El límite de la vergüenza que puede sentir uno mismo lo pone el individuo en sí. Quizás te dé reparo ir a correr en mallas, o te acomplejes porque eres cliente VIP en el Bershka de tu ciudad, y sin embargo te gusta henchir el pecho por lo bien que conoces las letras de Mojinos Escozíos o cuando acompañas a la Orquesta Panorama en todas sus giras. Los guilty pleasures están ahí, aunque ¿deberían estar? Imagino que si disfrutas escuchando Vetusta Morla no deberías sentirte inferior al resto, sino sentirte orgulloso por hacer algo que te provoca una satisfacción interior, aunque a ojos del resto pueda verse con cierta inquina repulsiva.
Lo cierto es que hacen «derreír».
Pero aquí en Tanaka andamos siempre acomplejados con lo que nos puedan decir los demás, por eso hemos preparado un largo especial con todos esos placeres nuestros que nos hacen sentir culpables. Culpables de madre de dios cómo se me notan esos días que me faltan, avergonzados de que no me pille la parienta escuchando esto que luego se lo cuenta a mis amigos.
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