[checklist]

• 500 kilómetros en coche: hecho.
• Atrasar una hora el reloj: hecho.
• Pulserita blanca muy mona: hecho.
• Mínimos conocimientos en portugués: hecho (el gallego se parece un poco, así que «maloserá»).
• Tortilla de la abuela: hecho.

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• Tienda: no hecho.

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Así empezó mi experiencia en una de las aventuras de este verano: a 500 km. de casa y sin tienda de campaña; un despiste lo tiene cualquiera. Después de dos angustiosas horas de búsqueda y a una hora escasa del comienzo de los conciertos del festival Super Bock Super Rock ’12 encontramos una en un centro comercial cercano, así que, gracias a los poderes divinos del destino:

El «cartaz» de lo que me esperaba durante tres días

Lo primero que me llamó la atención del festival al llegar allá, es que a diferencia de otros, el párking, el cámping y el recinto de los propios conciertos están pegados unos de otros. Cosa que se agradece pero que ya no hace tanta gracia si se quiere dormir a partir de las 3 de la noche, pues la música electrónica sigue corriendo por el palco menor hasta las 6 de la mañana. El párking estuvo muy bien organizado, hay duchas a ambos lados del cámping y baños en su justo número y se agradece lo amplio de todo el recinto, con arbolitos para dar sombra a las tiendas. Lo malo de todo el cotarro es la proximidad de la playa, que mola porque es impresionantemente enorme y bonita, con lago incluido; pero no mola porque los coches quedan con más capas de arena que las capas de maquillaje de Carmen de Mairena. Además en los conciertos al mínimo salto ya se levantaba una polvareda que qué te voy a contar. Con razón nos regalaron hasta dos bragas (no me seáis mal pensados, son esa especie de bufandas para proteger el cuello del frío, que sirven a tiempo parcial para cubrir nariz y boca, cual vaquero del oeste).

Tendría que haber subido y aprovechar que no tengo vértigo

Dentro del propio recinto abundaban los puestos de comida: pastas hechas en el momento, kebabs de todos los tipos, «porco no espeto», «frango» (pollo), comida supuestamente natural, pizzas… De bebida se podía disfrutar de la cerveza que patrocina todo el evento en hasta tres medidas distintas, bebidas energéticas por un tubo, sangría (mi deliciosa alternativa a la cerveza) y hasta café. Los baños estaban desperdigados por todo el sitio y estaban algo escondidos, pero debido a la abundancia de ellos no puedo decir nada malo. También había montones de puestos de patrocinadores, uno de ellos consistía en una «music box», que viene siendo un cuadrado metálico que ejercía de discoteca voladora con luces, altavoces y música aleatoria que se elevaba unos 30 metros sobre el cielo (dejemos las coñas de la conocida película) con la ayuda de una grúa (sí, es esa cosa de la imagen de arriba). Había que hacer cola, así que le dejé mi puesto fantasma para quien lo quisiese.

Simpaticé con el cartel del evento inmediatamente, con los horarios fue donde tuve yo mis quejas. Festivales como el BBK te permiten ver a casi todos los grupos porque no están solapados, en el Super Bock Super Rock los conciertos empiezan muy tarde (sobre las ocho o nueve de la noche) y grupos interesantes tocan al mismo tiempo, no es justo. Bueno, una vez que tenéis una valoración «rápida» del lugar, comenzamos el primer día del festival con el siguiente panorama:

Jueves 5 de julio

Palco Super Bock
Golpe
Capitão Fausto
Bloc Party
Incubus
Hot Chip

Palco EDP
The Happy Mess
Alabama Shakes
Bat For Lashes
Battles

Por mi pequeño incidente de la tienda solo pude llegar a tiempo para ver un poco de Capitão Fausto, grupo portugués que supongo que será conocido por esos lares, pues la chica que estaba a mi lado se sabía todas las letras. Por los horarios se podía ver que todos los grupos disponían de una hora y luego había media hora para recoger los bártulos de cada banda y colocar los de la siguiente. Así que me quedé en mi sitio esperando por Bloc Party y su regreso. Estaba esperando por todos los santos que no tocasen muchas canciones del nuevo disco, pero bueno, era algo casi imposible de pedir. Y allá vamos… Se ve una pancarta enorme con los círculos concéntricos de la portada del nuevo disco, Four, y unas luces formando un círculo concéntrico iluminándola presagiando la inminente llegada de Kele Okereke y su séquito. Allá llegan y no se hacen esperar las temidas canciones del nuevo álbum del cual Kele no se olvidó de recordarnos que salía pronto a la venta. Entre ellas escuchamos la nueva Octopus y no salió tan mal parada. Empezaron bastante en frío, pero fue un concierto que fue a más. La gente allí congregada esperaba escuchar temas como Haunting For Witches, o Banquet que no tardaron en sonar en medio de las nubes de arena. A pesar de no digerir muy bien las nuevas canciones, finalmente el público volvió a la vida cuando la actuación estaba cerca de concluir. Eso sí, terminaron a lo grande con la genial Helicopter y dejaron un buen sabor de boca al menos. Habrá que decir que la ejecución bucal de Kele estuvo a la altura del acontecimiento, pero la energía de los integrantes se volvió opaca.

