El festival portAmérica, que se celebró este fin de semana pasado en la localidad de Nigrán, a unos pocos minutos de Vigo, pintaba muy bien y días después toca hacer balance de tres jornadas diferentes y a la vez tan iguales: una organización maja, un sonido bastante bueno en el escenario, precios razonables tanto para la comida como para la cerveza y mucho espacio para desplazarse de un sitio a otro con comodidad, tirarse sobre el campo y no menos importante, baños limpios, aunque las colas fueran interminables. La excelente calidad del cartel no era el fuerte de esta segunda edición por algunos grupos y sin embargo, bandas como Editors, Standstill o Él mató a un policía motorizado ayudaron tal vez a equilibrarlo. Pero procedamos, pues, a intentar relatar cómo fueron esas tres jornadas, no sin antes agradecer a Cris Andina (una vez más) por las fotos. Podéis ver éstas y muchas más aquí.
La tarde del jueves empezaba, al menos para mí, a las siete y poco con Sethler amenizando un escenario principal que, poco a poco, se iba llenando mientras el sol empezaba la Batalla de esconderse. Le había tocado la típica papeleta de tratar de calentar a un público al que le faltaba un poco para entrar y empezar a llenar el recinto. Afortunadamente, los siguientes en salir, Amaro Ferreiro y Fon Román, tenían éxitos de sobra para salir del paso jugando en casa con momentazos como Tristeliz, (de su trabajo en solitario) y Bambi Ramone, del nuevo álbum de su hermano Iván Ferreiro. Y por parte de Fon: El séptimo cielo y Dos elevado a uno, entre muchas otras, empezaron a arrancar aplausos entre el público conocido y secundado en todo momento por Javi y Loza de Los Coronas. Aunque el escenario venía un poco grande para ese indie-acústico que montan, supieron aprovechar a la perfección la extraordinaria calidad de sonido que emanaba de él que propició a los Sala & The Strange Sounds los cuales repasaron su álbum It’s alive e incluso se atrevieron a burlarse de la ‘vida moderna’ con su canción Fotomatic.
Los Coronas saltaron al escenario para deleitarnos con el sonido de su último trabajo Adiós Sancho que vio la luz hace solo unos meses y ofrecieron un recital sólido, divertido y frenético. Es decir, lo que se esperaba de ellos y un poquito más: ritmos a lo Tarantino y canciones como Corazón contento de Marisol, que hicieron cantar a todos los allí presentes. Un terremoto la mar de divertido que dio paso al esperadísimo concierto de Editors, uno de los cabezas de cartel de esta segunda edición. Su directo les obligaba a perfilar un repertorio bastante atractivo y así lo hicieron, encajando como se esperaba sus nuevos temas con sus grandes hits. De modo que, aunque se sigue echando en falta el guitarreo de antaño, Tom y los suyos demostraron que que Sugar, Formaldehyde o Nothing encajan brillantemente con Bones, Munich o Smokers Outside The Hospital Doors, marchándose entre los vítores de un recinto cada vez más lleno que celebró el adiós sin parar de saltar y bailar al compás de Papillon y que dio paso a unos coloridos The Gift. He de decir que llegué unas canciones tarde a verlos por reponer fuerzas después del concierto anterior y no es que me arrepienta ya que la fiesta que tenían montada en el escenario era bárbara y se notaba que también las últimas filas disfrutaban muchísimo. Con casi una media docena de personas sobre el escenario, la banda emanaba una atmósfera de optimismo y buen rollo repasando temas de sus discos Primavera, Explode… Eso, unido a una forma de hacer música que ya no se ve tanto (por ejemplo, pudimos ver a Nuno utilizando un theremín), hizo de la actuación algo vibrante y divertida.
