A principios de los 90 el metal sufrió una revolución: el nu-metal había nacido. Grupos tales como KoRn o Limp Bizkit, y más adelante Linkin Park, System of a Down, Deftones o Slipknot, entre muchos otros, llevaron al auge este estilo que mezclaba un metal muy distorsionado con hip hop y música electrónica. Es difícil hacer una descripción exacta de lo que es el género en sí, pero si escuchamos una canción de cualquiera de los antedichos grupos (al menos de esa época) sabremos al instante que estamos ante él. Limp Bizkit es y siempre será un icono del nu metal (se puede decir que es uno de los padres del género), y aunque muchos de esos grupos que en su día se dedicaban a hacer «chándal metal» (como a muchos les gusta decir) cambiaron su sonido a otras direcciones, ellos siguen fieles a su estilo.
Wes Borland, guitarrista del grupo, se fue por segunda vez del grupo en 2005 tras su último álbum de estudio The Unquestionable Truth (Part 1) para trabajar en sus proyectos paralelos, lo que provocó una parada indefinida y no oficial del grupo. Publicaron un grandes éxitos por compromiso y nada se supo de ellos hasta que a finales de 2008 comenzaron a haber rumores de que volvían a la carga. No tardó Borland en decir que no eran más que eso, rumores, pero curiosamente una semana después el cantante Fred Durst confirmó que el grupo volvía con su formación original: el propio Fred, el guitarrista Wes Borland, el bajista Sam Rivers, el batería John Otto, y DJ Lethal en la mesa de mezclas. Dieron una serie de conciertos en aquel verano y en diciembre anunciaron un nuevo disco que se llamaría Gold Cobra y que saldría en 2010. Obviamente eso no ocurrió y no fue hasta el pasado día 24 de junio cuando salió a la venta. Hoy le haremos un análisis exhaustivo para conocer si de verdad debían haber vuelto antes o no deberían haber vuelto nunca.
Sigue rodando, bebé
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