La última vez que vi a Maryland al completo fue en el año 2010. Fue un concierto extraño. Les tocaba poner banda sonora al extinto San Pepe de A Coruña junto a otros grupos y aún así recuerdo que sus temas Revolution y Allright sonaban a futuros himnos. Tras su Surprise llegó Get Cold Feet, un segundo y sublime trabajo más estridente que el anterior. La excusa de su vuelta al norte esta vez era la presentación de su nuevo trabajo, Los años muertos, y nadie diría que lo que nos iban a enseñar el pasado sábado en la Sala Mardi Gras fuese uno de los sonidos pop-rock destacados del panorama musical. Pero antes de contaros cómo fue su directo, dar las gracias a Cris Andina por las fotos.
Pasadas las once y diez y con un aforo que se fue acercando perezosamente, Maryland aparecían en escena, cómodos y contentos de estar de nuevo en la ciudad herculina presentando disco. Con un repertorio amplio y basado principalmente en Los años muertos, cantado íntegramente en castellano, comenzaron lanzándonos El quinto dedo, dándonos así una idea de cómo discurriría la noche: un directo de pop-rock que iba ganando en intensidad por momentos. Nos comentaron su Hoja de ruta, un hitazo en toda regla en el que la potencia de los chicos se multiplicaba por momentos: patadas sobre el escenario que empujaron a los rezagados de las últimas filas a acercarse un poco más y a acompañarlos con bailes y palmas que finalmente se convirtieron en aplausos. Tiempos de azar y Cambio de filo sonaron casi seguidas y en ambas volvieron a destacar guitarras y batería, que durante todo el concierto marcaron el desarrollo de muchas de las canciones. Tras ellas, Viaje a Tasmania introdujo un impulso rockero («¡Porque hoy!») y bailongo que animó hasta que llegó un poco de calma con Réquiem. Composición que se convirtió en puente hacia la atmósfera intimista que volvería en el siguiente tema, Pozo de almas.
Se hizo obvio que la fórmula de intercalar temas pausados con otros más acelerados funcionaba a las mil maravillas, pero no todo a partir de ahí sería preciosismo vocal y represión. Hubo sitio más que de sobra nuevamente para el rock y el octavo tema del repertorio fue Días de reinado, introducido por unos golpes limpios de batería por parte de Álex. Nos fuimos Al cielo en ascensor con la misma rabia y energía guiados en esta ocasión por la voz de Arturo y ésta dio paso a una clarísima Declaración de intenciones, cuya calidad de hit sirvió como punto de inflexión de la noche.
A medida que se sucedían las canciones la constatación era clara: no todo iba a consistir en su último elepé. Esas letras sinceras y pegadizas de Maryland vienen de antes. Tal y como lo demostraron esa noche haciendo una llamada obligatoria a This Time, What To Do y sin faltar ese órgano que lentamente explota en mil pedazos en Red Boots y que bien enlazaron con Atom Bomb, donde comprobamos cómo los fans reventaban de júbilo con sus viejos temas. Inmensos y contundentes. Acto seguido sonó Just Try! La voz de Arturo primero se iba complementando poco a poco con un dúo vocal acompañado de la percusión y guitarras fundiendo sus sonidos de la mejor manera antes de abandonar el escenario.
La traca final de los bises vendría sobre todo de la mano de la preciosa Camino, con dedicatoria incluida. Y como nunca nos conformamos y pedimos más y más, el quinteto se marcó los dos temas más esperados de la noche, Los años muertos y La caleta del Sol, para cerrar de forma definitiva un directo de pop-rock sin tapujos. Y quizás sea aquí, en sus letras en castellano, donde mejor podemos apreciar la evolución (siempre positiva) de Maryland.
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