Cuando un artista consigue crear su obra maestra tras varios intentos, llegando a la madurez artística y personal necesaria para tal objetivo, es difícil que consigan hacer un trabajo que nos vuelva a gustar mucho o nos impresione. Este ha sido el caso de los metaleros Trivium. Tras Ember to Inferno (2003), Ascendancy (2005) y The Crusade (2006), llegó a nuestras manos Shogun en 2008, el cual considero la obra maestra del grupo hasta el momento. Probablemente, muchos fans no coincidan conmigo en que sea tan diferente y quizás les guste más la versión «bestia» y «cruda» de Trivium, pero no creo que duden de una mayor y mejor elaboración en ese trabajo. Cuando supe por primera vez que estaban preparando un nuevo disco, me emocioné un poco pensando en qué podrían sacar que superase lo anterior. Obviamente esto hace que las expectativas sean mayores y la posible decepción mayor, pero finalmente no ha sido una decepción, aunque tampoco una obra maestra. Vayamos por partes, como dijo Jack el Destripador.
Haciendo honor al nombre del disco
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