El segundo día fue para tomarse las cosas un poco más con calma porque era viernes y la afluencia del público al recinto del festival prometía ser mayor. De este modo el recorrido fue algo más relajado guardando fuerzas para poder ver a algunos grupos que cambiaron el orden de su actuación y por lo tanto tocarían muy al final de la noche. La primera parada de la tarde entre olor a after-sun corrió a cargo de Niño y Pistola que continúan presentando su álbum There’s A Man With A Gun Over There que se ajustó plenamente a la cálida tarde del viernes. Dimos la bienvenida acústica a la América profunda desde Nigrán donde poco a poco las guitarras y la interpretación de estos muchachos se fue sumando hasta conseguir una psicodélia a mansalva que detonó en Looking For The Sun. Acabaron completando un concierto correcto con momentos muy brillantes y dando paso a unos Revolutionists The Soul Jacket, que presentaban Wood Mama ante un tímido público que poco a poco se iba acercando al escenario. Tras la actuación de los vigueses se abrieron unos minutos de descanso para mí que me permitieron pasarme de nuevo a por algo de beber mientras Delafé y las flores azules daban comienzo a su colorida y repetida puesta en escena. Temas tan cantados y bailados como Volvemos a empezar de cero, Qué sentido tendría, La primavera, Enero en la playa…
Total, que al final decidí darles otra oportunidad al bailongo dúo, e hice bien, ya que llegaba el momento más complicado del fin de semana: explicar qué me pareció el concierto de Standstill. Ya lo avisé en algunos tweets previos sobre el festival: le tenía miedo a Cénit, la puesta en escena de su último álbum Dentro de la luz. La capacidad creativa de los catalanes a la hora de hacer un disco resulta admirable porque crea opiniones muy variopintas. Pero a la hora de llevarlo al directo, o te emocionan o… Cosa que me parece imprescindible a la hora de decir que una u otra banda gusta. De modo que me quedé a verlos más que con ilusión, curiosidad, por descubrir esa magia visual, ese juego de luces, humo, etc. Y no decepcionaron, aunque muchas críticas digan que sí. Al igual que sus sucesores, los argentinos Él mató a un policía motorizado. Con El magnetismo saltaron al escenario ante un público muy poco atento a su directo. Un gesto feo a mi gusto y que no dependió obviamente de la banda. De este modo, Más o menos bien, hicieron un concierto que parecía solamente hecho para sus fans, que se intercambiaron mientras por sorpresa aparecieron Xoel López e Iván Ferreiro sobre el escenario deleitándonos con Tierra y Turnedo. Actuación que podéis ver aquí.
En el caso del concierto de Lori Meyers había muchos fans e hicieron un directo sin duda intachable, como si les diera lo mismo tocar ante diez que ante miles de personas. Levantaron más ovaciones entre el público los granaínos que los dos grupos anteriores juntos. Y como no podía ser de otro modo, la ejecución de Emborracharme, Dilema, Impronta, Luces de neón, Mi reaidad… Todas esas canciones que interpretaron hace unas semanas en el Pop Up!, pusieron de acuerdo a todos los sectores del público en que había que cantar, animarse y dar palmas y hasta sorprendieron con el acompañamiento de Anni B Sweet para el tema El tiempo pasará. Tras ellos y rozando las dos de la madrugada llegaban La habitación roja para incrementar El resplandor en la recta final del viernes y para tirar más fuerte del público. Finalmente la belleza cautivadora de Indestructibles y Ayer hicieron de estos últimos temas el concierto memorable y divertido (hasta Jorge tropezó en el escenario) que estuvimos esperando. Así que sí, la guinda final la pusieron Bomba Estéreo. Directo que escuché desde el cámping por cansancio.