Mi altura no daba para más

El sonido en general era aceptable tirando a bueno, pero para mi gusto se escuchaba demasiado poco la voz y un poco en exceso la parte de la batería. Pero al ser asidua de ese instrumento, tampoco me importó mucho. Hubo un tercer palco con música electrónica desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. Poco me pasé por ahí, pero era un buen sitio para bailar y divertirse un poco.

Al terminar voy corriendo al concierto de Bat For Lashes para ver si había suerte de escuchar algún tema como Daniel o Sleep Alone, pero los santos no me acompañaron y me tuve que conformar con poder escuchar su gran voz. Era momento de buscar un buen emplazamiento en el palco principal para ver a Incubus, cabeza de cartel sin discusión del festival. Lo primero que veo al llegar es la batería montada y para mi deleite, transparente. Admiro mucho a José Pasillas y sabía que iba a estar mirando para él todo el concierto, mientras el resto del elenco femenino estaría con los ojos fijos en Brandon Boyd.

Da comienzo el concierto con una versión de Black Sabbath que no me terminó de cuajar y siguieron el repertorio con altibajos pero de manera que iba subiendo en intensidad intercalando alguna balada por el medio. No tardaron en verse las primeras féminas a hombros de los novios o pagafantas de turno. Llegaron temazos como son Pardon Me, vitoreada por toda la explanada, Drive o Nice to Know You ya casi al final, todas en perfecta sincronía y energía. Brandon tenía los pulmones calentitos y se tuvo que quitar la camiseta, ante el griterío conjunto, además de atarse la melena que lucía al viento para poder ejecutar Anna Molly en condiciones. Jugó un poco con nosotros al tararear tonterías como la sintonía de la Pantera Rosa o In The Jungle; son estas pequeñas cosas las que me hacen sonreír en mitad del concierto. Después de 18 temas hasta se me hizo corto.

Me sorprendió no ver ropa interior femenina en el escenario

Mientras recogían los elementos que conformaron los recuerdos del concierto y montaban el atrezzo de la siguiente actuación, me dirigí a ver un poco a Battles. Poco conocía de ellos, pero me gustan los grupos raritos y estos eran una especie de Yeasayer o Foals pero más rockeros. Me dieron ganas de quedarme, pero tenía ganas de ver qué tenían preparado Hot Chip en el escenario donde momentos antes había visto a Incubus.

De nuevo un elemento relacionado con las baterías me alegró la existencia, no sabía que la tocaba una chica (de hecho era Sarah Jones, original de New Young Pony Club y que toca con ellos en la gira). Tenía altas expectativas con ellos, y puede que a alguien le haya gustado, pero a esas horas ofrecían poco más que ruido, pues apenas se escuchaba la melodía y la pobre voz de Alexis Taylor. Pero unos bailoteos y unos saltos no faltaron, obviamente. Tenían nuevo álbum, y puede que alguna canción sonase mejor que otras, pero prefería intentar dormir que seguir allí. Así que me despedí hasta el día siguiente.

Alexis Taylor no dio la altura (¿lo pilláis?)

Viernes 6 de julio

Palco Super Bock
Supernada
The Rapture
Lana Del Rey
Friendly Fires
M. I. A.

Palco EDP
Tono
Hanni El Khatib
Oh Land
Wraygunn
The Horrors

Mi principal objetivo era empezar viendo a The Rapture, grupo que disfruto mucho, pero llegué algo pronto y pude observar un poco la actuación de Tono, donde mi cara de «WTF» se hizo latente. Eran unos jovenzuelos y una chica al más puro estilo Lana del Rey a lo portugués (hay fotos, no hace falta que imaginéis nada). No me esperaba nada, así que no pude juzgar nada de lo que vi, pero eran raritos (casi un poco demasiado para mi gusto) y la chica tenía menos expresión facial que Kristen Stewart. Pero se esforzaban en vano por llamar mi atención que estaba ya en el otro palco esperando que The Rapture diese comienzo a mi alegría.

