas al día siguiente (¡viva la profesionalidad!). Pero como tengo chuleta puedo ir haciendo memoria. Try It Again y Take Back The Toys pasaron casi sin que nos diéramos cuenta de que ya estábamos saltando a más no poder.
Siguieron 1000 Answers y Main Offender después de que Pelle se insultara a sí mismo. Wait a Minute Now nos hizo desencajarnos completamente, I love rock and roll I Want More ralentizó un poco las cosas, pero sirvió como momento de respiro para la traca final. Como sorpresa de la noche, según el frontman siempre les gusta dar alguna, nos regalaron una interpretación de Abra Cadaver perteneciente a Tyrannosaurus Hives, algo que no esperábamos pero que agradecimos con todas nuestras ganas. Hacía el final Pelle nos fue preparando, todo tiene que acabar, y para esta ocasión eligieron Patrolling Days. Tras este gran tema de Lex Hives, un fundido a negro y las letras de Hives se pusieron rojas.
A ratos, el escenario así daba miedito
Pero no era el final, todavía nos quedaban los bises. Para terminar dejaron Go Right Ahead y la locura que se desató con ella, Insane y la archiconocida (gracias a los anuncios de coches) Tick Tick Boom en la que el líder de The Hives nos contaba los tick y con la que sí que sabíamos que se iba a acabar todo. Un cierre estupendo y maravilloso en el que todos acabamos por los suelos. No es la primera que acabo sentada, antes de dar un salto, para acabar un concierto de The Hives. Y la verdad, espero que no sea la última, además que si Pelle (con esa capacidad de convicción) me lo manda, yo me siento, grito, y salto hasta el infinito y más allá.
Es difícil enfocar cuando estás con una rodilla plantada en el farragoso suelo de la Riviera mientras Pelle señala a los que no se han sentado
Un concierto de una hora y media, más o menos, en la que vimos hasta como un espontáneo conseguía subirse a tocar al escenario. Alberto tocó con The Hives y Pelle le presentó junto a la banda al final de la velada, todo un detalle con un fan al que el resto jaleamos y pedimos que saltara del escenario, aunque eso ya era demasiado. Todo acaba. Pero no nos íbamos con mal sabor de boca, al contrario. Nos íbamos con un subidón de adrenalina que casi casi conseguía que nos nos diéramos cuenta del frío que hacía al salir de la sala. Por sus comentarios en twitter ellos también estaban bastante contentos, ¿habremos conseguido que aprendan a amar Madrid? Esperemos que sí.
¡Esas palmeras!
Y antes de acabar, no puedo dejar de decirlo, me encanta ‘Howlin’ Pelle Almqvist y su chulería a la hora de animar su show. Que diga que son el mejor grupo de rock sueco en cada uno de sus conciertos, puede ser o no verdad, que tienen uno de los directos más divertidos y con mejor sonido de los que he escuchado, eso seguro. Y es que no sé qué come este hombre, pero no para. Además de esos espectaculares saltos, de subirse a cualquier cosa que este a mano, andar por la barandilla, girar y hacer malabares con el micrófono a cada momento y de no parar de lanzar besos, es hasta simpático con los presentes. Esa mezcla de elegancia y arrogancia a partes iguales es la que nos hace quererle a rabiar y que se gane nuestra simpatía en cada concierto. Además que su español mejore con cada visita, nos hace mucho más fácil y llevaderas las veladas que pasamos en su compañía.
Esas posturas nos lo dicen todo
Pelle no fue el único que nos regaló algunas payasadas. Estuvó acompañado de Nicholaus Arson (Niklas Almqvist) que también estuvo lanzando besos, poniendo caras y saludando a todos los que podía. Haré especial mención a ese momento en el que le dio la vuelta a su guitarra sobre su cuerpo para seguir tocando y otro en el que se colocó una púa a los labios para después escupirla lanzarla al público. El resto estuvieron más recatados hasta el momento de las presentaciones que llegaron al final en el Tick Tick Boom interminable (que por cierto también nos encantó). Repartieron saludos, baquetas y púas como caramelos, después de haber lanzado ya alguna toalla y botellas de agua. Todo dentro del buen hacer de unos veteranos sobre el escenario a los que esperamos poder volver a ver dentro de poco.
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