En contraste con el viernes, la tercera y última jornada del sábado era quizá la menos sobrecargada de actuaciones interesantes de todo el festival. Tras pasar nuevamente unas horas en la playa, los primeros en abrir fuego fueron Banda de turistas seguidos de la extravagante Francisca Valenzuela, que sin duda, sorprendieron por las filas de público que tenían y que minutos después descubrimos que eran fans del plato fuerte de la noche. Quizá se les quedaba grande cuando en esa misma tarde varios grupos con bastante más solvencia hicieron que en la zona del escenario no cogiera un alfiler. Y no es que se me ocurra decir que los anteriormente mencionados ofrecieran una mala actuación ni nada por el estilo: es la ‘maldición’ de abrir el ultimo día de un festival. A continuación era el turno de Javi Vielba y los suyos que para nuestra sorpresa saltaron al escenario rebosantes de fuerza y alegría y a golpe de sonrisas, buen rollo y una ejecución mucho más rockera de lo que esperábamos, Arizona Baby se fueron metiendo poco a poco al público y a sol en el bolsillo. Where The Sun Never Sets, Gateway y las coreadísimas Shiralee y The Truth son algunas de un repertorio que resultó entretenido aunque algo antes de que terminara su actuación, varios de los que abarrotaban el escenario se fueron retirando a cenar mientras los austríacos Gin Ga nos hacían bailar a ritmo de su Dancer.
Las primeras notas de Cómo te extraño y Adelita sonaron para desatar la furia, la locura y, sobre todo los nervios expectantes por disfrutar del directo de Café Tacvba que pusieron a todo el público del revés. Tan violenta (en el buen sentido de la palabra) fue su actuación que desde un primer momento se escuchaban gritos entre el público que duraron hasta el fin de la actuación, hasta El fin de la infancia. Tras los mexicanos, uno de los grupos esperados por el público mayoritario de la última jornada. De repente y entre una bruma de humo salieron los andaluces Supersubmarina para darlo todo en el escenario con canciones de su útimo álbum como Canción de guerra, Hermética y otras que les han hecho estar donde están: Cientocero, Kevin Mc Alister… Y antes de que saliera el grupo más esperado de la noche, Eladio, guitarra en mano, nos contó lo que es El tiempo futuro.
Mi relación con Vetusta Morla es complicada. De esas de quiero y no puedo. Siempre sentí un indudable interés por lo que hacen, les encuentro calidad y muchas de sus canciones consiguen emocionarme y la verdad es que cuando el pasado sábado saltaron al escenario, el recinto estaba a rebosar. Durante su concierto vi mucha intensidad nada más empezar con Boca en la tierra, Un día en el mundo, Mapas… Quizá ya abusan un poco de los temas con los que llevan años recorriendo ciudades, pueblos… Pero lo cierto es que dicha sensación se fue diluyendo a medida que se sucedían las canciones y el público cantaba por encima de Pucho y los últimos minutos del concierto fueron verdaderamente emocionantes al juntar Los días raros y La cuadratura del círculo. Eran el plato fuerte de la noche, el cabeza de cartel que más me interesaba y la de Porto do Molle era su única actuación dentro de nuestras fronteras. Fue un buen concierto, una actuación correcta en la que se repasaron grandísimas canciones ellas tuvieron una gran acogida por parte del público. A continuación y tras coger aire, a los vascos Delorean les tocaba cerrar la jornada antes de los temazos que pincharía Dj Lagartija (Get Lucky de Daft Punk entre ellos) para finalizar el festival. Muchas veces he dicho que es un grupo que tienen una hora y un lugar determinado para tocar: cualquier festival de madrugada. Es en esta situación en la que muchos nos desmelenamos y el pasado sábado el ánimo entre el público a esas horas ya estaba más que caldeado y a ello hay que añadirle las luces azules con las que comenzaron su nuevo single, Spirit. La actuación transcurrió frenética, prestando más atención a los éxitos rompepistas de Ayrton Senna o Subiza, que a las composiciones algo más complejas del tercero.
He mencionado muchas veces a lo largo de esta interminable crónica que el sonido en el escenario era bueno, pero es que además había multitud de casetas de comida y bebida que sólo se podían adquirir con ‘Amaros’, la moneda del festival; y bastante espacio en el que los asistentes podían sentarse. En resumen quiero dejar clara la sensación de comodidad que tuve durante los tres días que duró el evento por la zona de prensa habilitada que tuvimos y según hemos leído, la organización está pensando ya en una próxima edición. Y si no pasa nada raro, ahí estaremos para contarlo.
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