«¡Ey tío! ¡Que se te ve la calva!

Fueron un grupo muy alegre y cercano, y hasta tuvieron algún problemilla técnico: primero se le rompió una cuerda a la preciosa guitarra de Luke Jenner que pronto reemplazaron, y justo después del temazo Echoes tuvieron problemas con el sintetizador para poder entonar el último tema que fue How deep is your love, forma magistral de terminar un concierto más que correcto y muy divertido. Durante esos minutos no faltaron las sonrisas nerviosas y los aplausos de la gente que no tenía reparos en perdonar las inconveniencias del momento. También disfrutamos un montón con el multi-instrumentista Gabriel Andruzzi con sus bailoteos y patadas voladoras al aire y los toques alegres al cencerro que hizo surgir más de cuatro sonrisas entre el público.

Y llegó la hora, la temida hora, la hora H (hache de hembra, de hermosura (según algunos), de hervor del público, de hipster, de hit…). Estaba aquí Lana del Rey y su séquito en forma de jóvenes señoritas con aires perfectamente referenciables a la imagen retro que retrata Lizzie en su vestimenta y estilo. Estuve más o menos en el mismo sitio que en el concierto anterior pero ahora con altas dosis de «apretujamiento» en todo el perímetro de mi cuerpo. Hasta tenía la sensación de que la media de altura (que no es mucha en Portugal) se había incrementado. Tuve miedo. Mientras esperábamos enfocaron al público en las pantallas con un corazoncito para que las parejas que saliesen se diesen un beso para el deleite de los más melosos del recinto (lo que viene siendo una «Kiss Cam»). El azúcar por los aires, oye.

¿No hay batería? ¡Nooooooo!

He de decir que a pesar de los linchamientos que me caigan por decir que soy indie, me gusta su música. Pero había visto algún vídeo de ella en directo y dejaba muchísimo que desear. Vine con ganas de criticar, pero no me dejó hacerlo tanto como había esperado. Al ver que había nada más que un piano, un guitarrista e instrumentos de cuerda (violines y violonchelos) en el escenario, se hacía presagiar un concierto muy intimista. Comenzó con Blue Jeans, con buen pie aunque se escuchaba más a la gente tarareando las letras que su voz, que tuvo altibajos pero que mantuvo el tipo como pudo. Se encendió algún pitillo que no le impidió seguir cantando y bajó al foso para saludar a la gente y darle dos besos a quien se lo preguntaba. Se mostró muy cercana y agradecida (eso de «sois el mejor público que tuve jamás» está algo desfasado, pero la gente sí que la adoraba) y algo diva a la vez (algo que parece algo contradictorio). Y no sabía que Lana era de ese tipo de personas que se ponen el reloj en la muñeca derecha. National Anthem la dejó para el final donde el pianista se animó a rapear un poco. Y así, sin más, se marchó del escenario con algún regalo de los fans, mientras nosotros aplaudimos la genial actuación de los casi ocultos músicos. Digamos que fue un concierto bonito, si obviamos todos los detalles que la rodean.

Abandono el palco principal para ir hasta la otra punta del recinto donde ya había empezado a actuar Oh Land desde hacía un rato. Al llegar me dio algo de pena no haber llegado antes, pues se respiraba un rollo mucho más alegre y tranquilo en las filas de personas que enfocaban al escenario. Tuve suerte y llegué para que me cantase a los oídos White Nights, uno de sus mejores temas. Muy correcta y contenta se la veía. Así que decidí retrasar mi vuelta al Palco Super Bock donde esperaban Friendly Fires. Una vez allí, vi lo que me esperaba: un chico sudoroso y bailarín cantando temas enérgicos y geniales. El sonido era potente y era imposible no menear los pies al ritmo de sus contagiosos Jump in the Pool o Kiss of Life. Fue la hora más corta de mi vida.

Rexona ese día lo abandonó

Con ellos llega una de las actuaciones más esperadas del día, M.I.A.. Estos días hemos descubierto que tiene un tema revoloteando por ahí que os dejamos aquí abajo. En el escenario se podían ver cintas de colores a lo circense y unos montoncitos de paja a modo de asientos «improvisados» que le dieron un toque campestre a todo el asunto. Fue un concierto bastante «WTF?». Primero nos dejaron observando un vídeo muy raro hindú con imágenes de dioses y una canción un poco repetitiva pero que al final hasta se incrustaba en las neuronas de una servidora (la letra era algo así: «iiiii, no nai no nai no, ummmm ba lala», sin coñas). Después una dj pinchó durante quince minutos ella sola. Esperando, esperando… y por fin se asoma su acompañante femenina y su bailarín masculino con ella andando tranquilamente hasta el centro del escenario. Ropa que podríamos definir como hortera y pose de jefa india. Da comienzo el espectáculo con un efecto de eco en la voz que no permite saber si canta bien o mal. A mitad de camino bajó al foso, como ya había hecho Lana, e intentó acercarse más a la gente que la vitoreaba. En algunas ocasiones pasó el micro a la gente y en la voz que emanaba del micro no se distinguía diferencia alguna de la llegada de su boca.

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Acércate, acércate, que la tía M.I.A. no te hará daño

Sonó un remix de Rihanna al principio y más tarde permitió que unos quince fans subieran al escenario. La locura llegó con Paper Planes donde todo el mundo (he dicho, todo el mundo) dirigía su índice en alto como si imitase el disparo de una pistola (nos divierte matar a gente imaginaria cual Dexters de pacotilla). Nos dejó con el subidón y abandonó el palco durante un rato para que observásemos los bailes del chico. Al regresar volvimos a vibrar con Bad Girls y ya finalmente con Born Free donde tiró el micro al público (todavía en paradero desconocido hasta la fecha). Mucha vitalidad y buen rollo, buena forma de terminar el segundo día en el palco principal, pero todavía había algo más que experimentar ese día. Todavía quedaban The Horrors en el palco secundario. Como ya preveía, tenían una pose cual The Cure adolescentes (esa asociación me recordó este vídeo). Escenario lúgubre jugando con el color rojo y el negro más absoluto. Pude disfrutar de pocas canciones antes de volver a la tienda nueva. Ahora sí, me despedía hasta el sábado a la mañana.

Sábado 7 de julio

Palco Super Bock
Bebe
Aloe Blacc
Peter Gabriel & The New Blood Orchestra
The Shins

Palco EDP
Perfume Genius
Little Dragon
St Vincent
Regina Spektor
Skrillex

…7 de julio, San Fermín. Pintaba ser una tarde muy tranquila con un final algo poco acorde a la temática del día. Pero bueno, «hit me!». Llegamos pronto para ver cómo se desenvolvía Bebe ante un público portugués y no pude quedarme mucho. Sería su personalidad, su porte con zapatos verdes chirriantes a los ojos ajenos, su voz nada pulida… No era divertido quedar ahí y punto. Eso sí, los músicos iban vestiditos de blanco y negro, cuales The Hives improvisados, que daba gusto verlos. Buscamos otro ambiente en el Palco EDP a ver qué era eso de Perfume Genius y nos encontramos con el chico más tímido del mundo acompañado de su piano y dos chicos (uno de ellos con el piano acompañante y el otro con una batería de lo más normal; este tocó en la mitad de los temas, en la otra mitad se quedaba sentado mirando al infinito). Música muy intimista y buena voz del chico pero que no traspasó nada de su personalidad en algo que me atrajese un algo más. Lo bueno es que vi por ahí a la hermana gemela perdida de Lana del Rey.

El yerno favorito de cualquier suegra

El día continuó con Aloe Blacc, donde los puntillos funk, soul y R&B no faltaron con una agrupación de músicos impresionantes. El chico tiene una buena ejecución y sabe cómo ganarse al público, ¡hasta nos pidió que nos abrazásemos con el colega más cercano! Todo un caballero, sí señor. Alterno palcos de nuevo para ver un poco a Little Dragon. Son una agrupación sueca de un estilo similar al de Oh Land y Bat for Lashes. Disfrutables cuanto menos. Pero era la hora del mítico Peter Gabriel & The New Blood Orchesta en el Palco Super Bock y allá me voy.

Aparece una pantalla con tonalidades rojas que ocupa todo el ancho del palco. Se eleva y se ve una orquesta completita con su director y todo. Parece un chiste, pero no, es Peter Gabriel. Con un juego de luces extraordinario, un dúo de acompañantes vocales y una orquesta detrás de él hizo las delicias de más de uno que lo esperaba con brillo en los ojos y de otros que pasaban por allí y se dejaron cautivar por su garra escénica y su saber estar. Está curtido después de tantos años. Las pantallas formaban imágenes y partían las formas humanas de los presentes creando un espectáculo tanto visual como sonoro. Empezó el concierto con una genial versión de Heroes, el temazo de David Bowie. Aplausos y vítores al jefe del día y más aplausos para el elenco detrás del maestro. Fue el concierto más largo con sorpresa incluida. Os explico. Gabriel contó que iba a hacer una versión de la genial Regina Spektor (que tocaría unos minutos más tarde en el otro palco) y en mitad de la actuación se para la música en seco y el propio Gabriel dice «This is the first fuck up» o lo que viene siendo lo mismo, «esta es la primera cagada». Sin entender nada, vuelven a empezar la canción y donde antes habían parado, ahora aparece una Regina Spektor cortada y tímida en el escenario para cantar su propia canción versionada. Al marchar vuelven al trabajo hasta que suenan los temas más conocidos del artista como son Solsbury Hill o mi favorita In Your Eyes después de una pequeña pausa para dar paso a la guinda con Don’t Give Up. Realmente las canciones con la orquesta ganaron mil puntos y un perrito piloto de regalo.

¡Mira mamá, estoy viendo a una leyenda de la música!

Pocas horas le quedaban al festival y seleccioné un poco de St. Vincent como aperitivo después del ex-Genesis. Para mi alegría sonó Cruel, canción que no recordaba que era de ellos y que viví con una vitalidad que no pasó desapercibida para mi pequeña vergüenza. Era hora de reponer fuerzas, así que dejé que sonasen como banda sonora de mi cena, todo un lujo. Más tarde llegó la decisión más dura del festival: ¿The Shins o Regina Spektor? Ante duros quebraderos de cabeza conmigo misma me decidí por los primeros y correr hacia la segunda en cuando terminasen. Así que me dirijo allá con muy poca gente esperando a que sonasen los primeros acordes. Me encantó el ambiente tranquilo y hasta casi sano que se vivía en ese emplazamiento. Los fans eran unos pocos como yo, pero no atosigaban como otros que me sé yo (y no miro para nadie).

Fue un concierto que disfrutamos mucho los fans, sonaron las canciones preferidas de todos (o casi) y añadían pequeños detalles que embellecían, aún más si cabe, cada uno de los cortes. Pero entiendo que no sea un grupo fácil de gustar, tuve que escucharlos muchas veces en mi casa para poder admirarlos en toda su plenitud. Sonaron alrededor de tres o cuatro temas del disco nuevo donde Simple Song fue la única bien parada. Mantuvieron el nivel durante todo el concierto y hasta se atrevieron con un cover de Pink Floyd con la canción Breathe. Con la canción final (Sleeping Lessons) fueron de menos a más para terminar un concierto de los más entretenido para alguien que ya le gustaban de antes y que le gustan ahora un poquito más. He de decir algo, la elección de guitarras de Jessica Dobson no pudo ser mejor.

Seis nunca son multitud, mirad Arcade Fire

Toca correr como el viento, Regina Spektor me espera con su piano a unos 150 metros que se hacen eternos. Pero tengo la suerte de llegar para escuchar las geniales Us, Fidelity y Samson ya de última. Me supo a muy poco y mi ojos boquiabiertos quedaron contentos con lo poco que vieron. Me da igual lo que digan, eso de «lo bueno si breve dos veces bueno» es una patraña. Su personalidad se vuelca de tímida agradeciendo en un correcto portugués a confiada delante del piano. Espero volver a verte Regina, esto no quedará así. Y después de ella llega el momento raro del evento, Skrillex cambia a última hora de escenario y estará en el mismo punto en el que minutos antes había estado Spektor. Cambio total de rollos con la misma gente quietecita en su sitio y esperando paciente. No pegan ni con cola, pero el cambio de estilos me hace sonreír.

Aparece una proyección puntual con una cuenta atrás y el entusiasmo inicial se enfría teniendo que esperar la friolera de cinco minutos. Pasada esa eternidad allá aparece él (o eso supuse) y se coloca delante de la mesa de mezclas para hacernos bailar como posesos. Es capaz de drogarme sin necesidad de consumir nada más que una pequeña sangría. Anima cada dos por tres con berridos que no se entienden y se sube encima de la mesa para dejarse ver un poco mejor. El sonido tal vez estaba algo bajo (o tal vez ya empezaba a estar algo sorda) pero las luces ayudaban a que no me importase. Sonaron grandes temas del dj más famoso del dubstep que hicieron las delicias de los asistentes como son First of the Year, Bangarang (con el videoclip en la pantalla) o The Devil’s Den y Scary Monsters and Nice Sprites. Después de una hora y cuarto muy corta nos despedimos del recinto. Poco español vi por ahí, pero seas perro, cobaya o marsupial puedes comentar la jugada en los comentarios de aquí abajo… venga, que no muerde.

La gemela perdida de Lana del Rey no se lo perderá para el año que viene

Y aquí os dejo una pequeña galería de fotos del lugar y de sus gentes:

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